La historia de la startup que
encontró la fuente de la juventud
FORBES- 31 de Mayo de 2016
Un brillante multimillonario
turco-americano piensa que puede sanar la artritis, curar la calvicie y borrar
las arrugas. Y eso es sólo el comienzo. Su meta es revertir por completo el
proceso de envejecimiento.
Si buscas en Google el nombre de Osman Kibar,
encontrarás fotos de él jugando al póquer. No es que alguna vez haya sido un
jugador serio, pero en 2006 ganó el primer torneo de póquer en el que había
jugado, y un año más tarde ocupó el segundo lugar entre 3,000 jugadores en un
torneo a cargo de la World Series of Poker en Las Vegas.
“No entiendo”, le dijo a un
amigo. “Voy a entrar a otro torneo sólo para comprobar esta hipótesis.” Así que
jugó un torneo más, lo ganó y luego se retiró.
Kibar, doctor en ingeniería que
emigró de Turquía a Estados Unidos para cursar la universidad, no tiene que
apostar a las cartas para ganar dinero. Samumed, la firma con sede en San Diego
que ha construido sigilosamente desde hace una década, es la startup de
biotecnología más valiosa en el planeta.
Sobre la base del efectivo
inyectado por inversionistas privados que incluyen a la firma privada de
capital de riesgo de IKEA, particulares acaudalados anónimos y una única firma
de capital riesgo, Samumed ha levantado 220 millones de dólares (mdd), y la más
reciente ronda de financiamiento valuó la compañía en 6,000 mdd. Además, la
startup está por cerrar otra ronda por 100 mdd a una valuación de 12,000
millones. Kibar controla una tercera parte de la empresa, lo que le daría un
patrimonio neto de 4,000 mdd.
A Samumed le está resultando
fácil levantar grandes cantidades de efectivo, dado que cree que ha inventado
medicamentos que pueden revertir el envejecimiento. Sus primeros fármacos
están dirigidos a padecimientos muy específicos. Uno tiene como objetivo
regenerar el cabello en los hombres calvos. El mismo medicamento también puede
convertir el cabello gris a su color original, y una versión cosmética podría
borrar las arrugas. Un segundo fármaco pretende regenerar el cartílago en las
rodillas artríticas. Otros medicamentos que son probados actualmente en seres
humanos buscan reparar discos degenerados en la columna vertebral, eliminar
cicatrices en los pulmones y tratar el cáncer. Después de eso, Samumed
intentará curar una causa principal de la ceguera e irá tras la enfermedad de
Alzheimer. El enfoque de la firma, enfermedad por enfermedad, síntoma por
síntoma, es hacer que las células de las personas mayores se regeneren con la
misma fuerza que las de un feto en desarrollo.
Es emocionante, pero también
increíblemente especulativo. Los estudios realizados hasta ahora indican que
los fármacos parecen bastante seguros, que pueden hacer que el cabello crezca
de nuevo y parecen aliviar el dolor y mejorar la función en las personas con
artritis de rodilla, pero es importante recordar que 80% de los nuevos
medicamentos que alcanza esta etapa de investigación no llega al mercado. ¿Y
la valuación? Es una locura.
Y en este punto a todos en la
industria de la biotecnología les preocupa invertir en la próxima Theranos, la
empresa de análisis de sangre que inversionistas privados valuaron en 9,000
mdd antes de que se determinara la exactitud de sus pruebas.
Entonces, la pregunta es: ¿Osman
Kibar ha encontrado una fuente farmacéutica de la juventud, o es simplemente
uno de los jugadores de póker con más talento que el mundo haya conocido?
Kibar nació en Izmir, Turquía,
frente a las islas griegas, en la costa del mar Egeo. Es un hermoso y cálido
sitio, y aún hoy Osmar se deprime en época de frío. Después de la primaria
acudió al Robert College, en Estambul, una escuela de élite en la que gracias a
su desempeño se ubicó entre el 0.2% de los estudiantes que hicieron la prueba
estandarizada nacional de Turquía a los 11 años.
