El estigma del cáncer acecha a las bebidas
alcohólicas
The wall street journal- agosto de 2016
Los gobiernos reexaminan la idea
de que el consumo moderado es de alguna forma beneficioso para la salud
En una conferencia de cerveceros
realizada esta año, un grupo de lobby de la industria de bebidas alcohólicas
hizo un disparo de advertencia en lo que se ha convertido en una
multimillonaria batalla global. Los funcionarios de salud pública “quieren
venir a decirle a la gente que el alcohol causa cáncer”, dijo al auditorio
Sarah Longwell, directora general del Instituto de Bebidas de Estados Unidos.
La industria, agregó, estaba en riesgo de perder su “halo de salud”.
Durante décadas, los productores
de vino, cerveza y licor han sido ayudados por la noción —consagrada por una
serie de recomendaciones de las autoridades sanitarias— de que un poco de
alcohol puede aportar ciertos beneficios para el corazón y otros aspectos de la
salud humana. Este consenso está cambiando rápidamente. A la luz de
investigaciones recientes que destacan posibles riesgos de cáncer, funcionarios
de salud pública en todo el mundo están reexaminando sus recomendaciones.
El cambio presiona a la industria
de licores en algunos de sus principales mercados, como EE.UU., Reino Unido y
Rusia. La respuesta del sector es tan amplia y tan costosa como la amenaza que
percibe, e incluye el ataque a los promotores de políticas contra el alcohol,
la colaboración con los gobiernos para elaborar nuevas medidas de salud y la
financiación de sus propias investigaciones.
Refiriéndose a los críticos de
las bebidas alcohólicas en una conferencia de ejecutivos de la industria
realizada en abril, Jim McGreevy, presidente del mencionado Instituto, dijo:
“No podemos permitir que ellos ganen terreno”.
Las autoridades del Reino Unido
atenuaron en enero la recomendación (vigente desde hace 20 años) de que el
consumo moderado de alcohol podría ayudar al corazón, diciendo que esos
beneficios son menores de lo que se había pensado. El gobierno emitió nuevas
directrices diciendo que la ingesta de alcohol aumenta el riesgo de ciertos
tipos de cáncer. “No hay un nivel seguro de consumo de alcohol”, indicó en una
entrevista televisiva Sally Davies, Directora General de Salud del Reino Unido.
También en enero, el Departamento
de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (HHS, por su sigla en inglés) eliminó de
sus recomendaciones la parte que indicaba que beber moderadamente podría
disminuir el riesgo de enfermedades del corazón en algunas personas. Cuando se
le preguntó la razón, la portavoz del HHS dijo que hacían falta más revisiones
“para comprender mejor los resultados de salud que pueden o no estar asociados
con el consumo moderado de alcohol”.
Mientras tanto, Corea del Sur,
citando posibles riesgos de cáncer, siguió este año a Australia en restringir
el máximo consumo de alcohol recomendado. Hace unos años, después de un estudio
de la Organización Mundial de la Salud (OMS) describiera diversos peligros que,
en su opinión, beber representa para la salud, como conducir a un mayor número
de accidentes e infecciones, Rusia limitó la venta de alcohol y fijó impuestos
a la cerveza y el vodka (los países difieren en lo que consideran consumo
moderado).
La amenaza para el sector no es
tan aguda como la sufrida por la industria tabacalera, que se contrajo debido a
la rápida evolución de las actitudes del público y a las políticas de los
gobiernos después de que se determinó que fumar causa cáncer de pulmón,
enfermedades cardíacas y otras dolencias.
No obstante, los consejos de los
gobiernos tienen su influencia, aunque quienes acuden a menudo a los bares no
las tengan en cuenta. Las recomendaciones influyen en los gobiernos a la hora
de establecer impuestos a las bebidas alcohólicas, horarios de venta al por
menor y restricciones a la publicidad. De manera más sutil, pueden influir en
la actitud del público hacia el alcohol. El gigante cervecero Anheuser-Busch
InBev NV incluye en su estado de riesgo corporativo que la OMS trata de reducir
lo que llama el uso nocivo del alcohol en 10%.
En Australia, el consumo de
alcohol se redujo después de que el gobierno aconsejó en 2009 beber menos. La
ingesta cayó de 10,6 litros anuales por persona a 9,7 litros. En Maryland,
EE.UU., las ventas de licores, vinos y cervezas cayeron después de que el gobierno
aumentó los impuestos al alcohol en 2011. Las ventas de alcohol en Rusia han
descendido más de 20% a lo largo de varios años, luego de que el gobierno
tomara medidas contra la venta de bebidas alcohólicas en reacción al informe de
la OMS.
