Lo que los adolescentes más
necesitan de sus padres
The wall
street journal- Agosto de 2016
En los años más tormentosos de su
desarrollo, los jóvenes necesitan entrenamiento, apoyo, buenos ejemplos y, más
que nada, comprensión.
Los años de adolescencia pueden
ser difíciles de explicar para los padres. Niños sensibles se vuelven
despistados o empiezan a tener cambios de ánimo significativos. Adolescentes
anteriormente sensatos se suben a autos con conductores peligrosos o asumen
otros riesgos tontos.
Nuevas investigaciones ofrecen
explicaciones para algunos de estos misterios. Las imágenes cerebrales añaden
otro tipo de datos que pueden ayudar a probar hipótesis y corroborar los
relatos de los mismo adolescentes sobre comportamiento y emociones. Decenas de
estudios han hecho seguimiento al desarrollo de adolescentes por varios años,
en lugar de comparar grupos de jóvenes en un solo punto.
La nueva ola de investigaciones
hace posible identificar cuatro fases importantes en el desarrollo de habilidades
intelectuales, sociales y emocionales que la mayoría de los adolescentes
experimenta en ciertas edades. Esta es una guía de los descubrimientos más
recientes.
De los 11 a los 12 años
A medida que la pubertad adquiere
importancia, los preadolescentes pueden retroceder en algunas habilidades
básicas. En esta fase, el aprendizaje espacial y ciertos tipos de razonamiento
pueden declinar, muestran los estudios. Las partes del cerebro responsables de
la memoria prospectiva, o las que recuerdan lo que se supone que debe hacer en
el futuro, todavía están en proceso de maduración. Esta puede ser la razón por
la que un adolescente puede parecer desorientado si se le pide que le dé al
maestro una nota antes de la escuela.
Capacitar a preadolescentes en
habilidades de organización puede ser útil. Los padres pueden ayudar a crear
pistas de memoria en las rutinas diarias, como colocar el maletín de gimnasia
en la puerta principal, o ayudar a programar recordatorios en un teléfono
celular.
En los primeros años de la
adolescencia, las habilidades de razonamiento y capacidad de decisión aún no
están totalmente desarrolladas. ENLARGE
En los primeros años de la
adolescencia, las habilidades de razonamiento y capacidad de decisión aún no
están totalmente desarrolladas. ILLUSTRATION: ROBERT NEUBECKER
Los padres pueden ayudar a
fomentar una toma de decisiones sensata, a analizar pros y contras y a tener en
cuenta otros puntos de vista. Los niños que a los 10 u 11 años saben tomar
decisiones racionales tienden a mostrar menos ansiedad y tristeza, terminar en
menos peleas y tener menos problemas con los amigos a los 12 y 13 años, de
acuerdo con un estudio de 2014 de 76 participantes publicado en la revista Journal
of Behavioral Decision Making.
Al permanecer cálidos y
comprensivos, los padres pueden influir en la forma en que se desarrolla el
cerebro de su hijo adolescente en esta etapa. Un estudio de 2014 de 188 niños
comparó el efecto de las madres que eran cálidas, cariñosas y reaccionaban de
forma afirmativa durante los desacuerdos, en comparación con las madres que se
enojaban y discutían. Los adolescentes a los 16 años, que a los 12 años tenían
madres cariñosas, mostraron cambios cerebrales relacionados con menores tasas
de tristeza y ansiedad y un mayor autocontrol, según el estudio dirigido por
investigadores de la Universidad de Melbourne, en Australia.
De los 13 a 14 años
Los padres deben prepararse para
lo que es a menudo una etapa tremendamente emocional. Los adolescentes se
vuelven sensibles a las opiniones de los compañeros y reaccionan fuertemente a
ellos. Sin embargo, las habilidades sociales que necesitan para averiguar lo
que sus compañeros realmente piensan no madurarán plenamente durante años, lo
que hace de esta una fase confusa y potencialmente miserable.
Casi al mismo tiempo, la
respuesta de los adolescentes al estrés se vuelve caótica, lo que provoca más
portazos y lágrimas. El impacto del estrés social llega a su punto máximo
alrededor de esta etapa. De los adultos con trastornos mentales a menudo
causados por el estrés, 50% recibió un diagnóstico antes de los 15 años. Otras
investigaciones entre los 11 y los 15 años los jóvenes se vuelven tristes y
ansiosos cuando son blancos de exclusión de los grupos sociales, mientras que
los adultos no muestran una reacción similar.
Las partes del cerebro más
vulnerables al estrés aún están en maduración, así que las estrategias para
sobrellevar la situación que los adolescentes usan en esta etapa pueden llegar
arraigarse en los circuitos del cerebro como patrones de toda la vida, según
una revisión de una investigación publicada en 2016 en Developmental Science
Review. Los psicólogos aconsejan enseñar y dar ejemplo de habilidades de
relajación, como la meditación, el ejercicio o escuchar música.
