Las dos caras de los Juegos
Olímpicos de Brasil
FORBES- 2 de Agosto de 2016
El Brasil que ganó la sede de los
Juegos Olímpicos no es el mismo que los organizará, y los desalojados por las
obras para el evento pueden agravar la crisis política y económica.
La primera ocasión que Federico
Bruno corrió un maratón fue hace algunas semanas en Hamburgo. Sufrió. En las
fotos se notan sus labios hinchados, y aunque cubría su mirada con unas gafas
oscuras, se veía que fruncía el ceño casi como si quisiera llorar. Llegó a la
meta después de 2 horas y 15 minutos. Nada espectacular para la prueba, es el
tiempo 344 del año.
Sólo que las manecillas del reloj
son relativas, y ese tiempo fue suficiente para que calificara a los Juegos
Olímpicos de Río de Janeiro 2016, su primera experiencia de este tipo. Bruno
empezó su carrera en 2009 y hace siete años que la mente de este argentino
tiene entre sus objetivos la justa deportiva más importante del planeta.
Pero lo que es un sueño para
algunos, es una pesadilla para otros. María Peña, quien vive desde 1997 en el
barrio de Vila Autódromo, asegura que las autoridades le dieron por 99 años el
terreno que habita y que por ningún motivo está dispuesta a dejar su hogar.
Está a un lado del Parque
Olímpico, el sitio donde se construyen las instalaciones deportivas y lujosos
departamentos. En julio de 2014, un video casero muestra a María recargada en
la pared tomándose el rostro, sangrando. Los policías le quebraron la nariz
después de un conflicto con residentes del lugar. “La felicidad no tiene
precio”, afirma. Una frase espectacular para un comercial que retrata la
frustración de mirar cómo la construcción que promete impulsar a Brasil como
una nación de primer mundo puede terminar con su propia vida.
El corredor de maratón que
consigue una marca que lo coloca en Río y la construcción que le quita la
posibilidad de un hogar a una mujer de edad son las dos caras del Brasil
anfitrión de los mejores atletas del orbe. Son esas estampas lo bueno y lo
malo, los ganadores y los perdedores de los Juegos Olímpicos. Una dualidad que
se repite cada cuatro años, y esta vez es en Sudamérica. Es la primera ocasión
en la historia que esta región del mundo recibe al evento deportivo con mayor
impacto en el planeta.
10,000 historias y más
Llegar a unos Juegos Olímpicos no
es cualquier cosa. Al menos tienen que pasar cuatro años de trabajo para
conseguirlo. Más de 10,000 historias que contar, el mismo número de deportistas
que estarán en la segunda ciudad más grande de Brasil y la 26 del mundo este
verano para buscar el triunfo más épico de sus carreras.
¿Qué tienen que decir los juegos
de la vida? Todo. Los olímpicos nos obsequiaron ver al hombre más rápido de
todos los tiempos (Usain Bolt), a la perfección en toda la extensión de la
palabra (Nadia Comaneci) o el sacrificio más grande que se haya podido observar
(Gabriela Andersen)… También los JO nos adelantaron lo que viviría Grecia años
después, su peor crisis económica por el gasto excesivo para albergar la justa
en 2004 o los altos costos por tener la sede (15,000 mdd, Beijing 2008).
Casi todos recuerdan lo que
ocurre en los estadios, las arenas, las pistas, la piscina, ¿pero cuántas
María Peña han existido desde que se hizo la industria de los Juegos Olímpicos?
Los perdedores los encabezan los desalojados. Para ellos, el mensaje de esperanza
y de progreso por albergarlos no existe.
Según el documento Juegos
Olímpicos: vencedores y perdedores, de Matías Wagner y Fernando Mascarenhas, el
proceso de Río 2016 dejará a casi 13,000 personas sin hogar por la construcción
de las instalaciones (se tienen que ir a la buena… o tal vez a la mala).
Raquel Rolnik, representante de
la Organización de las Naciones Unidas en Brasil, señala: “Pintaban (las
autoridades) las casas con un número como lo hacían los fascistas en la Segunda
Guerra Mundial (para tomar posesión de ellas y derrumbarlas).” Savio Reader, en
Juegos y ciudades, reflexiona: “La retirada de familias es la fase más cruel
del urbanismo olímpico.”
En la otra acera están las
promesas de vivienda: la creación de 24,000 nuevos departamentos que ayudarán
a mejorar la calidad de vida de las personas de Río de Janeiro, según las
autoridades. Además, las perspectivas de ‘casa nueva’ vienen acompañadas con
las expectativas de empleo. El informe de la Fundación del Instituto de
Administración brasileña detalla que los puestos de trabajo entre 2017 y 2027
llegarán hasta las 131,000 vacantes anuales como consecuencia de los JO.
El puerto de Río, explica el
estudio Juegos Olímpicos: vencedores y perdedores, tendrá mayor actividad
económica y su población pasará de 20,000 a 100,000 personas… “la vivienda es
para clase media-alta”.
En 2009, el año en que ganó la
sede de los juegos, la prefectura de Río de Janeiro aprobó una ley que prohíbe
a los indigentes que estén en un radio de dos kilómetros de la zona de la
villa olímpica, el parque olímpico y las instalaciones del Comité Olímpico
Internacional (COI).