El Robert College fue el preludio
de Samumed: fue donde Kibar se hizo amigo de los chicos que con el tiempo se
convertirían en director financiero, director de asuntos legales y director
médico. Luego se mudó a California, atraído por su clima, para estudiar en la
Universidad de Pomona (licenciatura en Economía Matemática, 1991), el Caltech
(ingeniería, 1993) y la Universidad de California en San Diego (doctorado en
Biofotónica, 1999). Mientras estudiaba el posgrado, fundó una empresa de
biotecnología, Genoptix, que vendió a Novartis por 470 mdd en 2011. También
fue cofundador de E-Tenna, que fabricaba antenas para la industria inalámbrica
y fue escindida y vendida a Intel y Titan Corp. Él tampoco tuvo ningún papel en
la dirección.
Kibar abandonó la academia porque
sentía que era demasiado burocrática y se mudó a Nueva York para trabajar en
Pequot Capital explorando nuevas empresas de tecnología. Sus amigos del Robert
College estaban allí, y jugaba con ellos partidos semanales de basquetbol. Pero
a medida que sus carreras despegaron y empezaron sus propias familias, los
juegos fueron pospuestos y Kibar se sintió desencantado en Pequot, dado que la
empresa comenzó a interesarse menos en la tecnología de punta. “Desperté una
mañana, y era un banquero de inversión”, confiesa.
Así que decidió volver a San
Diego, donde el clima no lo orillaba a permanecer en cama todo el día. En un aeropuerto
en Turquía se encontró con uno de sus amigos del Robert College, Cevdet
Samikoglu, un banquero que, después de una temporada en Goldman Sachs, se había
convertido en un socio de Greywolf Capital, el poderoso fondo de riesgo de
3,600 mdd.
Kibar esbozó su estrategia de
inversión en la parte trasera de su boleto de avión, la cual consideraba
enfocarse únicamente en las tecnologías que podrían tener un impacto capaz de
cambiar al mundo. Después de esa reunión, Samikoglu le ayudó a asegurar 3.5 mdd
para crear nuevas startups. Una, que nació en una incubadora de Pfizer, fue
llamada Wintherix y con el tiempo se convertiría en Samumed. Pero el contrato
con Pfizer que creó Wintherix terminó en conflicto. Después de dos años, Pfizer
decidió no seguir adelante con los medicamentos de Wintherix, y las empresas
se demandaron mutuamente. Wintherix escapó de la incubadora de Pfizer en el
transcurso de un fin de semana. Uno de los empleados de Wintherix entró al
edificio 130 veces para sacar las cosas.
En una queja de 2010 Pfizer alegó
que Kibar hizo una ronda de financiamiento que diluyó la participación del
gigante farmacéutico en Wintherix de 60% a 2.6%. Wintherix respondió que
Pfizer trataba deliberadamente de sacarlo del negocio al evitar que levantara
fondos para que Pfizer pudiera comprarla por menos.
Durante la batalla, el saldo
bancario de Wintherix se redujo a 9,000 dólares. Pero Kibar encontró dinero. Su
cuñado, Ugur Bayar, ceo de Credit Suisse en Turquía, fue el principal
inversionista en una ronda de familia y amigos por 2.4 mdd. En 2012 la demanda
de Pfizer se resolvió de una manera que dio a Wintherix el derecho a los
fármacos.
Kibar renombró la empresa
Samumed, en honor a un concepto zen, samu, que significa meditación a través de
las tareas diarias como la jardinería o cortar leña.
Alguien en Pfizer quedó
impresionado: Corey Goodman, capitalista de riesgo de VenBio que estaba en el
equipo ejecutivo de Pfizer en el momento de la batalla legal, ha sido consejero
de Samumed y tiene un pequeño puesto en la empresa.
A medida que la demanda
evolucionó, Kibar llamó de nuevo a Samikoglu. “¿Qué estás haciendo ahora?”,
preguntó Kibar. Samikoglu respondió que estaba invirtiendo su propio dinero en
Turquía. Había vuelto a casa para cuidar a su madre, que padecía cáncer, pero
ésta había muerto. “Está bien, no estás haciendo nada”, dijo Kibar. “Ven a
ayudarme”.
