El arte de emprender ‘sin
ladrillos’
FORBES- 18 de Mayo de 2016
Las “empresas sin ladrillos” (o
dot-com) se han convertido en un claro ejemplo de cómo emprender sin apostarle
todas nuestras canicas a alguna idea genial.
“Si te brillan los ojos cuando
piensas en un proyecto, ése es
el momento adecuado para comenzar
a emprender (…) Yo
siempre recomiendo que, sea cual
sea el negocio, debe ser
algo que te motive y te haga
sentir pasión cuando pienses en él.”
Dídac Lee
En la entrega anterior, El GPS de
los emprendedores, hablamos de que, por alguna razón, los emprendedores más
exitosos son también los empresarios más ricos del mundo, y de que las grandes
firmas trasnacionales han basado su éxito en la adecuada aplicación de un plan
de negocios, incluyendo bancos, empresas de tecnología y hasta equipos
profesionales de futbol. Hoy, sin embargo, nos centraremos particularmente en
las llamadas “empresas sin ladrillos” o dot-com, que se han convertido en un
claro ejemplo de cómo emprender sin apostarle todas nuestras canicas a alguna
idea genial.
Los hombres de éxito versus los
fracasados, los que sobresalen y los conformistas, los que buscan la gloria y
los que viven en la intrascendencia… Así podríamos enlistar un sinnúmero de
opuestos para intuir erróneamente que los primeros de cada una de estas duplas
son los superdotados o los que tuvieron todo tipo de oportunidades en
comparación con los segundos, quienes –encubiertos en el miedo, la inseguridad,
la falta de apoyo o las condiciones propicias– siempre anteponen miles de
pretextos para no salir adelante o al menos para evitar ser del montón.
En el ámbito deportivo, a aquellos
que de nacimiento tuvieron la fortuna de recibir un plus (más altura, fuerza,
velocidad, etcétera) se les podría llamar superdotados, aunque histórica y
científicamente se ha comprobado que la constancia, el entrenamiento y la
dedicación pueden más que las concesiones innatas. Pero lejos de este terreno
(donde indudablemente las divisas genéticas están mejor correspondidas) es
difícil encontrar actividades o disciplinas en las que el éxito no dependa más
que de la convicción de ser los mejores o de hacer hasta lo imposible para
llegar a serlo.
Aunque pueden ayudar al cambio de
actitud, todos esos aleccionamientos, frases rimbombantes y discursos
motivacionales no dejan de ser repetitivos, y muchas veces no encuentran eco ni
en quien los pregona; son más bien resultado de las circunstancias o caprichos
del destino. Dentro de toda esta verborrea, que a lo sumo sólo incrementa
nuestro vocabulario para propiciar posibles controversias, existe un término
para catalogar a los hombres que han logrado el éxito en sus negocios:
“emprendedores”.
Si nos ponemos exigentes y le
hacemos caso a la gramática, llamar a alguien emprendedor por algo que ya hizo
no es correcto, pues la palabra en sí tiene una connotación a priori y define
sólo a los que están por hacer algo. Ambicioso, afanoso y dispuesto son algunos
de los sinónimos para este concepto, mientras que la Real Academia Española se
refiere a un calificativo en particular: “Alguien que emprende con resolución
acciones dificultosas o azarosas.”
¿Y qué es emprender? Además de
“prender fuego”, significa coloquialmente acometer a alguien para importunarlo,
reprenderlo o reñir con él, pero a nosotros nos interesa más la poética
acepción que –a fuerza de voluntad– relacionamos con el ámbito empresarial, y
ésta es: “Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si
encierran dificultad o peligro”, o también puede entenderse como “tomar el
camino con la resolución de llegar a un punto”.
¿Nacemos o nos hacemos?
