¿Marketing de lujo? A la medida, por favor
FORBES- 23 de Agosto de 2016
Aunque el nivel socioeconómico es una variable
relevante para identificar a los consumidores del lujo, ésta no es suficiente.
No todos los ricos son consumidores de lujo y éstos requieren de un “marketing
a la medida” que entienda sus verdaderas motivaciones de consumo.
Disponer de un alto poder
adquisitivo es un requisito necesario para poder consumir productos y servicios
de alta gama pero no es suficiente para identificar a los verdaderos
consumidores del lujo. Limitar la visión del perfil de los consumidores del
lujo a su capacidad económica puede conllevar a una definición incompleta del
target de este sector. ¿Por qué? Una cosa es tener dinero y otra son las
verdaderas motivaciones que disponen a gastarlo.
Para identificar a los verdaderos
consumidores del lujo, más allá de su capacidad económica, hay que ahondar en
la relevancia de sus consumer insights y qué factores los mueven al consumo.
Algunos de ellos se explican por su naturaleza sociodemográfica pero los más
difíciles de identificar son los de carácter emocional. Y estos últimos son los
que verdaderamente impulsan al consumo en el lujo.
Desde la perspectiva sociodemográfica,
la primera de las miras hacia las que apunta el sector es hacia los High Net
Worth Individuals. ¿Quiénes son? Aquellos que cuentan con un patrimonio neto de
más de un millón de dólares, excluyendo su residencia principal. Una persona
que tiene menos de un millón pero más de 100,000 dólares se considera
“affluent”, el extremo superior de los HNWI’s, que oscila alrededor de cinco
millones de dólares, es referido como Very High Net Worth Individuals y los que
superan los treinta millones son los Ultra High Net Worth Individuals.
Según la última edición del World
Wealth Report de la firma Capgemini, la población global de HNWI está estimada
en 15.4 millones de personas y sus estimaciones apuntan a que su patrimonio
neto supere los 100 trillones de dólares en 2025, casi el triple que en el
2006. Según este informe, aunque Estados Unidos sigue concentrando el mayor
número de HNWI’s a nivel global, por primera vez, Asia-Pacífico supera a Norte
América en riqueza, gracias a la significativa contribución al crecimiento de
HNWI’s por parte de Japón y China, que conjuntamente representa un 60%.
Aunque el nivel socioeconómico es
el primero de los indicadores a los que se apunta para identificar a los
consumidores del lujo, hay también otros factores sociodemográficos a tener en
cuenta como la educación y la edad. A mayor nivel de educación, mayor es la
probabilidad de consumir lujo. Y, aunque son los que tienen más de cuarenta y
nueve años los que tienen mayor poder adquisitivo, es la generación X (entre 34
y 48 años aproximadamente) la que más lujo consume.
Pero no todos los acaudalados son
el verdadero público objetivo de las marcas de lujo o proveedores de servicios
de alta gama porque no a todos ellos les gusta gastar. Hay muchos ricos que
tienen un perfil conservador y prefieren ahorrar que derrochar su dinero en
lujos que sí podrían permitirse. El verdadero target del lujo son los “real
spenders”, es decir, los que tienen suficiente capacidad económica para
consumir lujo y, sobretodo, tienen una predisposición al consumo. Para entender
bien por qué no siempre mayor riqueza implica mayor gasto hay que ir más allá
del nivel socio-económico, ya que las verdaderas motivaciones del consumo del
lujo son de carácter emocional. Por este motivo no siempre los mejores clientes
de las marcas de lujo son los más ricos, sino los fans que incluso llegan a ahorrar
para poder comprar sus productos.
En el lujo no aplica referirse a
las necesidades del consumidor porque, como dijo Coco Chanel, “el lujo es
una necesidad que empieza cuando acaba la necesidad”. Más que las necesidades,
son los deseos del consumidor los que generan el consumo. Al ser el lujo un
objeto de deseo, el reto para los mercadólogos del sector, por paradójico que
pueda parecer, no es cubrir necesidades sino estimular deseos.
Las marcas de lujo no ofrecen
soluciones funcionales a un problema y su propuesta de valor se basa una fuerte
carga emocional. Éstas ofrecen beneficios emocionales y de autoexpresión que
van más allá de la lógica racional. Y son precisamente estas implicaciones
emocionales y el simbolismo o status que se proyecta a consumir lujo el
sustento de la relación con sus clientes.
La mercadotecnia de los negocios
de lujo debe ser un “marketing a la medida”. Se trata de un enfoque impulsado
por los datos que permite a la información detallada de cada persona y su grado
social apuntar efectivamente a un target en concreto. El “marketing a la
medida” implica una metodología muy específica y un enfoque que
sistemáticamente busca “curar” a esas personas cuyo interés en cierto bien,
producto o servicio está alineado con sus hobbies personales, pasiones y
su estilo de vida.
De hecho, sólo hay dos maneras de
captar a este nicho poblacional tan altamente cualificado: a través de
referencias de confianza y de sus pasiones, como la filantropía, viajes,
navegación, arte, moda..etc.
El marketing de lujo no satisface
necesidades, hace soñar. Más allá de la funcionalidad de sus productos o
servicios, las marcas de prestigio crean emociones para vender sueños a través
de sus productos. Por ello, es necesario un conocimiento que vaya más allá del
perfil sociodemográfico de su consumidor. Se requiere un análisis más profundo
de sus verdaderas motivaciones y estilo de vida para poder ofrecer una
propuesta de valor personalizada que sea realmente relevante. En lujo, el marketing
a la medida, por favor.
Ingrid de Barrios es fundadora y
socia-directora de Luxgrid® Consulting, firma especializada en consultoría para
marca de prestigio, bienes de lujo y estilo de vida premium.
Luxgrid-Firma de consultoría
especializada en marcas de prestigio, bienes de lujo y estilo de vida premium.
Ofrece servicios de asesoramiento estratégico, capacitación y externalización
de proyectos.
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