Samikoglu se convirtió en el
director financiero de Samumed e hizo otra inversión en la empresa. Nervioso,
Samikoglu llamó a otro amigo del Robert College, Yusuf Yazici, ahora un
importante reumatólogo en la New York University. ¿La ciencia de Kibar tenía
algún sentido?, preguntó Samikoglu. Él organizó una conferencia telefónica de
15 minutos con Kibar, que duró una hora. Durante la llamada, Yazici le envió un
mensaje: “Tienes que ayudarme a entrar en esto. Osman ha encontrado la píldora
de Dios”.
Otro amigo del Robert College,
Arman Oruc, abandonó una asociación en la firma de abogados de élite Simpson
Thacher & Bartlett para convertirse en director de asuntos legales.
Incluso se le olvidó negociar su sueldo antes de mudarse a San Diego. Luego se
unió Yazici como director médico. “Espero que esto funcione”, dijo su esposa a
Samikoglu cuando Yazici se unió a la empresa. “Ahora vas a empezar a involucrar
a las personas que realmente me agradan”.
Mano derecha
¿Qué tiene Kibar que hizo que sus
amigos de la preparatoria, todos ellos ya exitosos, se unieran a él con
salarios de unos 300,000 dólares anuales, sin bonos especiales? Mucho de esto
tiene que ver con el director científico de Samumed y cofundador, John Hood.
Hood, de 49 años, había inventado
un medicamento contra el cáncer que hizo que su anterior empresa, TargeGen,
fuera comprada por Sanofi por 635 mdd. Él tiene una opinión distinta sobre el
desarrollo de fármacos: Él piensa que todo el mundo toma demasiados atajos e
insiste en hacer él mismo el trabajo que otras empresas externalizan,
incluyendo la formulación química de los fármacos, la ejecución de pruebas de
fármacos en animales de laboratorio y de los ensayos clínicos.
El objetivo que Hood y Kibar
perseguían era obvio: un gen llamado WNT, siglas en inglés que significan
“sitio de integración sin alas”, porque cuando lo extraes de las moscas de la
fruta, éstas nunca desarrollan alas. Es una pieza clave en un grupo de genes
que controla el crecimiento de un feto en desarrollo, ya sea que se trate de
una mosca o de un ser humano. En conjunto, estos genes se conocen como la Vía
de señalización WNT. Si activas los genes correctos es posible que revivas
carne vieja. Algunos cánceres hacen su trabajo sucio mediante el secuestro de
WNT, y bloquearlo podría detener el crecimiento de un tumor.
La mayoría de los otros investigadores
que habían trabajado con fármacos WNT usaron uno de los caballos de batalla de
la biomedicina: una línea celular derivada de un feto abortado en los Países
Bajos en 1973. Esas células fetales son fáciles de usar en el laboratorio,
pero en las pasadas décadas se han vuelto muy distintas de las que normalmente
se encuentran en los seres humanos. Hood optó por buscar en células de cáncer
colorrectal que expresan WNT, comparándolas con las células sanas del colon
que no lo hicieron. Le tomó casi tres años.
¿Qué encontró Hood exactamente?
Samumed no lo dirá. Normalmente una patente explica qué productos químicos
incluye un fármaco. Sin embargo, en 2013 la Suprema Corte de Estados Unidos
dijo que los genes no son patentables –el caso hacía referencia a una prueba
clínica para una variante genética que causa el cáncer de mama–, un veredicto
que Samumed interpreta como que la empresa puede tener sus patentes, siempre
y cuando mantenga esas vías bioquímicas en secreto. “Es nuestro secreto
comercial”, afirma Kibar. “Ese es nuestro pan de cada día”.
Para los científicos, esto es un
gran problema. “Siempre hay un costo”, dice Roel Nusse, un experto en WNT en
Stanford. “Es difícil encontrar una molécula que afecte siempre a la
enfermedad, pero no a los tejidos normales. Para equilibrar la balanza, tienes
que saber cuál es el mecanismo”. Kibar asegura que eso interesa sólo a los
académicos y a su competencia.
Lo que la empresa mostrará son
los datos de animales y humanos sobre sus tratamientos para la calvicie y la
artritis. En ratones y cerdos a los que se les ha retirado el pelo, éste ha
vuelto a crecer. Los experimentos sobre la artritis implican el corte de los
ligamentos de las rodillas de las ratas para que se destruya el cartílago. Los
fármacos de Samumed regeneran el cartílago y así las ratas pueden caminar
nuevamente.
