Conozca las alternativas para los exportadores
en los puertos de Centroamérica
América
Economía - jueves, 25 de junio de 2015
El lunes 16 de febrero, 33 barcos anclados
frente a los puertos de Los Ángeles y Long Beach, California, no pudieron
descargar. Otros 55 esperaban costa afuera. Todo ello debido a una huelga de
estibadores que hizo saltar los costos (y los nervios) de empresas como Michael
Kors, Ralph Lauren y Fedex.
Hoy casi un cuarto de todo el tráfico marítimo
de EE.UU. (y casi la mitad del tráfico de contenedores) pasa por los puertos de
la costa este. Pero esto podría cambiar a partir de 2016, cuando entren en funcionamiento
los nuevos equipos e infraestructuras del Canal de Panamá. En anticipación a
ello ya están sucediendo cosas interesantes. Colombia está apostando por
expandir su infraestructura portuaria, Brasil ha hecho lo mismo en Cuba y,
contra un océano de escepticismo, un misterioso empresario chino amenaza con
construir un canal en Nicaragua que compita con el panameño.
Huir del oeste. Frank Layo, socio de la
consultora Kurt Salmon y especialista en cadenas de abastecimiento, es de los
que piensan que habrá un rediseño de varias de las rutas que utilizan
habitualmente muchos importadores estadounidenses.
“El Canal de Panamá forma parte de los planes
de negocio al reconfigurar las cadenas de abastecimiento”, dice Jonathan Gold,
vicepresidente de abastecimiento y política aduanera de la Federación Nacional
de Retail, con sede en Washington D.C., que representa al sector minorista, el
cual incluye vestuario y electrónica.
Nick Vyas, del Centro de Gestión de
Abastecimiento Global de la Universidad del Sur de California (USC), anticipa
que cuando las nuevas esclusas de Panamá estén operativas, una cantidad
significativa de carga que llega al este del río Mississippi será reorientada,
y con toda probabilidad se saltará los puertos de la costa oeste.
Algunos clientes de carga ya han señalado su
predisposición a hacerlo, según afirma Gary Goldfarb, jefe de estrategia de la
empresa Interport Logistics. “El puerto de Los Ángeles se ha sobrecargado”,
afirma. “Las regulaciones laborales y de transporte son onerosas”.
Pero no todos lo creen así y recuerdan que
transitar por Panamá agrega entre 7 y 11 días de viaje para un exportador
asiático. Adicionalmente los embarcadores deben pagar una tarifa que oscila
entre US$ 50.000 y US$ 300.000, según el tamaño y la carga.
“No creo que el Canal sea un gran negocio”,
dice Ed Emmett, al referirse al comercio Asia-EE.UU. Emmett participa en el
Grupo de Trabajo de Usuarios del Canal, en el Departamento de Transporte de
Texas, y afirma que “la logística [del Canal] no hace sentido”. Se refiere a
los mayores costos y tiempos involucrados, aunque reconoce que podría ayudar a
exportadores latinoamericanos de la región Pacífico, tales como Chile o Perú,
los que tendrán más alternativas de distribución en la costa este.
Otro elemento en la ecuación es la
modernización que han emprendido algunos puertos como Miami y Filadelfia. El
principal puerto de Florida ha sido uno de los más agresivos en promocionarse
como complemento ideal de la expansión del Canal de Panamá. El proyecto de
dragado aumentará la profundidad desde 14 a 17 metros, y cuenta con un túnel
que conecta el tráfico de los frentes de atraque con las redes de autopistas
del estado de Florida.
“Estamos apostando a un incremento del comercio
con Asia”, señala Eric Olafson, gerente de desarrollo de carga y asuntos
intergubernamentales del puerto de Miami.
El dragado del puerto de Filadelfia también
está casi terminado, al tiempo que se ha invertido en expandir su capacidad de
manejo de contenedores.
Pese a la revitalización de estos dos puertos,
la reciente huelga en la costa oeste puso de manifiesto el estado real de esta
infraestructura portuaria de EE.UU. Vyas, de la USC, afirma que, comparados con
Singapur o Rotterdam, los puertos estadounidenses son de segunda clase, mientras
que Layo recuerda que son un verdadero parche de distintos modelos de negocio.
Algunos como Charleston (Carolina del Sur) o Savannah (Georgia) son operados
por los municipios. En California los terminales están a cargo de distintos
operadores.
