10 lecciones de emprendimiento
del fundador de Nike
FORBES- 24 de abril de 2017
“¿Y vas a vender tenis desde la
cajuela de tu carro?”, ése fue el reclamo del padre de Phil Knight cuando le
platicó su idea de negocio.
“No importa que los demás piensen
que tu idea es descabellada… tú sigue. No te detengas. No pares hasta que
llegues a tu destino, y tampoco te preocupes por dónde se encuentre éste. Pase
lo que pase, no te detengas”. Éste es el mejor consejo que recibió Phil de sí
mismo. Y a esta conclusión llegó mientras corría.
El emporio de la marca Nike que
hoy conocemos inició a partir de lo que para muchos fue una idea descabellada:
importar tenis japoneses y venderlos en Estados Unidos (EU). ¿Una idea
revolucionaria? Quizá no. Como a Phil en alguna ocasión le dijeron “lo último
que necesita el mercado es una marca más de tenis para atletismo”. Sin embargo,
ése era el sueño de Buck, como cariñosamente su familia le llamaba.
Buck cuenta en su autobiografía
Nunca Pares, cómo todo comenzó en 1962 a partir de un proyecto escolar cuando
estaba en la Universidad de Stanford. Este proyecto consistía justamente en una
empresa importadora de calzado deportivo.
Un viaje le cambió la vida, dejó
todo a los 24 años de edad y se embarcó en una aventura que tenía como objetivo
conocer varios países y hacer una escala en Japón. Esta parada le permitió
enfrentarse a un mundo totalmente distinto y negociar con los directivos de
Onitsuka, una fábrica de calzado deportivo. Con todo y su inexperiencia logró
convencerlos de ser el distribuidor de sus productos en EU, y en esa misma
reunión surgió el nombre de su primera empresa “Blue Ribbon”. Esta fue la
segunda gran lección: vencer el miedo, nunca se es demasiado joven o demasiado
viejo para negociar con quien sea en cualquier punto de planeta, ¿la cultura?
No, tampoco es una barrera.
La incipiente empresa de Buck
pronto rindió frutos, los tenis gustaron en su mercado y las ventas, tan sólo
el primer año, ascendieron a 8,000 dólares. Nada mal para alguien que inició el
negocio con la venta de 12 pares y llegó a 300. Blue Ribbon inició con la ayuda
del padre de Phil, sus ahorros y un préstamo bancario. Él tenía muy claro que
el objetivo era crecer, así que todo lo que recaudaba de las ventas lo invertía
y cada pedido a Onitsuka era mayor, ¿el resultado? No existía el patrimonio
neto, es decir, no había reservas o beneficios generados. Para los bancos era
una empresa endeble que fácilmente podría desaparecer y entonces no era sujeto
de crédito. La tercera lección: buscar otras fuentes de financiamiento. Buck
supo de la existencia de las sociedades mercantiles.
Una de las pruebas más difíciles
a las que se enfrentó Phil fue el hombre Marlboro, un entrenador de lucha libre
que resultó ser uno de los primeros modelos en hacer el mítico cowboy
americano, el Hombre Marlboro. Éste, resultó ser también distribuidor de
productos Onitsuka y no tardó en enviarle una carta a Buck ordenándole que
detuviera la venta de productos porque él era distribuidor exclusivo. Buck, ya
con el respaldo de sus padres no se amedrentó y voló a Japón para solucionar el
asunto. La cuarta lección: Habrá mil reveses, pero se requiere tomar al toro
por los cuernos y actuar. Onitsuka le concedió la exclusividad en la zona oeste
de EU.
Quinta lección: siempre escucha
las reacciones del mercado, y mejora tu producto de acuerdo con lo que
necesita. Desde un principio Phil y uno de sus colaboradores, y amigo Jeff
Johnson, tomaron en cuenta cómo podían mejorar los Onitsuka Tiger. Las
propuestas las enviaban a la fábrica y se aplicaban.
Durante los primeros seis años de
Blue Ribbon Phil no recibió remuneración de la empresa y trabajó para Price
Waterhouse y como maestro en una universidad, entre otros trabajos. Esto no
sólo le permitió desarrollar más rápido su proyecto, sino que le permitió
conocer a personajes que después fueron clave en el desarrollo de Nike. Sexta
lección: diversifica tus ingresos.
Buscar a los colaboradores
correctos es siempre un reto para cualquier emprendedor. Y quizá Phil no es que
tuviera perfectamente definido el perfil de colaborador que necesitaba, pero su
entorno siempre se relacionó con el negocio que estaba desarrollando y supo
elegir a personajes apasionados que confiaron en su proyecto. ¿Algunos
ejemplos? Bowerman, su antiguo entrenador en la universidad, apasionado del
deporte y del cuidado de los pies; Jeff Johnson, compañero de escuela, también
apasionado del deporte y del calzado deportivo. Esta es la séptima lección.
Para 1971 Onitsuka ofreció
adquirir más del 50% de Blue Ribbon, la negativa de Phil hizo reaccionar a la
japonesa y se negó a continuar como proveedor. Este empujón, en ese momento
para Buck significó un gran golpe y pensó incluso que sería el final. Pero este
fue el inicio de Nike. Pronto Phil, de la mano de Nissho, una sociedad
mercantil, buscaron otras opciones de fabricantes. Esto los obligó a buscar un
logotipo, que costó 35 dólares, y un nombre, aportación de Johnson, Niké, la
diosa griega de la victoria. Octava lección: Los problemas, por oscuros que
parezcan, deberán convertirse en oportunidades.
La empresa que se encargó de la
fabricación de los primeros tenis Nike fue la mexicana Canadá, famosa desde la
década de los años 50 y hasta los 90. Sin embargo, esta primera producción
resultó ser poco resistente a las bajas temperaturas y decidieron cambiar de
proveedor. Eligieron a fabricantes japoneses. Novena lección: No sacrifiques
calidad, por precio o logística, busca que tu producto o servicio siempre sea
el mejor.
Nike, con el paso de los años se
convirtió en una empresa innovadora, inyectó aire en sus suelas en 1977 como un
sistema de amortiguamiento, también hizo modificaciones basadas en la protección
del cuerpo, pero sin comprometer el desempeño en alguna disciplina. No todas
las innovaciones surtieron el efecto esperado, pero fueron honestos, incluso
retiraron productos que podían dañar la salud. Nunca pares de innovar, décima
lección.
La autobiografía de Phil Knight,
Nunca Pares, de editorial Penguin Random House, puede interpretarse como un
manual para emprendedores y empresarios que ya tienen un camino recorrido.
Muestra cómo puede vencer el miedo al rechazo de una idea, cómo no perder el entusiasmo
en los proyectos propios, cómo atraer a los mejores colaboradores y demuestra
que apostar por la pasión es igual al éxito. El final de esta autobiografía
garantiza un nudo en la garganta y el uso de un pañuelo.
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