Al preguntarnos si un emprendedor
nace o se hace, tal vez una respuesta del simple sentido común podría evitar
muchos dolores de cabeza, pues si fuese un asunto genético nos permitiría
fácilmente delimitar los extremos entre los superdotados y los que no lo son,
pero si nos remitiéramos sólo al aspecto de “hacer para llegar a ser”, seguramente
los mejores argumentos saltarían a la vista.
Guillermo Ramírez, colaborador
del portal emprendedor.com, considera que esta pregunta es trivial y genera
polémicas inútiles: “Pienso que el emprendedor generalmente es accidental.
Cuando somos empleados, todos cargamos el noble deseo de independizarnos algún
día y tener la libertad de manejar nuestro propio negocio, pero normalmente nos
‘independizan’ más pronto de lo que pensamos y terminamos creando nuestros
negocios a la mala (…) el oficio de ser empresario o de hacer empresa es una
ocupación artesanal en la que se requiere mezclar la pasión irreflexiva con la
sabiduría cotidiana.”
Bien que mal, la fórmula en la
que se mezcla la pasión con la sabiduría (llamémosle también experiencia) ha
rendido sus frutos, al menos en lo que se refiere a la creación de empresas
virtuales, ésas que empezaron con la fiebre del dot-com y que ahora ostentan
una simple “e” para definir sus operaciones sin ladrillos.
Con la imposibilidad de invertir
grandes capitales en inmuebles, instalaciones, personal, etc., internet y el
comercio electrónico son, en suma, los más claros ejemplos de lo que debe y
puede aprovechar un emprendedor, un visionario que le apuesta todo o casi todo a
sus conocimientos e intuiciones, tal y como lo describe Dídac Lee, quien a
mediados de la década pasada recibió varios reconocimientos como “el
emprendedor más joven del año”.
Los aportes de este emblemático
empresario en los terrenos de la tecnología y los negocios han repercutido a
nivel global por más de tres décadas, particularmente cuando se habla de crear
empresas dot-com y startups.
En cada oportunidad que se le
presenta, Lee recuerda que comenzó su exitosa cadena de éxitos sin dinero, sin
conocimientos ni contactos, sin formación ni apoyo familiar; de hecho, dio
inicio a su carrera de informática con la conciencia de que eso no era lo suyo,
aceptando incluso su adolescente ilusión por ser futbolista o inventor.
El sueño de jugar futbol
profesionalmente no se hizo realidad, pero podría decirse que su pasión por la
tecnología acercó a Dídac Lee a este deporte; es más, hoy forma parte de la
Junta Directiva del FC Barcelona y es el máximo responsable de las nuevas
aplicaciones informáticas, de las tecnologías online y de las redes sociales
del club, al que ha llevado desde 2014 a ser el número uno en el ámbito digital
y no sólo en términos de seguidores.
Este equipo de futbol maneja
Facebook y Twitter en seis diferentes idiomas y llega de manera directa a 216
países; además, un reciente estudio de Apple Tree Communications ubicó al Barça
como la marca más valorada por los usuarios, incluso por encima de Coca-Cola o
Apple; es también el primer club deportivo en el mundo que supera los 100
millones de seguidores en las redes sociales, y el reto de Lee, declaró hace
unos meses, es convertirlos a todos en clientes y desarrollar productos a su
medida, “pues, al final, las redes sociales, como todo, deben tener un ROI”.
La cifra anterior cobra mayor
relevancia si se considera que son alrededor de 111 millones de personas en
promedio las que ven el Super Bowl, según estimaciones del Washington Post, lo
cual nos permite calcular que el retorno de inversión (ROI) de las redes
sociales del Club Barcelona está prácticamente garantizado.
Es momento de emprender
Durante una entrevista publicada
hace algunos ayeres, Dídac Lee expresó una contundente frase para quienes
tienen en mente la idea de iniciar una empresa o un negocio:
“Si te brillan los ojos cuando
piensas en un proyecto, ése es el momento adecuado para comenzar a emprender.”
