Amigos y socios, ¿buena combinación?
FORBES- 11 de Mayo de 2016
Puede ser una buena combinación o ser un desastre
monumental. Todo depende de la frialdad con que se prefigure la sociedad. Eso,
por el bien de cada parte.
Adoramos a nuestros amigos, es muy divertido estar a su
lado, la pasamos tan bien. Incluso, sabemos que podemos contar con ellos porque
han permanecido ahí en lo próspero y en lo adverso, han sido cómplices y saben
guardar secretos. En fin, han pasado la prueba de fuego y se han quedado. Lo
natural es compartir con ellos las mieles de un proyecto que parece tener
muchas posibilidades de triunfar, pero ¿podrán ser buenos socios?
La mayoría de los emprendedores se han hecho esta pregunta
para la que no existe una respuesta correcta que se ajuste a todos los casos.
Los amigos son de las figuras más importantes en nuestras vidas, son compañeros
y tienen una ventaja: nos conocen, pero considerarlos para formar parte de un
proyecto de emprendimiento puede ser un detonante que genere chispas, tanto de
éxito como de fracaso. Antes de invitar a un amigo a formar parte de un plan de
negocios es necesario hacer un alto para analizar.
La tentación de convertir a un amigo en socio no es banal.
Preferimos confiar en alguien a quien conocemos y estimamos que a un
desconocido que nos puede generar suspicacia. Frente a lo que no nos es
familiar, tenemos miedo y claro que inclinamos el fiel de la balanza a favor de
quien nos ha brindado su amistad. Pero, sabemos bien, que entre amigos los
temas de negocios son más complicados de lo que parece.
En primer lugar, hay que echarle un balde de agua fría al
tema. Es muy distinto ser un buen compañero en el aspecto social que en el
desarrollo de un proyecto. Hay que separar los afectos, las opiniones y partir
de condiciones observables, medibles y cuantificables que nos permitan evaluar
si mi amigo será un buen socio en los negocios. En esta condición estamos
salvaguardando dos aspectos igualmente relevantes: la amistad y el negocio.
¿Por qué es buena idea invitar a alguien a formar parte de
un proyecto?
Tener un socio es contar con un apoyo. Es una opción que
permite compartir las responsabilidades y los riesgos, tanto financieros como
prácticos. Los buenos socios contribuyen, además de aportar recursos, con una
variedad de habilidades, capacidades y experiencia. También comparten la toma
de decisiones en el manejo del negocio, al igual que las utilidades y las
pérdidas. Mutuamente se apoyan y motivan para sobrellevar los momentos
difíciles. Con un amigo, el proceso puede ser más llevadero y hacerse
divertido.
Contar con alguien con metas parecidas y valores similares
ayuda a la consecución de los objetivos y a alcanzar las metas. Adicionalmente,
sentir simpatía mutua y disfrutar de estar juntos, codo a codo, en los largos
los periodos que tengan que compartir, ayuda a aligerar la carga y a realizar
proyectos.
Tener un experto de confianza en campos que son ajenos a
nuestra área de conocimiento quita muchas preocupaciones. Estar junto a una
persona que sabe de lo que nosotros no conocemos es una gran ventaja que genera
campos fértiles y círculos productivos fortalecidos.
Porque la suma de dos talentos siempre tiene efectos
multiplicadores, más cuando el cariño, la simpatía y el respeto están
presentes.
Sin embargo, no siempre es buena idea integrar a los amigos
a los proyectos de emprendimiento. En ocasiones, en vez de generarse círculos
virtuosos, se abren las puertas del desastre y se acaba sin amigo y sin
proyecto. Es preciso entender que la relación de socios de inversión es una de
las más delicadas y potencialmente destructivas que existe en nuestro mundo.
Una sociedad puede ser muy interesante y productiva, pero
hay que tener en cuenta que, como cualquier relación entre seres humanos,
requiere de paciencia, perseverancia, buena fe y esfuerzo. Lo principal es que
todos los socios sean transparentes y honestos entre ellos y que estén
dispuestos a resolver, tan pronto sea posible, cualquier diferencia de criterio
entre ellos. Ésa es la clave que evitará que los problemas se vuelvan
destructivos y acaben con el negocio y con la tranquilidad.
Para ello es preciso tener la madurez para hablar con
claridad y atacar los problemas con responsabilidad. Hay temas delicados que
deben ser tomados en cuenta para evitar posibles disputas y problemas con sus
socios en el futuro:
― Tomarse el tiempo para desarrollar, de manera explícita y
por escrito, misión, visión y objetivos que reflejen la convergencia de puntos
de vista para el negocio. Esto ayudará a mantener el enfoque adecuado y los
canales de comunicación abiertos, mientras el negocio se comienza a
desarrollar.
― Definir las áreas de responsabilidad de cada socio, no
conforme a los gustos, sino con base en sus fortalezas individuales,
capacidades y experiencia dejando a cada cual libertad en el ejercicio de sus
actividades.
― Emitir un acuerdo entre los socios en el que se
establezcan las expectativas de cada uno en puntos clave como: distribución de
ganancias, división de trabajo, responsabilidad gerencial dentro del negocio, y
reglas para un potencial caso de compra de participación de un socio por parte
del otro. Esto evitará que el negocio esté siempre sujeto a los estados de
ánimo variables de los socios y a los avatares personales de cada uno de ellos
—divorcios, deudas, enfermedades, quiebras, accidentes—, además de la influencia
de terceros —familiares, cónyuges, los hijos, los esposos, los padres,
hermanos, otros amigos, son fuente espontánea de conflictos.
Debemos evitar asociarnos con un amigo si…
Lo estamos invitando al proyecto sólo por echarle la mano.
Es bueno para la fiesta y pésimo para la responsabilidad.
Sabemos que tiene una situación financiera comprometida.
Jamás lo hemos visto trabajar.
No sabe manejar la presión.
No entiende los límites entre la amistad y el negocio.
Grita en vez de argumentar.
Trae pegado a alguien como si fuera parte de su cuerpo, sea
otro amigo, la novia, el hijo o quien sea.
La peor decisión que podemos tomar es apresurarnos con una
propuesta de asociación para un amigo. Mostrar interés no es suficiente. Hay
que examinar todas las posibilidades con máximo cuidado. Si hay dudas, si se
está inseguro de que el potencial socio pueda integrar un equipo sensacional,
es mejor buscar alguna opción: trabajar conjuntamente antes de formalizar la
sociedad, hacer una prueba. En fin, antes de comprometerse de manera definitiva
con un amigo, lo mejor es evaluar.
Una vez hecha la evaluación y si la dirección indica con
rumbo a asociarnos con un amigo, hay que plantear estrategias de salida en la
que ambas partes se sientan conformes. Esto, con el fin de garantizar que si se
pierde el proyecto se pueda conservar la amistad.
Amigos y socios puede ser una buena combinación o ser un
desastre monumental. Todo depende, en gran medida, de la profundidad del
análisis y la frialdad con la que se pueda prefigurar la sociedad; eso, por el
bien de cada parte. Es horrible perder un negocio y, peor, quedarse sin amigos.
Cecilia Durán Mena- le gusta contar. Poner en secuencia números y
narrar historias. Es consultora, conferencista, capacitadora y catedrática en
temas de Alta Dirección. También es escritora.
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