¿Por qué el emprendedor es un
perfil difícil de gestionar en una organización?
América Economía - lunes, 15 de
agosto de 2016
El fenómeno emprendedor crece.
Según un relevamiento para América Latina realizado por la internacional Gust,
en 2015 Uruguay casi duplicó su actividad emprendedora comparado con el año
previo. El dato se basa en la cantidad de startups incubadas y aceleradas en el
territorio. Para satisfacción del orgullo charrúa, ellos califican a ese
fenómeno como "curioso" porque el pequeño país latinoamericano se
destaca en cantidad de startups en proporción a la cantidad de población y al
nivel de actividad económica. Punto para nosotros.
Esta especie de boom o explosión
emprendedora se acompaña de un show emprendedor, el cual entiendo es un
fenómeno colateral inevitable e incluso hasta saludable en dosis controladas.
¿En qué beneficia? Por ejemplo, puede inspirar y entusiasmar a la nueva
generación de emprendedores. El show emprendedor es la sobrevaloración de la
actividad emprendedora que la llevan a comprender como una opción privilegiada
para encaminar el sentido de vida y, en definitiva, rumbear hacia la felicidad.
¿Opción privilegiada frente a qué? Frente a otras alternativas productivas y de
trabajo como ser empleado dependiente o ser profesional universitario.
Una expresión bien concreta del
boom emprendedor es el surgimiento del concepto "intraemprendedor" o
emprendedor interno de una organización. Básicamente esta rara-palabra-nueva
sostiene que algunos empleados pueden encarnar el perfil emprendedor. ¡Chapeau!
para el área de recursos humanos que se le ocurrió semejante constructo. El
emprendedor, como sustantivo, es un perfil difícilmente gestionable y retenible
dentro de la estructura típica de una organización y muchísimo más aún dentro
de las estructuras y dinámicas con que contamos en Uruguay. Gestionar
emprendedores es un dolor de cabeza acá, allá y en todos lados. En general, se
desvinculan de la empresa y se llevan con ellos oportunidades de negocios. ¿Por
qué una empresa establecida no los retiene o capitaliza lo que podrían ofrecer?
El problema no pasa por la conveniencia racional, donde todo siempre cierra,
sino por un problema de egos, eros y poder.
Las experiencias más exitosas que
he observado de genuinos emprendedores que surgen en el seno de una empresa y
deciden quedarse, son aquellas donde empresa y emprendedor crean juntos nuevas
unidades de negocios. Aquí, el involucramiento lo realizan ambos como socios,
no ya en el marco de una relación de dependencia.
Otro cantar es si se toma al
intraemprendedor como un símbolo valorativo o inspiracional de algunas
cualidades atribuidas tradicionalmente al perfil emprendedor. En esta posición,
ya no se emplea al emprendedor como sustantivo sino como adjetivo.
Proactividad, trabajo orientado a las tareas, ambición, alta percepción de
autoeficacia, individualismo, masculinidad-expansión-agresividad, manejo efectivo
de la incertidumbre, foco en el control interno, narcisismo, creatividad,
liderazgo... son algunas de las características posibles que reúne el
emprendedor tipo. Por supuesto, en forma aislada, se pueden compartir tanto por
gestores, como por empleados y emprendedores. Ninguna es patrimonio exclusivo
del emprendedor. Pero "el" emprendedor es una categoría muy bien
definida a través de rasgos de personalidad y perfil conductual, la cual
concentra una serie de características como las enumeradas. La identificación
del perfil cuenta con amplia evidencia y respaldo por parte de la Psicología y
la Sociología. Desalentemos entonces la práctica de etiquetar
"emprendedor" a todo lo que exprese alguna de sus conductas,
características y rasgos.
¿Entonces cuál es el motivo de
hablar del emprendedor interno si parece que no existe tal cosa? Porque es
funcional para dos discursos. El primero, se vincula con el ya presentado más
arriba: una práctica de motivación que nace desde la oficina de recursos
humanos. Busca empoderar a los colaboradores o empleados a través de la
identificación con adjetivos y calificativos del fenómeno emprendedor.
El segundo discurso se relaciona
con las prácticas de precarización y desregulación del trabajo asalariado
dependiente. Así, la metáfora y el relato emprendedor es funcional para
encubrir una relación dependiente bajo una relación entre empresas, o sea,
resignar el cobro de un sueldo, de gozar de licencia, salario vacacional,
derecho a despido y demás beneficios salariales y extrasalariales y pasar a
facturar servicios y punto final. En resumen: usted sigue haciendo el mismo
trabajo que ayer, a lo largo de nueve horas, de lunes a viernes, bajo la
dirección de su exempleador, ¡pero siéntase especial porque ahora puede
llamarse "emprendedor" o "socio"! Esta estrategia busca el
ahorro de costos laborales y, a veces, se presenta enmascarada dentro del boom
emprendedor. Sin dudas, constituye una de las expresiones más oscuras del mundo
corporativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario