Antes de hacerlo, planéalo
FORBES- 21 de Abril de 2016
La acción sin dirección no es muy
efectiva. Aquí 4 sencillos pasos para hacerlo, para poner en marcha tu idea de
negocio, sin dejar de ser riguroso con la estrategia.
Hay dos tipos de personas: las
que se ponen en marcha rápidamente, casi sin planificar, y las que prefieren
crear una estrategia antes de empezar. ¿Con cuál te identificas más?
Podemos pasarnos toda la vida
planeando, creando estrategias, esperando el momento justo. Años y años
postergando nuestro gran emprendimiento, hablando de él, diseñando todo a su
alrededor. Siempre preparándonos para el gran inicio, sin iniciar jamás.
Llega un momento en que toda esa
planeación deja de ser buena. Toda esa preparación es contraproducente. No hay
un momento en que todo será perfecto, recuerde: el mejor momento de emprender
es ayer, el segundo mejor es hoy.
El ser una persona de acción es
algo excelente, sobre todo porque es la acción la que genera resultados. De
nada sirve tener muchísimos conocimientos y formación si luego no pasas a la
acción. De hecho, ir acumulando cursos y cursos indefinidamente antes de
ponerte en marcha porque “necesitas estar más preparada” es una forma de
autosabotaje por miedo a fracasar, al rechazo.
Sin embargo, como escuché una
vez, la acción sin dirección no es muy efectiva, o, lo que es lo mismo, hacer
no equivale a conseguir, a tener resultados (o al menos los resultados que tú
quieres). Seguro que lo has podido comprobar por ti misma más de una vez: trabajar
como una loca para nada. Por ejemplo: meterte en un montón de redes sociales
sin saber para qué, gastarte una millonada en tu web sin tener clara tu idea de
negocio, ponerte a hacer cosas en el despacho y acabar el día sin haber hecho
lo verdaderamente importante.
Está bien querer ser exitosos,
pero el éxito no es una meta; es el resultado de una vida de trabajo duro y de
perseverancia. El éxito viene de años de educación y, sobre todo, de
experiencia. En el ámbito empresarial se trata de la búsqueda de oportunidades,
de la construcción de relaciones, de la toma de decisiones inteligentes y de
centrarse en lo más importante para el florecimiento de tu negocio.
Aquí es donde entra en acción la
planificación y estrategia. Hay personas que antes de entrar en acción
prefieren tenerlo todo bien planificado y tener clara su estrategia. Muy sabio,
porque eso te permite analizar distintas opciones antes de emplear tiempo y
energía en algo. No sea que después de emplearlo no funcione y creas que ha
sido mala suerte o que tú no vales para eso, cuando la verdad es que lo único
no válido eran tus técnicas o tu estrategia.
Por supuesto, la planificación
también tiene su contrapunto cuando la utilizas como excusa para posponer el
momento de acción, algo también bastante frecuente. Lo primero a lo que te
debes comprometer es a dejar de procrastinar y a dejar de tener miedo de no
obtener lo que quieres al primer intento.
En todo caso, en la mayoría de
las situaciones es muy útil tener una estrategia, y estas preguntas
fundamentales que deberías plantearte si tienes algo en mente o estás en medio
de un proceso:
― ¿Qué es lo que quiero lograr?
― ¿A dónde quiero llegar?
― ¿Qué tengo que hacer para
lograrlo?
―·¿Cómo voy a hacerlo?
―·¿Con qué recursos lo voy hacer?
―·¿Quiénes me van ayudar a
lograrlo?
―·¿Qué resultado espero?
―·¿Cómo voy a saber que he
conseguido ese resultado, qué métodos de análisis y medición de resultados voy
a utilizar?
― ¿En qué otra cosa podría
emplear mi tiempo, dinero y recursos para obtener mejores resultados y lograr
mis metas?
Una vez que hayas encontrado la
dirección de tu idea de negocio (o de tu ya establecida empresa) es importante
que hagas de esta estrategia un círculo virtuoso e implacable. Este círculo
debe comenzar con una hipótesis que, aunada a una lluvia de ideas, defina si
dicha estrategia será óptima en el corto y mediano plazo para tu organización o
para tu idea.
Posteriormente es preciso que
hagas experimentos rápidos y económicos sobre tu idea; falla apresuradamente,
obtén el éxito, llega a la última escala y comienza de nuevo.
Es muy fácil ir acumulando
información y cursos y sentirte atraído por las “novedades”, con la idea de que
todo te puede ser útil. Pero la consecuencia, muchas veces, es la parálisis por
análisis. Hay tanto que no sabes por dónde empezar y acabas no haciendo nada. O
bien, todo lo contrario: te metes de lleno en cada oportunidad o puerta abierta
que ves, sin pararte a pensar demasiado. En cualquiera de estas situaciones
estas preguntas pueden ahorrarte bastantes quebraderos de cabeza.
Te recomiendo que empieces a
motivarte con estos pasos:
Entiende tu porqué. Mark Twain
decía que los dos días más importantes de tu vida son el día que naciste y el
día en el que descubres el porqué. Intenta aprender cuál es tu propósito.
Aspira a lo grande. Te conviertes
en lo que crees. Admitámoslo, habrá días en que tu trabajo se sentirá tan
aburrido y tan repetitivo que sentirás que tienes un millón de pendientes.
Habrá momentos en los que te sentirás verdaderamente irritado. Por ello siempre
es bueno enfocarte en la imagen grande, en lo que lograrás con todo este
esfuerzo.
Designa a un compañero de
responsabilidad. Digamos que tienes la meta de encontrar 10 clientes nuevos por
mes para tu negocio. Comparte ese objetivo con alguno de tus colegas más
cercanos; de esta manera te habrás inscrito en la “presión amistosa”, y esto te
ayudará a motivarte. Espera a que en los pasillos te griten “¿cómo vas con tus
nuevos clientes?, ¿cuántos te faltan para los 10?”
Diviértete. ¿Has notado que
cuando te estás divirtiendo eres mucho más carismático, alegre y optimista? No
hay diversión en una línea recta; siempre es bueno tener altibajos que te reten
a encontrar lo mejor de ti. Ayuda a formar parte de un ambiente de trabajo
extraordinario, sonríe.
Recuerda que un buen plan
ejecutado violentamente hoy, es mejor que un plan perfecto para la próxima
semana. La confianza en uno mismo es elemental. Esa certeza de que somos
capaces de realizar lo que nos hemos propuesto.
Podemos tener el mejor concepto,
la mejor estrategia, los mejores recursos, pero si no estamos convencidos de lo
que hacemos, no podremos lograr nuestra meta. Antes que cualquier cosa,
encuentra esa confianza en ti mismo. Lo demás depende de la planeación, las
acciones que hagas para lograrlo y los recursos que tienes para llevarlo a
cabo.
Recuerda que las mejores
compañías en el mundo nacen porque sus dirigentes y fundadores aspiraron a
cambiar el mundo, no a hacer dinero fácil. Si las puertas de las oportunidades
no se abren, entonces comienza a construir tu propia puerta.
Mario Rizo Rivas-Socio Director
de Salles, Sainz – Grant Thornton, S.C., en Guadalajara y Puerto Vallarta.
Contador Público Certificado por el IMCP. Conferencista, autor de los libros
'El Sucesor' y 'Todos Ganan', y maestro en Impuestos.
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