Las ‘narco-modelos’, un mito muy real
El Confidencial
- domingo, 14 de agosto de 2016
Catalina y
Jessica esperan en un ceñido vestido de minifalda en la puerta de una lujosa
mansión. “¿Es muy viejo?”, pregunta Cata a su compañera. “No sé, pero es un
viejo bien conservado y lo más importante: tiene dinero”, responde ésta. “¿Ya
no trafica con drogas, cierto?”. “No”. “¡Ay, qué lástima!”. Las dos amigas
hablaban del narco Marcial. Catalina es una joven humilde de 17 años, la
protagonista de la narco-novela ‘Sin tetas no hay paraíso’, una de las
producciones colombianas más costosas.
Catalina era de
Pereira (centro de Colombia), como Sara Galeano, encarcelada en China desde
2009 por tenencia de estupefacientes. Su hermana Diana explica a El
Confidencial que Sara se envolvió en el narcotráfico “debido a las deudas para
pagarse una operación de senos”. Su reclusión en la cárcel es una “agonía”
debido a “la falta de tratamiento por una enfermedad terminal que sufre” y por
la que podría ser repatriada. “Ojalá todos los seres humanos pensaran antes de
meterse a algo que creen fácil, porque a ellos los encarcelan pero los de fuera
también padecemos”, se lamenta la hermana, quien se despidió de Sara en el
aeropuerto sin saber adónde viajaba y recibió una llamada suya dos meses
después desde una prisión china. El narcotráfico daña tanto como atrae en
Latinoamérica, con casos que a veces superan la ficción.
La imagen cliché
de ‘narco-modelo’ tan explotada en las novelas latinas ha traspasado las
pantallas recientemente. Hace días, la modelo y futbolista colombiana Juliana
López, de 23, fue condenada también en China a 15 años de cárcel tras ser
capturada con 610 gramos de cocaína en su portátil. A mediados de mes, la
modelo argentina Joanna Birriel, de 24 años, murió en una prisión de Guatemala
durante una reyerta entre narcos, mientras visitaba al “Rey de las cárceles”,
Byron Lima, el reo más poderoso de ese país.
Las modelos
resultan un blanco fácil para los narcos. El presidente de la Asociación
Colombiana de Modelos (ACOM), Roger Eder, cuenta a este diario como “en
paralelo al mundo de las modelos, lastimosamente se ha desarrollado una
industria, especialmente del narcotráfico, que se aprovecha de los sueños y las
necesidades de esas jóvenes”, según varios casos de ofertas que algunas de sus
compañeras de gremio han recibido.
Aunque la
mayoría de mujeres detenidas por delitos de narcotráfico tienen un perfil de
madres solteras que se meten en el negocio para dar de comer a sus hijos, en
algunos casos la necesidad no representa un motivo, sino la codicia. Para el
analista en conflictos urbanos, Fernando Quijano, en Latinoamérica existe una
atracción especial por el dinero, el poder y la posición que tiene la
criminalidad. Por tanto, para algunas famosas puede resultar natural -indica-
involucrarse con narcotraficantes que ofrecen lujos, protección y patrocinio.
Como ejemplo reciente: la indescriptible fascinación de la actriz mexicana Kate
del Castillo por ‘El Chapo’ Guzmán.
Narcoestética:
curvas y melena rubia
La relación de
las 'vedettes' criollas con los grandes capos no es ninguna novedad. En los
ochenta, la reconocida presentadora de televisión, la colombiana Virginia
Vallejo, fue una de las primeras en enfrentarse a esta polémica por su relación
con Pablo Escobar, que narró en el libro 'Amando a Pablo, odiando a Escobar'.
Medellín, donde operaba el narco más renombrado de la historia, figura entre
las diez ciudades del mundo donde más cirugías estéticas se practican las
mujeres, según cifras de la Sociedad de Cirugía Plástica y Estética. El
fenómeno conocido como la ‘narcoestética’ -curvas voluptuosas y melena rubia-
ha calado en muchas regiones de Latinoamérica desde los noventa. A pesar de la
evolución en los últimos años sobre la visión de la mujer y su cuerpo. Para la
experta en temas de género y criminalidad, Corina Giacomello, “para muchas
jóvenes el cuerpo es la única manera de salir de la pobreza”.
El sueño de
algunas de esas mujeres, las llamadas ‘buchonas’, que utilizaron su apariencia
para satisfacer sus ostentosas aspiraciones, se convirtió en pesadilla. Es el
caso de López, quien se enfrentaba incluso a la pena de muerte frente a las
autoridades chinas, o de otra colombiana, Angie Sanclemente, detenida en
Argentina acusada de liderar una banda de narcotráfico y de intentar traficar
55 kilos de cocaína a España. Tras su liberación al cumplir la mitad de la
condena en julio de 2013, la modelo catalogada como la ‘Reina de la Coca’
denunció haber sufrido un “infierno” al ser “golpeada” durante los dos años en
prisión. El Confidencial ha recopilado hasta 43 casos de ‘narco-modelos’
detenidas en Latinoamérica durante la última década.
Como
Sanclemente, muchas han sido acusadas por tratar de introducir droga a Europa.
Las modelos argentinas Belén Téllez y Jéssica Almada, ambas de 27 años, fueron
detenidas en el aeropuerto de Barcelona en 2006 por portar 16,2 kilos de
cocaína en cuatro de las seis maletas. Su absolución, un año y medio después,
desveló que habían viajado engañadas por falsas promesas de su representante.
