El secreto de María Asunción Aramburuzabala en
los negocios
Forbes - lunes, 22 de junio de 2015
Su historia en Grupo
Modelo ha derramado mucha tinta, pero su influencia en otros sectores dan
cuenta del porqué es la mujer más poderosa de México. Algunos de los
majestuosos proyectos inmobiliarios de la capital del país son de ella. Su
fórmula para ser la reina del real estate es identificar zonas potenciales para
invertir, desarrollar proyectos de usos mixtos —en su mayoría— y no dejarse llevar
por la fiebre de las fibras.
María Asunción Aramburuzabala
es suficientemente conocida por sus inversiones en grandes corporativos, como
Televisa años atrás y en Grupo Modelo, propiedad de la belga-brasileña AB
InBev. Lo que pocos saben es que en el inestable negocio de los bienes raíces,
la influyente empresaria mexicana es una jugadora consistente y certera.
En dos décadas, Aramburuzabala
acumuló un vasto portafolio de propiedades en varios puntos del país y ahora
suma un grupo de nuevos desarrollos de diverso tipo, sobre todo en la Ciudad de
México. En total, los proyectos con su firma equivalen a dos millones de metros
cuadrados; es decir, al doble de lo que hoy día se construye en nuevos espacios
corporativos en la capital.
Su sello en este terreno es
Abilia, que opera a través de Tresalia Capital, una firma de capital privado y
de riesgo fundada hace 15 años y con incursiones en negocios de alto potencial
del campo de la tecnología, las telecomunicaciones, los medios de comunicación
y la salud. Aunque casi siempre incorpora socios en sus proyectos
inmobiliarios, Tresalia prefiere quedarse con una participación mayoritaria en
todos los casos; incluso, en aquellos en los que los propietarios de los
terrenos se suman a la alianza.
Con el paso de los años, Abilia
(antes BCBA Impulse) se ha consolidado como una de las principales
edificadoras de proyectos ambiciosos, pese a la competencia de gigantes
institucionales como Grupo Danhos, GICSA y mira Companies. Y, pese a la percepción
del impacto en las nuevas edificaciones que pudiera crear la irrupción de los
Fideicomisos de Inversión de Bienes Raíces (fibras), como Fibra Uno, Prologis,
Macquarie y Terrafina, los desarrolladores institucionales son quienes
mayoritariamente están levantando nuevos proyectos.
Hay algunas claves en la fórmula
que ha permitido a Aramburuzabala y a su equipo consolidarse como uno de los
más importantes desarrolladores de usos mixtos en el país. Todo se debe al
proceso de institucionalización de la compañía, que permitió desde 2006 hasta
el día de hoy crear comités de inversión, auditoría y de compensación, entre
otros, con la finalidad de evitar conflictos de interés, dice en entrevista
Guillermo Buitano, director general de Abilia, quien a su vez cuenta con 14
años en su consejo operativo.
Abilia tiene la infraestructura,
conocimiento y capital para crear y lidiar con un mercado que demanda modelos
inmobiliarios complejos, que en su funcionalidad diaria no conviven, como es
tener departamentos, oficinas y un centro comercial en un mismo conjunto de
edificios.
“Para cualquier propietario de
terreno es bueno saber que hay una persona, como Mariasún, que tiene los
recursos para soportar financieramente los largos tiempos que lleva la gestión
de un complejo de usos mixtos”, dice Guillermo Sepúlveda, presidente para
México y América Latina de la firma de servicios inmobiliarios DTZ, recién
llegada al mercado mexicano.
El sello personal
Desde hace diez años
Aramburuzabala asumió el 100% del control de Abilia, mediante una ampliación de
capital, para luego iniciar en la empresa el cambio que cimentó el crecimiento
observado en los últimos años (a una tasa anual de 20%). Posteriormente vino
una reorganización interna que se apoyó en procesos y manuales de operación y
que condujo la evolución de los distintos proyectos.
