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lunes, 30 de mayo de 2016

Airbnb


 Brian Chesky y el increíble ascenso de Airbnb


The  wall street journal -  mayo de 2016  
Brian Chesky, el fundador y presidente ejecutivo de la empresa de alquiler temporal de residencias privadas Airbnb, se eriza al considerar la idea de que funcionarios municipales cierren su negocio. Desde Nueva York hasta Tel Aviv, los gobiernos locales han acusado al servicio de facilitar los arriendos ilegales. “Creo que ya superamos eso”, dice.

Algunos observadores han comparado su compañía con Napster, el sitio de intercambio de música que fue cerrado por un juez federal de Estados Unidos en 2001 por infringir las leyes de propiedad intelectual. Chesky responde al señalar que participó en marzo en un foro de emprendimiento junto al presidente Barack Obama, durante su histórica visita a Cuba. “Un presidente definitivamente no reconocía a una empresa como Napster al principio”, observa.

Chesky, de 34 años, ha visto cómo su empresa, que no cotiza en bolsa, ha crecido para llegar a facturar casi US$1.000 millones en 2015 con una valoración que ronda los US$25.500 millones. La idea de Airbnb se le ocurrió en 2007, cuando trabajaba como diseñador industrial. A Él y su compañero de apartamento en San Francisco, Joe Gebbia, no les alcanzaban para pagar el arriendo, así que compraron tres colchones de aire y los alquilaron a otros asistentes a una conferencia de diseño en la ciudad. Chesky les dio a sus huéspedes un desayuno de Pop-Tarts. Él y Gebbia decidieron transformar la idea en un negocio, para que cualquiera pudiera promocionar habitaciones o casas que extraños pudieran arrendar temporalmente. En 2008 crearon el sitio web.

Cuando tuvieron problemas para hallar inversionistas, trataron de financiar la empresa vendiendo cajas de cereal de edición limitada inspiradas en la elección presidencial de ese año. La idea, sin embargo, no fructificó.

No obstante, Airbnb logró despegar, comenzando en las grandes ciudades y luego expandiéndose a las comunidades costeras y resorts de ski. (La compañía gana dinero cobrando una comisión de 3% a los anfitriones y de entre 6% y 12% a los huéspedes en cada transacción). El sitio ha facilitado más de 80 millones de reservas y el número de propiedades para arrendar ha subido a más de dos millones en todo el mundo. Un informe de Goldman Sachs calcula que Airbnb representará 5,4% del suministro de habitaciones en EE.UU. este año, frente a 3,6% el año pasado.

Durante los últimos meses, la empresa ha luchado contra autoridades de vivienda, sindicatos hoteleros y proyectos de ley que buscan limitar sus servicios en grandes mercados como Nueva York y San Francisco.

Muchas ciudades tienen regulaciones que restringen los alquileres de corto plazo y los sindicatos de hoteles, entre otros, han urgido a los gobiernos locales a que obliguen a los anfitriones a obtener una licencia de rentas vacacionales. A otros les preocupa que la gente saque apartamentos y casas del mercado inmobiliario para convertirlos prácticamente en hoteles.

En respuesta a esas críticas, Chesky argumenta que Airbnb ha sido una bonanza para las economías urbanas. “Si se aloja en un barrio residencial, es más probable que visite la cafetería local y los restaurantes locales y eso tiene un profundo impacto en los pequeños negocios”, asevera.

Chesky reconoce que su modelo de negocios presenta una compleja serie de retos para los gobiernos. Las leyes para hoteles y alquileres de viviendas “fueron redactadas en el Siglo XX para empresas y gente de negocios”, señala. “Airbnb permite que la gente actúe como un negocio y eso borra las fronteras”.

El lugar que ha sido alquilado más noches en Airbnb es conocido como el “mushroom dome”, una pequeña vivienda en un bosque en el sur de California, por un precio de US$155 la noche. Los lugares más costosos alcanzan los US$10.000 la noche. Entre estos se encuentra un château en el Valle del Loira en Francia y un yate de lujo de 34 metros.

Nacido cerca de Schenectady, estado de Nueva York, de dos trabajadores sociales, de joven Chesky estaba más interesado en el arte y el dibujo que en la tecnología. Asistió a la Escuela de Diseño de Rhode Island, donde se graduó como diseñador industrial. Luego se mudó a Los Ángeles y, posteriormente, a San Francisco.

A medida que su compañía ha crecido, Chesky ha continuado probando su propio producto. En 2010, pasó un año viviendo cada mes en una propiedad diferente en San Francisco. En su tiempo libre, viaja con su novia para alojarse en propiedades en otros países que aparecen en Airbnb. Actualmente vive en el mismo apartamento en San Francisco que tenía hace una década, aunque su compañero se mudó y su novia tomó su lugar.

Ocasionalmente alquila un sofá en su apartamento por US$50 la noche y le gustan las conexiones personales que puede hacer.

“¿Cuándo fue la última vez que fue a un restaurante y se hizo amigo del mesero o fue a un hotel y se hizo amigo del portero?”, pregunta. “Sería algo descabellado”.

Claro, no todo el mundo se siente cómodo invitando a extraños a su hogar. En 2014, un huésped de Airbnb destruyó un penthouse de Nueva York. Pero Chesky dice que esos problemas son poco comunes. Indica que cuando lanzó la compañía sus amigos e inversionistas pensaban que estaba loco, pero ha encontrado más razones para tener fe en las personas que para perderla.

“La gente dice que no se puede confiar en extraños, pero creo que nosotros hemos desmentido eso”, insiste. “Creo que hemos demostrado que la gente es fundamentalmente buena”.
  

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