Aunque se está refiriendo a ideas
geniales, está consciente de que no es fácil echar a volar la imaginación
cuando se trata de invertir o arriesgar el presupuesto. Asegura también que las
empresas que nacen virtuales pueden crecer en todos los sentidos, pero para
todo hay lineamientos:
“Si quieres abrir un negocio
mañana mismo, he aquí una regla muy fácil: mira lo que está triunfando en
internet en Estados Unidos y comprueba si existe algo similar en tu país y en
tu lengua (…) Lo que nunca aconsejaría es que un proyecto no naciera global. Es
decir, si tienes una idea innovadora, no la pongas en marcha sólo en tu espacio
de acción; hazlo en todo el mundo, porque si un producto es bueno para una
empresa de Tarragona debe serlo también para una de Pekín.”
Las startups fundadas por Dídac
son efectivamente de carácter global; se trata de proyectos relacionados
especialmente con internet, en los que la innovación, el desarrollo de
tecnologías, el diseño y/o desarrollo web son el denominador común, y sólo a
manera de ejemplo destacan las empresas IntercomGi (1995), Spamina, Inspirit
(una aceleradora de negocios emergentes apoyados en la tecnología) y Atraczion,
cuyas operaciones abarcan los mercados de Barcelona, Madrid, Buenos Aires,
Brasil, México, China y Silicon Valley.
En una conferencia-debate que se
realizó el 10 de febrero de 2015 bajo el título “BStartup, experiencias emprendedoras”,
este inquieto visionario señaló que puede presumir una experiencia de 20 años
en el desarrollo de startups, tiempo en que ha podido crear una media de 15
compañías, y que como “emprendedor en serie, por vocación y profesión” –como él
mismo se cataloga–, su principal trabajo en estos momentos es superar
adversidades, afrontar riesgos y gestionar conflictos, que son los valores y
principios que debe seguir un buen emprendedor.
“Yo siempre recomiendo que, sea
cual sea el negocio, éste debe ser algo que te motive, que te haga brillar los
ojos y te haga sentir pasión cuando pienses en él; con ello y con un modelo de
negocio correcto, cada proyecto puede llegar a ser exitoso (…) De todas formas,
siempre hay algo que tengo muy en claro: me quiero levantar cada día con la
sensación de que hay un proyecto motivador esperándome.”
De ascendencia china pero nacido
en Figueres, una pequeña ciudad ubicada al norte de la provincia de Gerona,
Cataluña (conocida, sobre todo, por ser el lugar de nacimiento de Salvador
Dalí), Dídac Lee se considera un creativo, visionario y caótico:
“Creo que el modelo correcto es
el híbrido: ni nada de formación ni únicamente formación teórica.”
¿Te sientes emprendedor?
Existen muchos casos como el de
Lee, además de publicaciones de management o de cómo convertirse en
emprendedor, pero la realidad es que no hay fórmulas mágicas para ello, como
tampoco hay –hasta ahora– una tecnología que pueda desplazar a la sensibilidad o
a la imaginación humana para crear empresas o proyectos exitosos.
“Si me comparo con personalidades
como el creador de Facebook, por ejemplo, podríamos decir que no soy un hombre
de éxito, pero si alguien se apasiona con lo que hace e incondicionalmente le
invierte su capacidad y vocación a eso que hace, entonces puede considerarse
exitoso.”
Concluyendo, emprender siempre
implica comenzar algo, y para eso todos estamos dotados, sin importar que
carezcamos del prefijo “súper”. Proyectar negocios con un brillo en los ojos
–como asegura Lee– es un buen inicio, pero a eso hay que sumarle nuestra
experiencia y conocimientos para lograr la continuidad, pues los proyectos
inconclusos suelen convertirse en simples bromas pesadas y los que nunca
comienzan son meras fantasías.
Ricardo García F. es Responsable
de Comunicación y Relaciones Públicas en HD Latinoamérica.
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