“Podría pensarse que es una
empresa más, como hay otras, donde hay una persona fuerte que se encarga de
administrar la inversión de los familiares que invierten en ésta y que es
gente cercana a los accionistas, pero en este caso particular hablamos de una
empresa con una operación y gestión profesionales. Hay todo este respaldo atrás
y este esquema de institucionalización le gusta mucho al inversionista, a las
instituciones financieras, y nos ha dado credibilidad con los clientes”,
detalla Buitano.
En el equipo de Aramburuzabala
también figuran Mauricio Oliver, Carlos Padilla, Rolando Alba, Claudia Rosso y
Pablo Guzzo; todos, formados en firmas de la industria y ahora con una larga
trayectoria en Abilia.
Para la expansión, la firma
realiza una búsqueda de terrenos y de inversionistas con aportaciones de
tierra, donde siempre mantiene la mayoría accionaria; luego empieza el camino
largo que va desde el desarrollo del concepto y diseño arquitectónico, hasta
la comercialización.
La historia de Abilia empezó en
1991 como BCBA Impulse y, diez años más tarde, cambió su identidad a Abilia,
como hoy se le conoce, que opera con una plantilla de 150 empleados. Cuenta con
14 proyectos en la Ciudad de México, Querétaro y Cancún de tipo residencial;
también, con segundas casas para descanso, así como desarrollos del segmento
corporativo y de usos mixtos. Aunque en su operación se observan procesos
operativos que le diferencian de algunos competidores.
“Identificamos oportunidades de
inversión y diseño de concepto, pero contratamos despachos arquitectónicos
para que plasmen el concepto, concursamos la obra y coordinamos trabajos;
además de los elementos administrativos y la comercialización, particularmente
en los proyectos residenciales”, explica Buitano.
La gran diferencia respecto a
otros desarrolladores son sus procesos y el fondeo de sus proyectos. “Son un
desarrollador institucional, hacen productos de mucha calidad, no entregan
algo que esté por debajo de los estándares del mercado”, dice Ernesto Rodríguez,
vicepresidente senior de Capital Markets en cbre. Esa es la razón por la cual
tiene inquilinos globales que deciden ocupar sus espacios, ya que no encuentran
diferencias entre estas oficinas y las que ocupan en Nueva York, Ginebra o Los
Ángeles, agrega el agente inmobiliario.
Su modelo de comercialización se
basa en la relación de largo plazo con sus clientes, salvo en los proyectos de
usos mixtos para los que trabaja con las firmas CBRE y Jones Lang LaSalle
(JLL). En el segmento de oficinas y usos mixtos, la empresa se sirve de firmas
de servicios inmobiliarios externos. Un ejemplo es cbre, que comercializó la
Torre 1 del corporativo Terret, que apenas terminada de construir ya estaba
rentada al 100% y ocupada con inquilinos como Nestlé, Interprotección, Jumex,
la editora Random House y un centro de negocios de Regus.
El factor en la Ciudad de México
para determinar si un proyecto es exitoso es haberlo rentado completamente,
antes de su inauguración, y eso es justamente lo que sucedió con la primera
Torre de Terret, ubicada en una zona conocida como Nuevo Polanco y de cuyo
potencial había muchas dudas. “Es un edificio con estándares globales
certificados, en una buena zona, con rentas competitivas en su mercado (30
dólares promedio por metro cuadrado al mes) y administrado
institucionalmente”, señala Rodríguez.
“A veces nos gustaría que fuera
menor por la cantidad de procesos a cumplir”, añade. “Pero a largo plazo, te da
la certeza de que cometes menos errores”.
Del grupo de proyectos activos de
la compañía, cuatro están en etapa de diseño y su edificación iniciará hacia
julio de 2015. “Vamos en línea con nuestro plan de inversión, en general hemos
seguido un programa que se ha cumplido bastante bien. No obstante, el
componente más importante en el pipeline [programa] de proyectos está en
proyectos de usos mixtos como Latitud La Victoria, Médica Sur y Terret”,
indica Buitano.
