Brian Chesky y el increíble
ascenso de Airbnb
The wall
street journal - mayo de 2016
Brian Chesky, el fundador y
presidente ejecutivo de la empresa de alquiler temporal de residencias privadas
Airbnb, se eriza al considerar la idea de que funcionarios municipales cierren
su negocio. Desde Nueva York hasta Tel Aviv, los gobiernos locales han acusado
al servicio de facilitar los arriendos ilegales. “Creo que ya superamos eso”,
dice.
Algunos observadores han
comparado su compañía con Napster, el sitio de intercambio de música que fue
cerrado por un juez federal de Estados Unidos en 2001 por infringir las leyes
de propiedad intelectual. Chesky responde al señalar que participó en marzo en
un foro de emprendimiento junto al presidente Barack Obama, durante su
histórica visita a Cuba. “Un presidente definitivamente no reconocía a una
empresa como Napster al principio”, observa.
Chesky, de 34 años, ha visto cómo
su empresa, que no cotiza en bolsa, ha crecido para llegar a facturar casi
US$1.000 millones en 2015 con una valoración que ronda los US$25.500 millones.
La idea de Airbnb se le ocurrió en 2007, cuando trabajaba como diseñador
industrial. A Él y su compañero de apartamento en San Francisco, Joe Gebbia, no
les alcanzaban para pagar el arriendo, así que compraron tres colchones de aire
y los alquilaron a otros asistentes a una conferencia de diseño en la ciudad.
Chesky les dio a sus huéspedes un desayuno de Pop-Tarts. Él y Gebbia decidieron
transformar la idea en un negocio, para que cualquiera pudiera promocionar
habitaciones o casas que extraños pudieran arrendar temporalmente. En 2008 crearon
el sitio web.
Cuando tuvieron problemas para
hallar inversionistas, trataron de financiar la empresa vendiendo cajas de
cereal de edición limitada inspiradas en la elección presidencial de ese año.
La idea, sin embargo, no fructificó.
No obstante, Airbnb logró
despegar, comenzando en las grandes ciudades y luego expandiéndose a las
comunidades costeras y resorts de ski. (La compañía gana dinero cobrando una
comisión de 3% a los anfitriones y de entre 6% y 12% a los huéspedes en cada
transacción). El sitio ha facilitado más de 80 millones de reservas y el número
de propiedades para arrendar ha subido a más de dos millones en todo el mundo.
Un informe de Goldman Sachs calcula que Airbnb representará 5,4% del suministro
de habitaciones en EE.UU. este año, frente a 3,6% el año pasado.
Durante los últimos meses, la
empresa ha luchado contra autoridades de vivienda, sindicatos hoteleros y
proyectos de ley que buscan limitar sus servicios en grandes mercados como
Nueva York y San Francisco.
Muchas ciudades tienen
regulaciones que restringen los alquileres de corto plazo y los sindicatos de
hoteles, entre otros, han urgido a los gobiernos locales a que obliguen a los
anfitriones a obtener una licencia de rentas vacacionales. A otros les preocupa
que la gente saque apartamentos y casas del mercado inmobiliario para
convertirlos prácticamente en hoteles.
En respuesta a esas críticas,
Chesky argumenta que Airbnb ha sido una bonanza para las economías urbanas. “Si
se aloja en un barrio residencial, es más probable que visite la cafetería
local y los restaurantes locales y eso tiene un profundo impacto en los
pequeños negocios”, asevera.
Chesky reconoce que su modelo de
negocios presenta una compleja serie de retos para los gobiernos. Las leyes
para hoteles y alquileres de viviendas “fueron redactadas en el Siglo XX para
empresas y gente de negocios”, señala. “Airbnb permite que la gente actúe como
un negocio y eso borra las fronteras”.
El lugar que ha sido alquilado
más noches en Airbnb es conocido como el “mushroom dome”, una pequeña vivienda
en un bosque en el sur de California, por un precio de US$155 la noche. Los
lugares más costosos alcanzan los US$10.000 la noche. Entre estos se encuentra
un château en el Valle del Loira en Francia y un yate de lujo de 34 metros.
Nacido cerca de Schenectady,
estado de Nueva York, de dos trabajadores sociales, de joven Chesky estaba más
interesado en el arte y el dibujo que en la tecnología. Asistió a la Escuela de
Diseño de Rhode Island, donde se graduó como diseñador industrial. Luego se
mudó a Los Ángeles y, posteriormente, a San Francisco.
A medida que su compañía ha
crecido, Chesky ha continuado probando su propio producto. En 2010, pasó un año
viviendo cada mes en una propiedad diferente en San Francisco. En su tiempo libre,
viaja con su novia para alojarse en propiedades en otros países que aparecen en
Airbnb. Actualmente vive en el mismo apartamento en San Francisco que tenía
hace una década, aunque su compañero se mudó y su novia tomó su lugar.
Ocasionalmente alquila un sofá en
su apartamento por US$50 la noche y le gustan las conexiones personales que
puede hacer.
“¿Cuándo fue la última vez que
fue a un restaurante y se hizo amigo del mesero o fue a un hotel y se hizo
amigo del portero?”, pregunta. “Sería algo descabellado”.
Claro, no todo el mundo se siente
cómodo invitando a extraños a su hogar. En 2014, un huésped de Airbnb destruyó
un penthouse de Nueva York. Pero Chesky dice que esos problemas son poco
comunes. Indica que cuando lanzó la compañía sus amigos e inversionistas
pensaban que estaba loco, pero ha encontrado más razones para tener fe en las
personas que para perderla.
“La gente dice que no se puede
confiar en extraños, pero creo que nosotros hemos desmentido eso”, insiste.
“Creo que hemos demostrado que la gente es fundamentalmente buena”.
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