La idea de que el consumo
moderado de alcohol podría ser bueno para la salud en algunos aspectos se
remonta a cuatro décadas de investigación. Arthur Klatsky, un cardiólogo de
California, estaba tratando de determinar los factores del estilo de vida que
pueden afectar la salud cardiovascular cuando sorpresivamente descubrió que los
bebedores moderados tenían menos ataques al corazón y un riesgo estadístico
menor de morir por una enfermedad coronaria que los abstemios.
Este hallazgo “cambió el
paradigma para el estudio de los efectos del alcohol”, según la Fundación de
Investigación Médica de Bebidas Alcohólicas. La organización precursora de esta
entidad financió en ocasiones el trabajo de Klatsky.
En 1995, el Departamento de Salud
y Servicios Humanos de EE.UU. revisó sus recomendaciones sobre el alcohol,
eliminando las que decían que el alcohol no producía “ningún beneficio neto
para la salud” y que beber “no es recomendable”. En su lugar, el HHS dijo que
el consumo moderado de alcohol estaba asociado con un menor riesgo de
enfermedad coronaria en algunas personas.
“La ciencia está de nuestro
lado”, proclamó al año siguiente una ejecutiva cervecera en una conferencia del
sector. Patti McKeithan, de Miller, recomendó a sus colegas iniciar cada
reunión con legisladores diciendo que “el alcohol puede ser parte de una dieta
saludable”, según documentos de los archivos de litigios del tabaco (en ese
momento, Miller era propiedad de la tabacalera Philip Morris).
Ahora, la investigación está
volviendo a cambiar el consenso.
Uno de los primeros síntomas se
produjo casi una década atrás, cuando los funcionarios de la OMS se propusieron
desarrollar una nueva política sobre el alcohol, focalizándose en la “carga
global de la enfermedad”, una evaluación de una amplia gama de posibles efectos
sobre la salud, incluidos los indirectos, como las tasas de accidentes y
ciertas infecciones.
“Fue el tipo de material que sale
de la OMS lo que nos hizo temer por nuestras vidas”, dijo Mitch Ramsay,
ejecutivo de SABMiller PLC.
Ramsay trataba con algunos
gobiernos de África, una región en que la industria de la cerveza cifraba sus
expectativas de crecimiento. Un informe negativo de la OMS podía incitar a los
gobiernos de la región a imponer nuevas restricciones.
SABMiller ofreció a varios
gobiernos africanos “un taller sobre el alcohol […, sus] políticas y cómo deben
ser gestionadas”, dijo Ramsay, que hizo hincapié en que frenar las ventas de
cerveza podría afectar a la economía local y que los cerveceros tienen derecho
a vender alcohol en esos países.
Ramsay dijo haber “interceptado”
una política en Malawi que habría aumentado los impuestos al alcohol. Botswana
adoptó originalmente una propuesta redactada por Ramsay, pero luego dio marcha
atrás y estableció un estricto impuesto sobre el alcohol. Botswana dejó de ser
la fuente de ingresos que había sido hasta entonces para SABMiller.
El Ministerio de Salud de
Botswana confirmó el relato de Ramsay. El de Malawi no respondió a las
preguntas.
En un informe de 2010, la OMS
catalogó como nocivo el consumo de alcohol “incluso cuando se tienen en cuenta
los modestos efectos beneficiosos, especialmente respecto de la cardiopatía
coronaria, del consumo moderado de alcohol en algunas personas de 40 años o
más”.
El reporte agregó que “el uso
nocivo del alcohol es un contribuyente significativo” de algunas enfermedades, como
la diabetes, y sugirió a los gobiernos crear impuestos para reducir el consumo.
Más recientemente, los
funcionarios de salud pública se han centrado en investigar la relación entre
el consumo moderado de alcohol con el mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer.
Mark Bellis, un funcionario de
salud pública de Gales, dijo que la recién descubierta capacidad de aislar los
efectos de alcohol de otros factores como la dieta y el ejercicio ha puesto de
manifiesto “pruebas abrumadoras” de la relación entre el cáncer y el alcohol.
Al revisar sus directrices a
principios de este año, el Reino Unido llegó a la conclusión de que “el riesgo
de desarrollar una serie de enfermedades (incluyendo, por ejemplo, el cáncer de
boca, garganta y seno) aumenta “con cualquier cantidad bebida regularmente”.
