El ascenso y caída del magnate petrolero de Estado Islámico
The wall street journal - jueves, 28 de abril de
2016
Abu Sayyaf, el magnate petrolero
de Estado Islámico, estaba en la cima hace un año. Pese a su inexperiencia en
el sector, había armado una red de operadores y revendedores de petróleo sirio
que, en un momento, llegó a triplicar los ingresos energéticos del grupo
terrorista.
Su agenda estaba marcada por los
desafíos característicos de cualquier ejecutivo de la industria: aumentar la
producción, mejorar las relaciones con los clientes y eludir las directrices de
sus jefes. Sin embargo, también tenía labores propias de una organización
extremista, como aprobar gastos para financiar la mantención de esclavos,
reconstruir instalaciones petroleras dañadas por los bombardeos estadounidenses
y contar torres de dinero en efectivo.
En mayo del año pasado, las
Fuerzas Especiales de EE.UU. mataron a Abu Sayyaf, un alias, en el complejo en
el que residía en la provincia de Deir ez-Zor, en Siria. En el asalto también
capturaron un verdadero tesoro de información que ayuda a explicar cómo Estado
Islámico se convirtió en el grupo terrorista más rico del mundo.
Los documentos, a los que tuvo
acceso The Wall Street Journal, describen la construcción de una operación
petrolera multinacional por parte del organismo terrorista con la ayuda de
ejecutivos del grupo obsesionados con la maximización de sus ganancias. También
muestran cómo Estado Islámico se relaciona con el régimen sirio, maneja las
acusaciones de corrupción entre sus líderes y, lo más importante, cómo los
ataques de la coalición internacional que lo combate han mermado, pero no han
destruido, sus ingresos.
En los once meses transcurridos
desde el ataque que dio de baja a Abu Sayyaf, el 16 de mayo de 2015, EE.UU. y
las fuerzas aliadas han realizado cientos de ataques contra instalaciones
petrolíferas en poder de Estado Islámico y matado a decenas de militantes que
trabajan en la parte petrolera y financiera de la organización. EE.UU. estima
que al menos 30% de la infraestructura petrolera del grupo ha sido destruida y
los impuestos han reemplazado al crudo como su principal fuente de ingresos.
Las ventas de petróleo a Siria e
Irak, aunque han caído, rondan casi US$1 millón al día. Dos ex gerentes de
petróleo de Estado Islámico señalaron que la estructura corporativa creada por
Abu Sayyaf permanece intacta, incluyendo acuerdos con empresarios vinculados al
régimen sirio.
Hojas de cálculo y archivos de
Excel muestran que la división a cargo de Abu Sayyaf aportó 72% de los ingresos
de US$289,5 millones obtenidos por Estado Islámico en los seis meses que
cerraron a fines de febrero de 2015.
Los documentos que revisó The
Wall Street Journal solo representan una parte de los archivos recuperados en
el asalto del año pasado. Esta versión de la forma en que Abu Sayyaf estableció
y operó el negocio petrolero de Estado Islámico se basa en los documentos y
entrevistas con cinco fuentes que trabajaron con él y conocen a fondo sus
operaciones en Siria.
Abu Sayyaf nació en un vecindario
de clase obrera de Túnez, la capital del país de igual nombre, a comienzos de
los 80 como Fathi Ben Awn al-Murad al Tunisi. No está claro cómo se transformó
en terrorista. Se mudó a Irak tras el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003 a
manos de EE.UU. y pasó a integrar el grupo yihadista entonces conocido como al
Qaeda en Irak. Su objetivo era expulsar a las fuerzas estadounidenses y
combatir contra el gobierno encabezado por los chiítas.
En 2010 se casó y pasó a llamarse
Abu Sayyaf al-Iraqui, que significa padre del portador de la espada. Estado
Islámico se había hecho con el control de muchos de los yacimientos más
productivos de Siria y formado un Ministerio del Petróleo. Su avance
vertiginoso sobrepasó a otros grupos rebeldes que compartían el control del
territorio sirio. Estado Islámico también derrotó al ejército iraquí para
quedarse con los yacimientos petrolíferos y el territorio en torno a Mosul, la
segunda mayor ciudad de Irak.
El ministro de Petróleo puso a
Abu Sayyaf a cargo de las provincias sirias que más producían petróleo, Deir
ez-Zor y Hasaka. Entre sus 152 empleados figuraban gerentes de países que
hablan árabe que se habían unido al grupo extremista: un saudita que
administraba los yacimientos de mayor producción; un iraquí encargado de la
mantención de los pozos; un argelino responsable del desarrollo de refinerías y
un tunecino que gestionaba las operaciones de refinerías.