Este esquema le ha permitido a la
desarrolladora mantener un ritmo de crecimiento de 20% en ventas, el cual
pudo ser mejor, pero no lo permitieron las condiciones macroeconómicas. “Hay
un mercado estable que superó la incertidumbre creada el año pasado por la
propuesta de reforma que gravaría con nuevas tasas el mercado residencial”,
finaliza.
El plan vs. fibras
Aún así, la crisis de 2008
redefinió el camino de múltiples empresas de bienes raíces, como el caso de la
desarrolladora GICSA, que vendió parte de sus activos, o Grupo Danhos, que
salió a buscar recursos institucionales a través de su fibra.
“Hemos pasado por varias crisis
intermedias y hemos salido bien librados, en los rendimientos con los
inversionistas o en los créditos con los clientes”, explica Guillermo Buitano.
En el segmento residencial, la
empresa lleva a cabo la comercialización y administración de sus proyectos; en
tanto que en los de usos mixtos su política radica en analizar perfectamente el
entorno, antes de tomar una decisión. El razonamiento es que el negocio de
proyectos de usos mixtos está tan fragmentado entre decenas de pequeños
desarrolladores, que para generar un valor agregado se requieren gestar
proyectos de complejidad.
“Con proyectos de 500,000 m2 que
demandan inversiones de más de 200 millones de dólares (mdd), requieres de un
equipo con know how y experiencia para lograr la propiedad del desarrollo.
Queremos proyectos bien ubicados con alguna característica que los haga
diferentes”, dice el director general de Abilia.
“Debido a la escacez y altos
precios de los proyectos, el uso mixto es la única forma de maximizar los
terrenos”, considera Sepúlveda, de la firma de servicios inmobiliarios DTZ.
“Para cualquier proyecto con diferentes usos, se requiere de un esquema
complejo, negociar con las autoridades, transferir potecialidades y otros
aspectos que sólo un jugador con estructura, conocimiento y capital puede
hacer”, aclara.
Entre los proyectos de gran
escala que Abilia desarrolla actualmente figuran Parques Polanco y Médica Sur,
en la Ciudad de México; y Latitud Victoria en Querétaro. El segundo de este
trío, diseñado por el despacho KMD, destaca por el valor que aporta a la zona
donde se ubica, al ampliar 150% la superficie actual del complejo hospitalario.
Además, en un lapso de seis a ocho años, el complejo constará de un hospital,
una universidad, centros de investigación y convenciones, un hotel, dos torres
de consultorios, departamentos y espacio comercial; así como de áreas de
empresas, residencia médica, entretenimiento y esparcimiento. Se espera que en
estos días inicie la construcción de la primera torre de consultorios.
Para alcanzar esas dimensiones,
Buitano dice que lo que conecta el modelo es la escala, la complejidad y la
ubicación, sobre todo porque el impacto de un proyecto integral y soportado
financieramente es mayor cuando en el mercado inmobiliario se vive un exceso de
liquidez como ahora, producido por las fibras, que en su mayoría han acotado
su operación a compras de activos productivos.
Aunque algunas fibras como
Danhos, Fibra Hotel y Fibra Inn compran activos, al tiempo que ejecutan
proyectos en desarrollo, la mayor parte de los fideicomisos se encuentran en
una etapa de adquisición de portafolios.
Hasta mayo pasado, de las diez
principales adquisiciones de fibras, ocho habían sido ejecutadas por fibra
Uno, según un análisis de la empresa CBRE. Entre las compras relevantes de ese
paquete destacan el portafolio de centros comerciales de Mexico Retail
Properties (MRP), 34 inmuebles industriales de Finsa, la Torre Mayor
desarrollada por Reichmann International y el Centro Bancomer.
Pero en Abilia no se dejan
intimidar y se centran en la gestión, tiempos de conceptualización y recursos
financieros para soportar el largo plazo.
Ésa es la escuela María Asunción
Aramburuzabala.
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