Los cinco consejos que te harán ser mucho más
feliz en cualquier momento
El Confidencial - abril de 2016
Qué tendrá la felicidad que es
tan fácil detectar a aquellas personas que disfrutan de ella y, lo mismo
ocurre, con aquellas que nadan en la dirección contraria y sus sentimientos son
tóxicos. Lo cierto es que este deseo no solo procede de nuestra curiosidad,
sino que también ha provocado todo tipo de investigaciones científicas. Desde
la influencia de esta en mantener un matrimonio satisfactorio y duradero, hasta
sus efectos en el salario, el trabajo, la salud o, incluso, la economía
mundial.
Afortunadamente, la felicidad no
es un estado espiritual con un aura mágica que irradia positivismo a diestro y
siniestro. Alejados de este misticismo y espectacularidad, la realidad es que
la felicidad es un comportamiento, o actitud que debe cultivarse cada día para
que seamos capaces de disfrutar los buenos momentos y endulcemos los tragos más
amargos. Desde ‘Alternet’ proponen una serie de consejos para trabajar nuestro
estado anímico en el día a día.
1. Reconocer lo que funciona
Cuando no estamos cómodos con
algo, es muy tentador centrarse en lo negativo: lo poco que se gana en el
trabajo, lo pequeña que es nuestra casa, lo ruidosos que son los vecinos, lo
fría que está últimamente nuestra pareja, etc. Aunque sea más sencillo caer en
lo malo, es evidente que esta no es la mejor manera para sentirse más feliz y
aliviado. Para evitar este círculo vicioso podemos dedicar todas las noches un
ratito a pensar en las cosas buenas que nos han ocurrido e, incluso, apuntar en
una hoja tres de ellas. No hace falta que todas sean de un nivel superlativo,
no todos los días nos va a tocar la lotería. Tan solo es necesario que nos
generen una sensación de bienestar, como escuchar la risa de un ser querido,
comer algo que nos guste o disfrutar de un libro que estábamos deseando leer.
Otro interesante mecanismo parte
de la convivencia con lo que tenemos alrededor. La naturaleza es una poderosa
fuente de felicidad. Dar un paseo por el campo o parque que nos quede más
cerca, observar la viveza del entorno, oler los árboles, etc., nos ayudará a
sentirnos más relajados, cómodos y contentos. Un estudio de las universidades
de Rhode Island, Pensilvania y Michigan detectó que aquellos participantes que
dedican cada día 20 minutos a este espacio de esparcimiento se sintieron mucho
más felices. Lo más positivo es que estos niveles se mantuvieron hasta seis
meses después.
Pero si no somos capaces de ver
los detalles positivos que ocurren a nuestro alrededor, debemos esforzarnos por
encontrar nuevos espacios y actividades que nos causen tal placer. Hacer
deporte, meditar, escuchar música, participar en algún voluntariado… Son
numerosas y variadas las actividades que pueden ayudarnos a salir de la gris
rutina y dar algo de color a nuestra vida.
2. Restringir los pequeños
placeres
Es cierto que aunque seamos
capaces de detectar lo que nos causa placer, una continua repetición de ello
puede causarnos cansancio y aburrimiento. La naturaleza humana tiende a
normalizar lo extraordinario si lo repite habitualmente. Si conseguimos éxitos
profesionales de manera continuada es posible que acabemos por no valorarlos,
si siempre nos compramos el último modelo de móvil probablemente no disfrutemos
de este ni de otros caprichos.
Para no caer en errores tan
comunes debemos pararnos a pensar de vez en cuando en cómo sería nuestra vida
sin estos pequeños lujos que actualmente minusvaloramos. Incluso podríamos
prescindir durante un tiempo de algunos placeres para disfrutar más cuando
podamos acceder a ellos. De esta manera, si somos amantes del chocolate nos
será más placentero consumirlo tras un par de días sin probarlo que si
engullimos media tableta en cada comida.
3. Conocerse mejor a sí mismo
Pero la felicidad tampoco se ciñe
exclusivamente a los placeres más mundanos. También debemos estar en paz con
nosotros mismos y con nuestro interior. En nuestra ajetreada vida repleta de
obligaciones no es sencillo dedicar el tiempo necesario para reflexionar sobre
dónde estamos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Es esencial saber lo
que es importante para nosotros… y cuidarlo.
Buscar el significado de nuestra
vida es un refuerzo esencial para afrontar cada día. Un estudio de la Colorado
State University propuso una serie de ejercicios reflexivos a sus participantes
y aquellos que los completaron reportaron al final del experimento más
emociones positivas y mayor satisfacción. Otra investigación, encabezada por
los profesores de la universidad de Missouri-Columbia y la de California Kennon
M. Sheldon y Sonja Lyunomirsky, propuso a sus participantes que durante dos semanas
apuntaran cada día sus mejores propósitos y, tras el estudio, los resultados
positivos siguieron siendo visibles hasta un mes después. Con estas dinámicas
podemos marcarnos nuestros objetivos y centrarnos en lo que realmente nos
importa. Eso sí, los proyectos y las metas marcadas deben ser realistas para
ver el resultado y no frustrarnos más de lo debido.
4. Disfrutar de nuestros puntos
fuertes
Debemos partir de la premisa de
que no somos perfectos, de que tenemos puntos débiles y de que hemos de aprender
a convivir con ellos sin obsesionarnos. Pero también debemos ser conscientes de
que tener debilidades significa que también disponemos de fortalezas y saber
cuáles son es un punto de partida para conocernos mejor a nosotros, sacarnos el
máximo partido y ser más prácticos en nuestro día a día. Aprovecharlos para
convertirlos en actos que sean beneficiosos para nosotros mismos y para nuestro
entorno nos servirá para sentirnos con más confianza. Sobre todo si cada semana
somos capaces de apuntar y sintetizar aquellas experiencias positivas.
5. Conectar con el resto
La gran conclusión de la novela y
película 'Hacia rutas salvajes' es que la felicidad no es tal si no es
compartida. Volcarnos solo en nosotros mismos nos alejará del resto y nos
convertirá en personas más hurañas y egoístas. En cambio, ayudar a las personas
de nuestro entorno, hacer sentirse queridos a nuestros familiares, cuidar a
nuestros hijos o colaborar con nuestros compañeros de trabajo no solo será de
ayuda para ellos, sino que también incidirá en nuestro estado anímico.
Esta bondad no tiene por qué, ni
debe, basarse en regalos materiales o actos extravagantes, vale simplemente con
pequeños actos que sean visibles. La influencia de nuestras actuaciones
filantrópicas también ha sido materia de estudio científico. Los profesores
Elizabeth Dunn y Michael Norton han llegado a la conclusión de que ser más
generosos no tiene por qué hacernos sentir más felices. También detectaron que
los participantes de su estudio se sentían más realizados cuando en un único
día realizaban varios favores, en comparación a si colaboraban menos con el
resto durante una jornada, pero de manera más continuada durante la semana.
Este estudio nos ofrece, por
tanto, la posibilidad de ser bondadosos de manera deliberada: elegir un día a
la semana, buscar oportunidades para actuar correctamente y evaluar el impacto
que han tenido nuestros actos. Suena un tanto oportunista, y quizá lo sea, pero
no hay nada de malo en alimentar algo nuestro ego si además colaboramos y
ayudamos al resto. El ser más generoso de lo habitual durante un día no implica
que nos tengamos que comportar como cretinos durante el resto de la semana.
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