Sin embargo, los estudios en
animales son comunes. “He visto docenas de esos resultados en animales que no
se traducen en resultados clínicos”, expone Nancy Lane, reumatóloga de la
Universidad de California en Davis, que es asesora pagada de Samumed.
Entonces, ¿qué ocurre en las
personas? En marzo, Samumed presentó datos sobre el uso de su medicamento
contra la calvicie, cuyo nombre código es SM04554, en 300 pacientes en la
Academia Americana de Dermatología (AAD), en Washington, DC. Las cabezas de los
sujetos fueron fotografiadas y los cabellos, contados. Los que usaron un placebo
vieron su recuento de cabello caer 2.5%. Los que usaron una solución de 0.15%
de SM04554 en la cabeza todos los días vieron un aumento en cantidad de cabello
de 9.6%. Los que recibieron una solución al 0.25% vieron un aumento de 6.9%.
Los especialistas en la caída del
cabello que vieron los datos no estaban impresionados. Esos resultados no son
lo suficientemente grandes como para tener la certeza de que no está
ocurriendo por casualidad o que los hombres sientan realmente que el producto
está haciendo que su cabello vuelva a crecer. “Creo que en el mejor de los
casos están presentando una tendencia”, dijo Daniel Zelac, dermatólogo en el
Centro de Medicina Integral de Scripps, en La Jolla, California.
Wilma Bergfeld, experta en la
pérdida del cabello de la Cleveland Clinic y ex presidenta de la AAD, ayudó a
dirigir los estudios de pérdida de cabello de Samumed. Ella señala que es
demasiado pronto para decir si el fármaco de Samumed es más eficaz que Rogaine.
Ese medicamento fue lanzado en 1988 con bombo y platillo, pero los hombres aún
se quedaban calvos. Para la mayoría de los hombres, Rogaine previene la caída
del cabello, pero no causará un exuberante crecimiento del cabello. La solución
para el cuero cabelludo de Samumed tendrá que hacerlo mejor.
Cuando se trata de la valuación
de Samumed –y la medicina en su conjunto–, los datos sobre la artritis son
mucho más importantes. Más de 27 millones de estadounidenses padecen la
enfermedad cuando el cartílago que amortigua las articulaciones se desgasta. Cada
año, 700,000 personas son sometidas a un reemplazo de rodillas con
articulaciones de metal debido a que sus huesos se han desgastado hasta la
médula por la edad y la actividad. Otras 300,000 reciben caderas artificiales.
El estudio más grande del medicamento
contra la artritis de Samumed, SM04690, incluyó solamente a 60 pacientes. Allan
Gibofsky, profesor de medicina en el Weill Cornell Medical College, quien
asesoró a Samumed, menciona que, incluso con cifras reducidas, los resultados
se alinean seductoramente: Los pacientes que recibieron SM04690 obtuvieron
mejores resultados que los que recibieron placebo en dos cuestionarios que
medían lo bien que funcionaban y si su dolor cedió. En las radiografías de las
articulaciones de rodilla de los pacientes, el espacio entre los huesos parecía
haber aumentado, lo que indica que el cartílago realmente podría haber vuelto
a crecer.
Aún así, de nuevo, incluso los
propios consultores de Samumed dicen que los datos son preliminares. Habrá más
pruebas con un ensayo entre 445 personas que Samumed pretende completar a
finales de año.
“Es pequeño y prematuro”, afirma
Nebojsa Skrepnik, director de investigación en el Instituto de Ortopedia de
Tucson, en Tucson, Arizona, quien ayuda a realizar la prueba. “Se trata de un
número reducido de pacientes. Sí, obtienes una buena idea de a dónde va esto,
pero ¿en verdad podrías concluir que sería válido y resistiría el escrutinio
científico? Probablemente no”.
Bajo el microscopio
Samumed luce como una empresa
con un par de medicamentos que no han sido probados y, si las tendencias en el
descubrimiento de fármacos se mantienen, probablemente no lleguen al mercado.
Pero, obviamente, sus inversionistas ven algo mucho más maravilloso, capaz de
cambiar el mundo y potencialmente lucrativo.
