Hace unos días, las noticias deportivas se transformaron en asuntos policiales. La ciudad de Puno, amaneció conmocionada por la noticia escalofriante: “Entrenador de niños, en la escuela de fútbol del tradicional Club Alfonso Ugarte, atentó contra la vida y libertad sexual de un menor (pupilo suyo). El niño, víctima del abuso, vivió momentos que lo marcaron de por vida".
¿Se hubiera prevenido dicha situación?, ¿Por qué sucedió?, ¿Por qué tenemos que presenciar actos de esta naturaleza, para analizar y mejorar nuestro sistema deportivo?, ¿Por qué el conformismo y el desinterés en asumir responsabilidades por quienes son autoridades políticas y deportivas, escudados en la frase recurrente: “no hay presupuesto”?, ¿En manos de quién están los niños?...
Quizá lo sucedido será encubierto y olvidado en el tiempo, como muchas cosas en nuestra sociedad; además de la idea de ser un “caso aislado”, pero ¿Cómo se sentiría, si fuera la víctima su hermano, su hijo, su amiga o un conocido suyo?
Tal vez ésta situación podría crear desconfianza y se generalizaría a otros ámbitos (“justos pagaran por pecadores”). Menos oportunidad a ex-reos para reinsertarse socialmente y más desconfianza en ellos; temores y desconfianzas en padres y niños hacia clubes, entrenadores o deportes.
Solo el entrenador reincidente sabe porqué lo hizo, así deberá afrontar su proceso judicial. Todo ser humano (entrenador) tiene derecho a una nueva oportunidad en la vida (ex–reo); y éste, la debió tener entrenando a deportistas adultos, pues sus antecedentes lo condenaban a no vincularse con los niños. Se pudo prevenir la desdichada noticia, pero ¿A quién le importa prevenir?
Las autoridades deportivas y políticas están desinteresados en operar y crear un sistema de control y evaluación de calidad del servicio deportivo que previene el mal servicio y mejora el mismo (alguna vez lo propuse, sin atención, ni acogida); no solo debieran concentrarse en edificación de infraestructura deportiva y estrategias protagónicas. Los dirigentes y padres de familia también pudieron prevenir la desdichada situación.
No esperemos que los “casos aislados” sean recurrentes; no esperemos que le suceda a un conocido nuestro; no esperemos que se vuelva a escribir una PAGINA DEPORTIVA OSCURA; mejor actuemos en la prevención de estos hechos, implementemos un sistema de evaluación y control de calidad e intentemos mejorar nuestra realidad deportiva.
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