“Enlazar [estas enfermedades] con
el alcohol cambia las reglas del juego”, señaló Linda Bauld, profesora de salud
pública de la Universidad de Stirling, en Escocia, que ayudó a los funcionarios
de salud del Reino Unido a elaborar las nuevas recomendaciones.
Estas no niegan que beber alcohol
tenga efectos beneficiosos para el corazón, pero estos “son menos y se aplican
a un grupo más pequeño de la población de lo que previamente se pensaba”,
reduciendo potencialmente el riesgo de muerte sólo a las mujeres mayores de 55
años.
En Irlanda, ante un proyecto de ley
que prohibe la publicidad del alcohol, fija precios mínimos y obliga a poner
etiquetas de advertencia en los envases, el conglomerado de licores Diageo PLC
financió a un grupo local que promueve la moderación al beber. Este grupo se
convirtió en objeto de controversia cuando se supo que Diageo lo financiaba. El
proyecto de ley sigue en estudio.
En Escocia, Diageo apoya una
batalla legal dirigida por la Asociación del Whisky Escocés y los productores
de vino europeos contra una ley que fija precios mínimos al alcohol. La entrada
en vigencia de la ley depende de un fallo judicial.
En EE.UU., Guy Smith, un ex
ejecutivo de la industria del tabaco que ahora trabaja para Diageo, llamó
recientemente “ciencia basura” a un estudio de la publicidad de bebidas alcohólicas,
y dijo que empañaba la reputación de los científicos que lo elaboraron.
“Devolvemos el golpe cuando hay estudios tontos”, aseveró.
La cervecera AB InBev lanzó el
año pasado un programa llamado Objetivos Inteligentes de Beber, que pretende
abordar los temas planteados por la OMS mediante una reducción del 10% del
consumo de alcohol en seis ciudades en un plazo de 10 años. AB InBev ha
introducido recientemente una Budweiser sin alcohol en Canadá y apunta a que el
20% de sus ventas de cerveza sea sin o con bajo contenido de alcohol.
AB InBev y Diageo y sus rivales
Heineken NV y Pernod Ricard SA comparten parte de los costos del primer ensayo
aleatorio que evalúa los efectos de salud del alcohol. El estudio cuesta
US$55,4 millones y será supervisado por el Instituto Nacional de Abuso de
Alcohol y Alcoholismo de EE.UU.
Los investigadores planean
inscribir a 8.000 sujetos mayores de 50 años con riesgo de enfermedad cardíaca.
Algunos serán asignados al azar a abstenerse del alcohol y los demás tendrán una
bebida al día. El estudio comparará la incidencia de infarto de miocardio,
accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2 en ambos grupos después de seis
años (no está diseñado para evaluar el riesgo de cáncer).
Aunque saben que los “hallazgos
[del estudio] pueden ir en cualquier dirección”, las empresas creen que dicho
estudio “es importante para obtener una respuesta concluyente y definitiva para
cuestiones de salud pública para los consumidores y nuestro negocio”, dijo Jack
Shea, un portavoz de Pernod Ricard.
Dos médicos de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Boston han debatido estos asuntos durante años.
Uno de ellos, Tim Naimi, es parte de un grupo de investigadores subvencionado
por el gobierno. El otro, Curtis Ellison, solía recibir mucha financiación de
grupos de la industria del alcohol, pero dejó de recibir esos fondos en 2013 a
pedido del nuevo decano de la escuela de medicina.
En un análisis publicado en
marzo, Naimi y sus coautores describen lo que denominan un error en algunos
estudios que encontraron más enfermedades del corazón en los no bebedores que
en los bebedores moderados. Algunos de los no bebedores dejaron el acohol luego
de sufrir una enfermedad, dijo el análisis. Después de corregir esta y otras
cuestiones, los investigadores concluyeron que el consumo moderado de alcohol
no tuvo beneficios netos sobre la salud.
El análisis fue criticado por
Ellison, que ganó fama hace más de dos décadas por una investigación que
atribuyó al vino el crédito por la “paradoja francesa” de bajas tasas de
mortalidad por enfermedades del corazón a pesar de dietas altas en grasas saturadas.
Según Ellison y sus colegas de
investigación, el análisis de Naimi no tuvo en cuenta estudios que habían
encontrado efectos beneficiosos de la ingesta de alcohol y que además
descalifica estudios en animales que han demostrado que el alcohol aumentaba la
protección del colesterol. Esta omisión es “inconcebible”, dijo el grupo de
Ellison, denominado Foro Científico Internacional para la Investigación del
Alcohol.
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