“Sólo podemos decir que lo que
nos dijeron que alcanzarían, lo están alcanzando”, asevera Bjorn Konig,
director de capital privado en el Inter IKEA Group, el mayor inversionista de
Samumed. “Supongo que el dinero importa a todo el mundo, pero la motivación
subyacente era construir una empresa a largo plazo cuyo objetivo final era
mejorar la vida de las personas, aliviar tanto dolor en este mundo”.
Pero los inversionistas de
Samumed dicen que la compañía ya vale tanto como BioMarin e Incyte, empresas
que han comercializado productos con ventas anuales de 889 y 753 mdd,
respectivamente.
El medicamento contra la artritis
por sí solo justifica la valuación, insiste Finiano Tan, un inversionista en
Samumed Vickers Venture Partners, quien también hizo una apuesta temprana y
legendaria en Baidu, cuando estaba en Draper Fisher Jurvetson ePlanet. Él
insiste que el medicamento contra la artritis de Samumed podría ser el más
vendido en la historia. “En este momento me duele cuando corro”, comparte. “Si
puedes regenerar un milímetro del cartílago, me someto al tratamiento, siempre
y cuando no haya efectos secundarios. Creo que si alguien, no importa quién,
logra regenerar el cartílago sería más grande que Apple”.
Los inversionistas de Samumed
tienen un punto. Sovaldi, la cura para la hepatitis C que ha generado 32,000
mdd en ingresos para Gilead Sciences, fue comprada por 11,000 mdd, y se trata
de un solo fármaco, Samumed promete algo más grande.
Incluso algunas de las dudas
acerca de los medicamentos de Samumed ofrecen esperanza. Tanto los
medicamentos para la calvicie como para la artritis tienen el mismo problema:
en vez de volverse más eficaces con una dosis más alta, tienen una zona dorada
en donde son más poderosos. Esa es una señal de advertencia que podría
significar que los resultados son simplemente probabilidad estadística. Podría
también, como espera Samumed, ser lo que sucede con los fármacos WNT: hay una
dosis perfecta, y si se la elevas demasiado, deja de funcionar. Una de las
ventajas: estos medicamentos parecen extraordinariamente seguros, porque Hood
los diseñó para mantenerse donde se les coloca –en la cabeza de un calvo o en
una rodilla artrítica–, y no para moverse por todo el cuerpo, como la mayoría
de los medicamentos.
Y si estos fármacos funcionan,
eso eleva las probabilidades de que algunos de los otros medicamentos de
Samumed lo hagan también. Hay un tratamiento para la cicatrización del pulmón,
conocido como fibrosis pulmonar idiopática. Y otro para la degeneración
macular, que provoca ceguera. ¿Podrían estos fármacos, sumados uno tras otro,
sustentar una valuación de decenas de miles de millones de dólares?
Definitivamente, aunque hay mucho que tiene que salir bien.
Pero esto es cierto: Samumed no
es Theranos. Esa empresa tenía un plan de negocios que era difícil de
entender. ¿Cómo podía un disruptor derrotar a los gigantes del diagnóstico
LabCorp y Quest haciendo pruebas de diagnóstico más barato –y por tanto
reduciendo así el mercado– valer tanto como LabCorp y Quest? Más que eso, a
pesar de lo que diga Theranos, parece que lanzó su tecnología de pruebas al
mundo real antes de que estuviera lista, lo que podría poner a los pacientes en
riesgo.
Samumed no sigue el mismo curso
de acción. Sus medicamentos llegarán al mercado, a través de la Administración
de Alimentos y Drogas (FDA por sus siglas en inglés), sólo después de que hayan
demostrado su eficacia. Si sus inversionistas están dispuestos a jugar el
juego de la paciencia y a esperar a que llegue el éxito, bien por ellos.
Veremos los primeros grandes ensayos de Samumed con sus fármacos durante el
próximo año y medio.
Después de un día de conversación
en sus oficinas de San Diego –Samumed emplea a 120 personas y tiene sus propios
laboratorios y salas llenas de ratas y ratones–, Kibar y Samikoglu salieron a
comer a un restaurante japonés. En ese momento, Samikoglu fue quien acaparó la
mayor parte de la conversación, mientras que Kibar se sentó en silencio, como
un hombre que mira sus cartas a escondidas, evaluando a sus oponentes y
esperando la oportunidad de subir su apuesta.
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