La cuarta revolución industrial:
a mitad del camino
FORBES- 28 de abril de 2016
Las revoluciones industriales
previas ocasionaron sobresaltos en las sociedades, pero sin duda trajeron
importantes mejoras en la calidad de vida de la gente. La cuarta no será la
excepción.
No se sabe bien cómo nos
afectará, no se dimensiona aún su magnitud y no está claro cómo cambiará la
estructura de las economías ni la forma de relacionarnos con ellas. De lo único
que se tiene certeza es que estamos en los albores de una nueva era
tecnológica. Este año, la reunión de más de 2,500 líderes del mundo en Davos,
Suiza, abordó los retos que impone esta cuarta revolución industrial, la de los
sistemas de la información.
La primera revolución ocurrió hacia
finales del siglo XVIII y cambió la manera en la que se proporcionaba energía a
las fábricas. Aquella alteró la historia de la humanidad; nos permitió generar
energía de forma masiva a voluntad y, en consecuencia, modificó la forma de
producir y abrió la puerta a posteriores cambios tecnológicos. La siguiente
revolución, hacia 1870, de la mano de la electricidad, replanteó la división
del trabajo y facilitó la producción en masa. El procesamiento de información,
el uso de electrónicos y la producción automatizada son características de la
tercera, iniciada aproximadamente en 1969.
Los expertos dicen que los
cambios que estamos viviendo hoy en día no son meramente una construcción sobre
esta última, sino una nueva era en sí misma, como señala Jeremy Rifkin en La
era del acceso.
La velocidad del desarrollo
tecnológico actual no tiene precedente histórico y está alterando prácticamente
todas las industrias en todos los países, de acuerdo con Valeria Moy, profesora
de Harvard.
Las revoluciones industriales previas
ocasionaron sobresaltos en las sociedades, resistencias, procesos de
adaptación, pero sin duda repercutieron en importantes mejoras en la calidad de
vida de la gente.
La que viene no será la
excepción. Habrá grandes avances en algunas áreas, como la salud, pero
ocasionará también grandes rupturas frente a los equilibrios actuales. El Foro
Económico Mundial acaba de proyectar la pérdida de 7.1 millones de empleos en
los próximos cinco años en las 15 economías más grandes del planeta.
Lo que en primer lugar se plantea
es si la desaparición de empleos es consecuencia inevitable del progreso
técnico, el cual reduce la necesidad de mano de obra. Examinando el telón
laboral de fondo, el economista francés Jean Hervé Lorenzi piensa que nos
encontramos a mitad de camino de la cuarta revolución industrial. Al igual que
en las tres anteriores, las nuevas tecnologías empezaron destruyendo puestos de
trabajo.
Pero si la historia se repite,
cuando concluya la presente se habrán creado más empleos, considerados al
principio nuevos e imprevisibles. Hasta entonces nos toca atravesar la fase
intermedia, en que se modifican algunas variables laborales: cambia la duración
de los horarios; fluctúa la composición de la mano de obra y su volumen; las
mujeres y las personas mayores entran o salen de la población económicamente
activa. Según el análisis realizado por Lorenzi, en una etapa de especial
movilidad resulta necesario llegar a un acuerdo entre los protagonistas
—trabajadores, empresarios, sindicatos, gobiernos, etc.— sobre las condiciones
laborales de los próximos años.
Esta pérdida de empleos vendrá
acompañada de un incremento de 2 millones de plazas nuevas que requerirán
personas con diferentes habilidades. El impacto se verá en todas las
industrias, aunque probablemente los sectores salud, energético y financiero
serán los que observen mayores decrementos en su personal. Los mercados
laborales se verán obligados a cambiar al ritmo de la tecnología. Algunos
empleos desaparecerán y surgirán otros que ni siquiera imaginamos ahora. Como
resultado, la desigualdad existente puede exacerbarse. El desplazamiento de
trabajadores por máquinas o por procesos automatizados hará que la disparidad
entre el pago al capital y el pago al trabajo se vaya haciendo mayor. Y al final
del día, el factor de producción relevante será el talento, el capital humano
capaz de asimilar el cambio tecnológico, de acuerdo –una vez más– con Jeremy
Rifkin, en La sociedad marginal de coste cero, y la propia Valeria Moy.
El Foro Económico Mundial ha
enlistado las 10 principales habilidades que serán necesarias en el entorno
laboral de 2020. No es que no lo sean hoy, pero la importancia relativa es
distinta. Las tres primeras son:
La resolución de problemas
complejos.
La capacidad de pensamiento crítico.
La creatividad.
Pero detrás de estas habilidades
se está presuponiendo que la gente cuente ya con conocimientos y habilidades
tecnológicas.
Xavier Ginebra Serrabou-Es socio
del área de Competencia, Protección de Datos y Consumidores del despacho
Jalife, Caballero & Asociados.
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