“Nosotros apestamos, por eso nos
quieren echar de aquí”, dijo Luis Claudio da Silva, habitante de Vila
Autódromo, en un reportaje emitido por Hispano Post. En total son 100 familias
que luchan por permanecer allí ante la presión de las autoridades por
desalojarlos.
Brasil gastó 10,600 mdd para
organizar el evento, según el último informe de la Autoridad Pública Olímpica
(APO), y datos del gobierno indican que tener la justa le permitirá un impulso
de la economía nacional que va de los 11,000 mdd entre 2009 y 2016 y de más de
13,500 mdd entre 2017 y 2027.
Hablamos de que en 18 años los
beneficios ascenderán a 24,500 mdd. Pero esta cifra siempre dependerá del
espejo con que se mire. Son proyecciones. El estudio Financing, ethics and the
brazilian olympics describe que en promedio los beneficios financieros en esta
‘fiesta deportiva’ no superan los 10,000 mdd y que en muchas ocasiones las
perspectivas para el futuro pueden estar “infladas hasta en 90%”.
¿A quién creer? ¿Es bueno o no
tener unos JO? ¿Quién gana y quién pierde? El especialista en economía de
megaeventos Benjamin McGuirk, de Providence College, expone que los “costos
finales están supeditados a la eficiencia de la preparación y el éxito que
tengan los juegos”. Lo cierto, concluye, es que “serán pagados a largo plazo a
través de nuevos incremento de los impuestos”.
En una derrota hay una victoria,
o viceversa. Después de pagar más de 10,000 mdd por tener los JO, las promesas
de ingresos y ganancias “no precisamente van a las arcas públicas; en ocasiones
es para los inversores privados. El fondo público es sacrificado por recibir
los megaeventos”, relata el documento Financing, ethics and the brazilian
olympics.
“Río pasó mucho tiempo
apareciendo en las páginas de los diarios del mundo con noticias de violencia
y pobreza.” Así se refirió Lula da Silva después de que regresó de Copenhague
con la sede de los JO en el bolsillo. Pero tener la justa le obligó a ofrecer
garantías, dinero que proviene de los ciudadanos. El Comité Olímpico
Internacional le exige cubrir cualquier necesidad financiera del comité
organizador, cubrir cualquier necesidad del COI, tener un fondo para cualquier
eventualidad; por ejemplo, el reembolso a terceros en caso de una contingencia
como la cancelación parcial o total de los juegos.
El día en que la guardia nacional
le partió la nariz a María Peña ni siquiera lloraba; se limpiaba la sangre y
le gritaba con furia a la policía. Dice que está dispuesta a defender su hogar.
El carril del dinero
El Comité Olímpico Internacional
es una empresa que en el proceso de Londres 2012 facturó casi 1,000 mdd. El
dinero no viene del país donde se organiza la justa, sino de los socios
comerciales que firman contratos de largo plazo y por cantidades importantes.
Ahora tiene a 11 patrocinadores que le permiten subsistir con comodidad
(Coca-Cola, Atos, Bridgestone, Dow, General Electric, McDonald’s, Omega,
Panasonic, P&G, Samsung y Visa). Y para los JO de Brasil se sumaron algunos
sponsors oficiales (muchos de ellos locales) como Bradesco, Correios, Embratel,
Claro y Nissan.
Los beneficios son para las
grandes multinacionales (las ganadoras). Por ejemplo, hace cuatro años, para
los JO de Londres, P&G realizó una campaña específica que le benefició en
la imagen, regaló más de 60,000 boletos y de paso obtuvo 20 mdd en ingresos en
Reino Unido atribuidos a la justa. General Electric aprovechó que es una de
las marcas olímpicas más fuertes para acompañar al COI a Beijing y lograr
contratos en China valuados en 750 mdd.
Brasil y su imagen es otra de las
posibles victorias de Juegos Olímpicos. Sobre China, el estudio Megaeventos
deportivos mundiales como herramienta para mejorar la imagen marca-país, de la
Universidad de Chile, señala que tras los juegos de Beijing 2008, el país fue
capaz “de mostrarse como una gran economía, capaz de crear un evento magnífico
y dejar de lado el criticado componente político”.
Pero “si bien en muchos países
que han organizado megaeventos hay un aumento considerable del turismo,
ocupación hotelera, venta de pasajes, es importante que los gobiernos trabajen
con ese éxito y no lo dejen, porque se puede ir”.
Para los miembros del gobierno
federal brasileño, la realización de los juegos permitirá un legado de
sustentabilidad en seguridad, infraestructura, rehabilitación del puerto,
educación y deporte, y para los sponsors, la posibilidad de beneficiarse de la
exposición de su marca con los 4,800 millones de televidentes que puede tener
el evento, además de aprovechar para hacer negocios y entrar al mercado
latinoamericano con mayor fuerza.
Los habitantes de Vila Autódromo
han montado una barricada en la entrada de su barrio para vigilar en caso de
que se intente hacer un desalojo. Allí, las construcciones son viejas, a medio
terminar, con escombros de las viviendas que han sido seducidas por el
‘espíritu olímpico’ y fueron derribadas para construir obras de cara a Río
2016. Ellos no tendrán la capacidad de comprar alguna de las nuevas casas, y
por eso defienden su hogar. En cada victoria hay una derrota.
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