Abu Sayyaf se instaló en el
gigantesco yacimiento Al Omar que antes fue administrado por la petrolera
anglo-holandesa Royal Dutch-Shell PLC.
Estado Islámico no demoró en
expandir sus ventas a operadores de Irak y Siria. Empezó a aceptar dólares en
lugar de libras sirias, lo que facilitó la transferencia de fondos del grupo
terrorista al exterior y el pago de los bienes importados a través de una red
internacional de casas de cambio.
El sistema estatal sirio para la
venta de petróleo a los compradores internacionales mediante oleoductos y
buques cisterna fue sustituido por un grupo de pequeños contrabandistas que
compraban el crudo en los yacimientos y lo transportaban en camiones.
Estado Islámico retuvo a muchos
ejecutivos experimentados que habían trabajado para el gobierno sirio, en
parte, pagándoles salarios altos. Dos trabajadores en las operaciones de Abu
Sayyaf dijeron en entrevistas que los empleados más experimentados eran bien
remunerados, con salarios de US$160 mensuales para un contador y de US$400
mensuales para un técnico en perforaciones, comparado con un sueldo promedio de
US$50 en Siria.
Todos estaban aterrorizados de
Estado Islámico, cuenta Ibrahim, un ex empleado petrolero de 36 años. “Las
tribus locales se peleaban por los yacimientos”, relata, pero ahora todos se
someten a la voluntad del grupo terrorista.
Los gerentes de Estado Islámico
exigían el pago en efectivo por su petróleo y supervisores de seguridad
decidían quien era lo suficientemente confiable para contar el dinero.
Abu Sayyaf fue un gerente
estricto e impopular, manifestó Ibrahim, quien trabajó en los yacimientos bajos
sus órdenes. Los empleados eran amenazados con ser transferidos a Irak, señaló,
donde temían a jefes que eran incluso más severos.
Las áreas en torno a los pozos se
convertían a veces en escenarios de terror, dijo el especialista en
perforaciones que huyó de Siria el año pasado. “Uno iba a trabajar y encontraba
a alguien decapitado”, recuerda.
Hacia fines de 2014, Abu Sayyaf
enfrentaba una presión cada vez mayor de Estado Islámico. La gente al interior
de los territorios controlados por los terroristas se quejaba de los altos
precios del combustible y Abu Sayyaf recibió instrucciones para mantener a raya
los precios y elevar los márgenes en las ventas de crudo, en ese entonces la
principal fuente de ingresos de Estado Islámico.
A su vez, los vendedores de petróleo
realizaron su propia revuelta. Molestos por la decisión de reducir los márgenes
de ganancia acusaron a los ejecutivos de Estado Islámico, entre ellos Abu
Sayyaf de cobrarles en exceso y malversar fondos.
Abu Sayyaf establecía diferentes
precios por el crudo procedente de diferentes yacimientos. Los compradores
creían que Estado Islámico ofrecía un trato preferencial a algunos de ellos. Un
memorándum del Ministerio del Petróleo con fecha 22 de diciembre de 2014
reprendió a los empleados por no tratar a todos los compradores por igual.
Un informe del Comité de Gobierno
General de Estado Islámico fechado el 25 de febrero de 2015 concluyó que no
hubo corrupción y eximió de toda culpa a Abu Sayyaf.
No tuvo tiempo para saborear el
triunfo. Los precios internacionales del petróleo estaban cayendo. Los ingresos
de su división bajaron 24% en el mes concluido el 20 de febrero, frente al
lapso previo, para llegar a los US$33 millones.
Abu Sayyaf y su equipo se
abocaron a una nueva tarea: encontrar capital para invertir para reanudar las
operaciones en yacimientos que habían estado inactivos debido a la escasez de
mano de obra.
El memorándum 156 con fecha 11 de
febrero de 2015 procedente del Ministerio de Petróleo de Estado Islámico y
dirigido al jefe de Abu Sayyaf pidió asesoría para establecer relaciones de
inversión con empresarios vinculados al régimen del presidente sirio Bashar el
Asad. El documento dice que el grupo terrorista ya tenía acuerdos que permitían
el tránsito de camiones y oleoductos desde los yacimientos en manos del
gobierno al territorio controlado por Estado Islámico.
En la madrugada del 16 de mayo,
las Fuerzas Especiales de EE.UU. volaron desde una base naval en Irak hacia Al
Omar, donde mataron a varios guardias y a Abu Sayyaf, según fuentes
estadounidenses.
Ahora, los yacimientos de Estado
Islámico producen a una capacidad reducida. Un yihadista francés con cara de
bebé asumió parte de la responsabilidad de Abu Sayyaf en marzo en calidad de
contador sénior de los pozos sirios.
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