Entre los 13 y los 14 años
aumenta la susceptibilidad ante el estrés social. La actividad física y la
meditación pueden ayudar a manejar esa energía. ENLARGE
Entre los 13 y los 14 años
aumenta la susceptibilidad ante el estrés social. La actividad física y la
meditación pueden ayudar a manejar esa energía. ILLUSTRATION: ROBERT NEUBECKER
Ayude a sus hijos en las
habilidades de amistad, incluyendo como leer las expresiones y el lenguaje
corporal de sus compañeros. Anímelos a escoger a sus amigos con base en
intereses compartidos, no en la popularidad, y que rechacen a amigos que no son
amables. Enséñeles a reparar amistades después de una pelea con una disculpa,
haciendo enmiendas o cediendo en algo.
El apoyo de la familia es un
amortiguador para el estrés. Los adolescentes cuyas familias proporcionan
compañía, ayudan a resolver problemas y ofrecen apoyo emocional tienen menos
probabilidades de deprimirse después de una fuerte exposición al estrés, según
un estudio de 2016 de 362 jóvenes israelíes publicado en el Journal of Family
Psychology.
De los 15 a los 16 años
El apetito por el riesgo de los
adolescentes llega a su punto máximo en esta edad, de acuerdo con un estudio de
2015 con más de 200 participantes entre las edades de 8 a 27 años que hicieron
investigadores de la Universidad Leiden en Holanda.
Los receptores de recompensa del
cerebro están en pleno auge, lo que amplifica la respuesta de los adolescentes
a la dopamina, un neurotransmisor asociado con sentimientos de placer y
satisfacción. Esto hace que la búsqueda de emociones fuertes sea más deseable
que en cualquier otra etapa de la vida.
Los miedos normales al peligro se
suprimen temporalmente durante la adolescencia, un cambio que los científicos
creen que tiene sus raíces en una necesidad evolutiva de salir de la casa
paterna y explorar nuevos hábitats. Estudios han encontrado que los adolescentes
no logran cambiar su apreciación de una situaciones de riesgo, incluso después
de haber sido advertidos de que los riesgos son mayores de lo que esperaban.
La capacidad de hacer y mantener
buenos amigos es especialmente útil en esta etapa. Los adolescentes con amigos
de confianza y con cuyo apoyo cuentan son menos propensos a involucrarse en
conductas de riesgo como el hurto, viajar con un conductor peligroso o tener
relaciones sexuales sin protección, según un estudio de 2015 de 46 adolescentes
dirigido por la doctora Eva Telzer, profesora asistente de psicología de la
Universidad de Illinois en Champaign-Urbana. Los adolescentes que a menudo
pelean con los amigos cercanos son más propensos a asumir más riesgos.
No es demasiado tarde para que
padres cálidos y dispuestos a apoyar marquen una diferencia. En una prueba de
laboratorio de toma de riesgo, los adolescentes que crecieron más cerca de sus
padres a partir de los 15 años mostraron una menor activación de una región del
cerebro vinculada a la toma de riesgos y apostaron a menos oportunidades 18
meses más tarde, según un estudio de 2015 de 23 adolescentes publicado en
Developmental Cognitive Neuroscience. La cercanía incluía a padres que
respetaban, ayudaban a hablar sobre problemas, y no gritaban ni discutían,
según el estudio, del que Telzer fue coautora.
De los 17 a los 18 años
Los beneficios de la habilidad
del cerebro de los adolescentes de cambiar y desarrollarse son evidentes en
esta etapa. Algunos jóvenes muestran aumentos de su coeficiente intelectual.
Los adolescentes que ya son inteligentes probablemente ganarán en inteligencia,
según un estudio de 2013 de 11.000 pares de gemelos liderado por investigadores
de la Universidad Estatal de Pensilvania en University Park, y la Universidad
de Colorado en Boulder.
En adolescentes mayores, las
partes de la corteza prefrontal responsables de juicio y la toma de decisiones
típicamente están lo suficientemente desarrolladas para frenar emociones fuera
de control y la toma de riesgo. Las habilidades de función ejecutiva, como la
resolución de problemas y la planificación de estrategias, continúan
desarrollándose al menos hasta los 20 años, según un estudio de 2015 realizado
por investigadores de la Universidad de Sheffield Hallam, Inglaterra.
Las habilidades sociales y
regiones del cerebro relacionadas siguen en maduración, según los
investigadores, incluyendo a Sarah-Jayne Blakemore, profesora de neurociencia
cognitiva del University College de Londres. En esta etapa, los adolescentes
son mejores para darse cuenta de cómo se sienten los demás y mostrar empatía.
Sin embargo, todavía carecen de la capacidad de descifrar los motivos y las
actitudes de las personas en situaciones sociales complejas, como averiguar por
qué un amigo puede cambiar de repente el tema de conversación durante una
fiesta.
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