¿Qué impide a Estados Unidos invertir en
tecnología y automatización? Una pista la da el hecho de que, durante la huelga
en la costa oeste, las autoridades federales tomaron partido públicamente por
los sindicatos. “Hoy en día no hay planes inmediatos para automatizar”, dice
Ricky Kunz, director administrativo y de desarrollo del puerto de Houston. “No
hemos elegido aún esa ruta y tenemos un buen entendimiento con los
trabajadores”.
Los ejecutivos de los puertos de Miami y
Filadelfia también le bajan el perfil a la robotización de la estiba y
desestiba. “No sé si es nuestro futuro o no”, afirma Olafson, quien dice no
tener conocimiento de ninguna discusión al respecto.
Apuesta colombiana.
Alguna vez Panamá fue parte de la República de
la Gran Colombia y luego de Colombia, hasta su secesión en 1903. El dato es
relevante para poner en perspectiva los miles de millones de dólares que
Colombia está poniendo sobre la mesa para habilitar sus propias rutas
comerciales entre el Pacífico y el Caribe.
“Lo que Colombia está invirtiendo en
infraestructura es 4,2 veces la inversión que se hizo en el Canal de Panamá”,
explica el vicepresidente colombiano, Germán Vargas Lleras.
Vargas Lleras precisa que hay 20 solicitudes de
nuevas concesiones y de ampliación, 17 en el Caribe y 3 en el Pacífico. “Las
inversiones que se vienen haciendo de ampliaciones portuarias están
representando cerca de US$ 1.000 millones anuales”, afirma, y señala que se
trata de “un plan maestro que tiene varios ejes: la conectividad de todo el
país con la región del Caribe, la conectividad con el puerto de Buenaventura,
en el Pacífico, y la conectividad a través de las obras del río Magdalena”.
Luis Fernando Andrade, el presidente de la
Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), recuerda que Cartagena se ha vuelto
un importante hub no solo de contenedores sino también de servicios. “Los
barcos llegan allí y pueden comprar el combustible a precios muy competitivos y
obtienen todo servicio de mantenimiento y reparación”, afirma.
En 2015 se invertirán US$ 90 millones en las
zonas portuarias de este puerto caribeño, un 70% más que el año pasado.
Entre los operadores privados del plan está el
ejemplo del grupo suizo Trafigura, que está invirtiendo US$ 300 millones en
Barrancabermeja, la capital petrolera de Colombia, ubicada a orillas del río
Magdalena, en el departamento de Santander.
César Ramírez Lynch, el gerente general de
Trafigura, explica: “la meta principal de Colombia es competir con los puertos
caribeños y convertirse en un centro de trasbordo de contenedores que supere a
los centros existentes, como el de Kingston (Jamaica) y Balboa (Panamá).
Ramírez Lynch precisa que las inversiones totales
de Trafigura en Colombia ascienden a US$ 1.000 millones, incluidos en el propio
puerto de Barrancabermeja, equipo fluvial, camiones y gastos de capital,
mayormente destinados a transportar crudo desde Buenaventura, en el Pacífico, a
Barranquilla, en el Caribe.
Pero el programa portuario colombiano enfrenta
un gran problema. “Sin duda nuestros costos de transporte siguen siendo muy por
encima de lo que sería deseable”, reconoce el vicepresidente Vargas Lleras. “Es
más costoso movilizar un contenedor de Buenaventura a Bogotá que traerlo de
China a Buenaventura”.
David Villalba, gerente de infraestructura
global de KPMG en Bogotá, toma cierta distancia de los entusiasmos y recuerda
que “Pacific Rubiales ya está buscando vender sus activos en Puerto Bahía [el
más grande desarrollo portuario de Cartagena] porque los costos de producción
son demasiado elevados”.
No obstante, Villalba considera que las bajas
cifras de crecimiento no afectarán los proyectos medulares de infraestructura
vial, debido a que estas inversiones tienen garantías establecidas a través de
vigencias futuras. De hecho “el uso de vigencias futuras por parte del Estado y
la subida en el precio del dólar hacen que los riesgos fiscales y crediticios
sean mínimos”.
Para el ejecutivo, “los planes de
infraestructura en Colombia están bien diseñados, pero la alianza
público-privada respecto a las nuevas vías es compleja y plantea riesgos
difíciles de evaluar para los agentes financieros internacionales”.
Marielazo y ortegón. La foto fue sacada en
enero de 2014 en Mariel, a unos 50 km al oeste de La Habana. La presidenta de
Brasil y exrevolucionaria Dilma Rousseff y el presidente de Cuba y
exguerrillero Raúl Castro inauguraban ese día un hito posrevolucionario: una
inversión de US$ 1.000 millones en infraestructura portuaria.