El titular de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA),
Claudio Izaguirre, señaló que las bandas "desarrollan variantes para
retirar la droga del país, una de ellas es captar chicas bajo la excusa de los
contratos para ejercer de modelos en Europa, pero en rigor son mulas de lujo".
Las ‘mulas’
suelen transportar entre tres y cinco kilos de cocaína y reciben alrededor de
5.000 euros. Y las modelos, según especialistas, son un blanco fácil. "Los
reclutadores apuntan a chicas modelos con grandes necesidades económicas, de
triunfo inmediato para sobrevivir y con escasa formación intelectual",
asegura Roberto Locles, de la Asociación Argentina de Criminalistas.
Utilizadas o no,
el papel de las mujeres en el tráfico de drogas se suele limitar al transporte,
las conocidas como ‘mulas’, el eslabón más débil de la cadena. En la cárcel de
mujeres de Ezeiza, cerca del aeropuerto de Buenos Aires, el 47% de las
detenidas son ‘mulas’. “Para los narcos significan ‘pérdidas bajas’ y para los
Estados ‘ganancias grandes’, porque son presas fáciles que engrosan las cifras
de detenciones. Por eso también hay muchas que sufren largas esperas hasta su
sentencia”, afirma Giacomello. Para entrar en el negocio, el requisito a menudo
es claro: ser hermosa. La investigadora cuenta a este diario el caso de una
‘mula’ venezolana que montó su propia agencia de ‘mujer prepago’ y ella misma
reconoce que busca “contratar chicas guapas, porque ayudan a distraer a las
autoridades”.
Asimismo, en
muchas ocasiones “el involucramiento de las mujeres a las actividades
delictivas se deriva del vínculo familiar o sentimental con hombres que las
invitan a transportar drogas”, de acuerdo a un estudio del Consorcio
Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC). Esto también se aplica para las
modelos. Destacan en los últimos años varios casos de misses y famosas
venezolanas. Karla Osuna, presentadora de televisión, detenida en 2012 junto a
su novio y otro hombre con 200 kilos de cocaína en su camioneta. La Miss Zulia,
Gabriela Fernández, permanece en prisión desde 2012 por su presunto nexo con
‘El Loco’ Barrera, uno de los capos colombianos más peligrosos.
'Las muñecas de
los narcos'
El envolvimiento
de la mujer en el narcotráfico se ha disparado en Latinoamérica, o al menos la
lucha de los países contra el negocio. La población carcelaria femenina aumentó
en 51,6% en los últimos quince años, en comparación con un 20% para los
hombres, aunque las mujeres todavía representan un 6% de la población
penitenciaria total, según datos del Institute for Criminal Policy Research,
que revelan como las encarcelaciones de mujeres por delitos de drogas se dispararon
hasta un 271% en Argentina entre 1989 y 2008, y 290% en Brasil entre 2005 y
2013. En el continente, cada seis o siete de las reclusas (ocho en México)
permanecen entre rejas por delitos de drogas, tal y como desvela el informe
“Mujeres, delitos de drogas y sistemas penitenciarios en América Latina”.
“La vida de
muñeca (del narco) está llena de mentiras, de ilusiones”, narra Renata ya en
tercera persona, tras dejar atrás su relación desde niña como mula y amante de
varios narcos: "Son patonas, tetonas y culonas, por fuera muy bellas, pero
por dentro vacías. Solo piensan en lo que pueden conseguir de los mágicos y no
en lo que pueden lograr por sí mismas”, relata sobre su calvario esta
colombiana en el libro 'Las muñecas de los narcos' (Aguilar), escrito por el
exnarco Andrés López y el periodista Juan Camilo Ferrand.
El narcotráfico
encabeza la lista de las actividades criminales, que equivalen al 7% de las
exportaciones mundiales. Si el crimen organizado fuera un país, estaría entre
las 20 mayores economías del planeta. Un multimillonario negocio que seduce a
miles de personas. No existen datos relevantes sobre el grado de atracción de
las jóvenes por tener a priori una “vida fácil” al lado de un narco, pero un
sondeo de empresas privadas reveló que al 40% de las jóvenes de Secundaria del
estado mexicano de Michoacán les gustaría tener un romance con algún miembro de
los cárteles.
Un deseo que
parte tanto de una estructura social como de un espectro cultural dominado por
el narcotráfico. No por casualidad, ‘Sin tetas no hay paraíso’ fue la serie más
vista en Colombia en 2006. En ocasiones, realidad y ficción han tenido a las
mismas protagonistas, como en el caso de Lilian Lozano, la reina y actriz
colombiana de ‘Pasión de Gavilanes’ asesinada en 2009 junto a su novio Fabio
Vargas, hermano de un narco, por una vendetta entre bandas.
¿Antes el huevo
o la gallina? ¿Antes la realidad o la ficción? Lo cierto es que el goteo de
escándalos de ‘narcomodelos’ sigue demostrando la ambición de algunas mujeres
por alcanzar una vida de lujos y caprichos a cualquier precio, pero sobre todo,
perpetúa ciertos estereotipos y perjudica la concepción de la mujer en
Latinoamérica. En Colombia, como en el resto de la región, para una mujer de
clase baja gozar la vida de Catalina hay pocas salidas: la más fácil, hacerse
novia de un narco. Un camino que casi siempre termina en drama. Cata acabó al
borde del suicidio. En la realidad, se acaba entre rejas o en una cuneta.
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