Desde armas a vino, cómo Rusia ha
irrumpido en la economía de América Latina
La Opinión - mayo de
2016
Tal vez con la excepción de los
cubanos de la época de la Guerra Fría, los latinoamericanos nunca hemos pensado
mucho en los productos rusos a la hora de satisfacer nuestras necesidades de
consumo cotidiano.
Pero que no haya muchos productos
rusos en el supermercado de la esquina no quiere decir que el comercio con
Rusia sea poco importante para nuestras economías.
Los países de América Latina han
dedicado grandes esfuerzos en la última década a diversificar los destinos de
su comercio, tras años marcados por su dependencia de EEUU.
Han tenido éxito con China, que
se ha convertido en el principal socio comercial de varios actores de la
región, pero menos con Rusia.
Esto pese a que, desde mediados
del siglo XX Moscú ha buscado aumentar, por razones tanto políticas como
económicas, su presencia comercial en la región.
Hoy ese comercio se manifiesta en
productos tan diversos como aviones de combate rusos llegados a Venezuela o
vino uruguayo con destino a Rusia.
Un país que, sorprendentemente,
se convirtió en los últimos años en el destino clave para el vino tannat de
Uruguay, con exportaciones que alcanzaron 20 millones de litros anuales.
El intercambio entre América
Latina y Rusia no llegará en el futuro próximo a niveles del comercio con
China, un país con una población casi diez veces mayor que la de Rusia.
Pero sigue en aumento y
representa un motor importante de crecimiento para varios países
latinoamericanos.
“Ha habido una relación comercial
entre América Latina y Rusia desde los años 30”, asegura a BBC Mundo Serguei
Brilev, subdirector de la televisión estatal rusa, quien es además, a título
personal, el presidente del Instituto Bering-Bellinghausen para Las Américas
(IBBA), una ONG basada en Montevideo que promueve el intercambio económico
entre Rusia y América Latina.
“Ha sido una relación bastante
estable. Es distinta al comercio que existe entre Rusia y el resto de
Occidente. Entre Rusia y Europa, por ejemplo, ha sido mayoritariamente en torno
al petróleo ruso, mientras que en el caso latinoamericano se trata más, por
ejemplo, de comprar turbinas para hidroeléctricas, los troleybuses o, en los
últimos años, la maquinaria militar”, señala Brilev.
Diez veces menor
El comercio de Rusia con la
región ha saltado desde US$3.000 millones en 2000 a cerca de US$24.000 millones
en 2013, según reporta el diario británico Financial Times.
Un monto que es cerca de diez
veces menor al que se tiene con China, pero que va en aumento.
El vino chileno abunda en los
supermercados rusos.
“América Latina ha usado también
el ‘hueco’ creado por las sanciones occidentales contra Rusia y las
contrasanciones rusas contra la Unión Europea en materia de alimentos”, le
recuerda Brilev a BBC Mundo.
“Por ejemplo, los quesos europeos
que han desaparecido en el mercado ruso se han sustituido por los quesos
argentinos, uruguayos y brasileños. El salmón noruego se ha sustituido por
salmón chileno”.
Hoy en día, asegura Brilev, el
vino malbec argentino o el merlot y el cabernet-sauvignon chileno son
infaltables en los supermercados rusos.
Aviones civiles
Del lado latinoamericano también
se están abriendo mercados para nuevos productos rusos.
Las ventas militares rusas son
parte importante del intercambio comercial.
“Mientras las ventas de aviones
civiles rusos estuvieron limitadas en el periodo soviético a Cuba, ahora se
están expandiendo a otras naciones”, dice el experto ruso.
“Paradójicamente en algunos
sentidos Rusia y America Latina son competidores. Brasil, por ejemplo, produce
aviones Embraer, mientras que Rusia produce aviones muy similares llamados
Sukhoi Superjet”, recuerda.
Sin embargo, la aerolínea
mexicana Interjet usa ya 20 de los aviones rusos en su flota.
Y Nicaragua está “activamente
negociando” para compras similares de aviones, agrega Brilev.
Globalización y distancia
Claramente, el flujo comercial
con Rusia ha estado particularmente concentrado en algunos países.
“Brasil por su tamaño y el rol
que juega en el grupo BRICS (de las potencias emergentes que incluye a Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica) es uno de los más destacados en este comercio
entre Rusia y la región, dice Brilev.
Rusia y China son competidores en
algunos aspectos del mercado latinoamericano.
Pero en otros países, aunque con
menor tamaño absoluto, las exportaciones a Rusia juegan un papel importante
proporcional al tamaño de su comercio.
“En Paraguay por ejemplo, hubo un
momento en que exportaba el 90% de su carne al mercado ruso”, recuerda el
presidente del IBBA.
Mientras que Venezuela destaca
por las enormes compras militares que se hicieron a Rusia desde la llegada al
poder del fallecido presidente Hugo Chávez.
A la hora de evaluar el potencial
de estas relaciones económicas con Moscú, muchos comparan lo que se ha logrado
con Pekín.
“China y Rusia son también
competidoras en algunos aspectos, como por ejemplo, la venta de turbinas para
hidroeléctricas”, recuerda Brilev.
¿Llegará algún momento el
intercambio económico con Rusia al nivel del que se da con China?
Brilev acepta que, dadas las
diferencias de tamaño en la población, y por el ende en el tamaño del mercado,
entre China y Rusia, será difícil que las ventas latinoamericanas a Rusia
igualen las que se dan a China.
“No hay que temer a la
globalización y a las distancias”, puntualiza en todo caso Brilev, para
asegurar que hay mucho espacio para crecer en esta avenida distinta para el
intercambio comercial latinoamericano, la que conduce a Moscú.
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