A Rousseff le llovieron críticas, en Brasil,
por invertir en Cuba recursos púbicos brasileños por US$ 680 millones (el 70%
del total del proyecto). Se reivindicó cuando Barack Obama y Raúl Castro
anunciaron un histórico descongelamiento de las relaciones bilaterales. El
proyecto pasó a ser ‘smart money’ en la calificación de muchos analistas.
Una vez terminado, Mariel será el primer puerto
moderno de Cuba y eje de la zona especial de desarrollo, donde se podrán
instalar empresas extranjeras en un régimen similar al que inició la
industrialización china hace treinta años. Odebrecht ganó el contrato de las
sucesivas ampliaciones, por casi US$ 1.000 millones, junto a otras 400 empresas
brasileñas.
Sin embargo, pese al deshielo Cuba-EE.UU., a
Mariel le queda mucho camino por recorrer antes de materializarse tal como lo
visualizaron sus promotores. El economista y consultor Emilio Morales, autor
del libro Cuba: ¿tránsito silencioso al capitalismo?, señaló al diario El País
que el proyecto deberá enfrentar la competencia de las distintas zonas francas
que ya operan en Panamá, Jamaica, y varios países del Caribe y Centroamérica.
Otro exrevolucionario que busca su lugar en el
nuevo esquema logístico del Caribe es Daniel Ortega. El 22 de diciembre pasado
tuvo su sesión de fotos con el misterioso multimillonario chino Wang Jing,
presidente del Grupo HKND y ganador de una concesión por cien años para
construir y operar un canal interoceánico en Nicaragua.
El proyecto es polémico no solo por sus
impactos ambientales. “Nicaragua renuncia a toda autoridad judicial,
administrativa, laboral y de seguridad, migratoria, fiscal y monetaria en los
territorios necesarios al canal, y también a su soberanía monetaria, pues las
reservas del Banco Central quedan en garantía de cualquier incumplimiento del
Estado”, escribió Sergio Ramírez, escritor y ex ministro nicaragüense en el
libro Crecer a golpes.
Existen además serias dudas de que Jing tenga
los recursos y la experiencia para llevar a cabo el proyecto, cuyo costo
estimado es de US$ 50.000 millones. Se trata nada menos que de construir un
canal de 278 km de vías, tres veces y media más largo que el de Panamá, y más
profundo. Ramírez cita a Evan Ellis, analista del Instituto de Estudios
Estratégicos del ejército estadounidense, para quien el proyecto será
financiado por bancos chinos y construido por compañías chinas.
¿Pero qué pasará si Jing saca adelante el
proyecto? ¿Pánico en Panamá? ¿Caos en Los Ángeles y la ‘aristocracia sindical’
de sus puertos, como la denominó el New York Times? En cualquier caso, más
alternativas para los exportadores de Chile, Perú y del sudeste asiático para
colocar sus productos en Estados Unidos.
¿Buenas noticias para el Perú?. Las reformas
llevadas a cabo en el puerto del Callao, con la llegada de los operadores DP
World y APM Terminals a sus muelles sur y norte, respectivamente, llevaron
consigo una modernización considerable de su infraestructura. Hoy, de hecho,
los buques de hasta 13.000 contenedores que pasarán por el canal de Panamá tras
su ampliación podrían operar sin problemas en las terminales del puerto
chalaco, pues sus terminales cuentan con un calado (profundidad) de 16 metros.
“Definitivamente podríamos poder trabajar con
estas naves y la ampliación del muelle cinco de la terminal norte también va
hacia ello”, dice Eduardo Amorrortu, presidente de la Asociación de
Exportadores del Perú (ADEX). Amorrortu se refiere al desarrollo de las etapas
1 y 2 de la remodelación del muelle norte, actualmente en curso, y con las que
se prevé duplicar su capacidad de 800.000 contenedores a 1,6 millones de
contenedores.
El ejecutivo ve la ampliación de Panamá como
una opción de mejora para el país, pues la posibilidad de que buques de mayor
capacidad trabajen en el Perú genera expectativas de mayores volúmenes, lo que
impactaría en los costos portuarios, gracias a las economías de escala. Eso sí,
si llegan al Perú –insiste Amorrortu– porque que lleguen grandes buques es una
posibilidad. Hoy Estados Unidos (especialmente su costa este) y la Comunidad
Europea son el segundo y tercer socio comercial del Perú, por lo que el 50% de
la carga local se mueve por el canal panameño.
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