La importancia de los hilos sueltos en tu
negocio
Forbes - miércoles, 21 de enero de 2015
El ejecutivo moderno debe estar atento y
percibir el significado tanto de las cosas más cercanas como de las más
lejanas. Debe ser un experto en detectar hilos sueltos.
Cualquiera que haya leído novelas policiacas
sabe de lo que estoy hablando: en las historias de misterio, el autor va
dejando pistas para que el lector, haciendo uso de la inteligencia, descubra,
antes de llegar al final, quién es el criminal. Por supuesto, un buen autor
también va sembrando engaños para confundir y hacerle más complicada la tarea,
y así sostener el ciclo narrativo. Los hilos sueltos son esas pistas que le dan
luz al detective y al lector para desentrañar el misterio, y al igual que en
las novelas, en el mundo empresarial los hilos sueltos son advertencias para
los ejecutivos y líderes empresariales, sólo que hay que entender su importancia
y hay que aprender a identificarlos.
En el terreno corporativo, los hilos sueltos
son esas señales que nos quieren advertir que algo anda mal, que alguien no nos
está diciendo totalmente la verdad o que las buenas prácticas no se están
llevando a cabo. Si estamos atentos a esos cabos sueltos podremos anticiparnos
a una mala sorpresa y corregir a tiempo un mal resultado. Lamentablemente,
estamos tan ocupados en otras cosas que pasamos por alto estos focos de
advertencia que se encienden en el tablero de control.
Si llegamos al consultorio de un médico y la
bata, en vez de ser blanca y sin mácula, está manchada de grasa y tiene restos
de comida, debemos atar los hilos sueltos y conectar esa imagen con información
relevante que nos está dejando ver. Tal vez la conclusión sea salir corriendo
tan rápido como se pueda antes de poner en sus manos la salud de alguien.
Tristemente, la evidencia no siempre es tan clara. Hay que estar atentos
Por eso, Sherlock Holmes se hizo famoso, por
poner atención en lo que otros pasaban por alto. Es inconcebible que en esta
era en que la información es más accesible que nunca, el hombre viva
despistado. Esas imágenes poéticas en las que el ser humano miraba al cielo y
vivía ausente suspirando por un mundo mejor son falsas y peligrosas. El
ejecutivo moderno debe estar atento y percibir el significado de las cosas más
cercanas como el de las más lejanas. Debe ser un experto en detectar hilos
sueltos.
En el sentido más imaginativo, un ejecutivo
tiene derecho a pasar por alto nimiedades porque está pensando en los objetivos
a largo plazo, en las metas, en los presupuestos, o porque está recorriendo los
estrechos laberintos de los números. Es posible que un director viva en el
misticismo corporativo, elevado por encima de las tareas cotidianas y los
pequeños detalles, en un sentido agónico, escindido de la importancia de las
pequeñas cosas. Sin embargo, hay que tener cuidado: cuando dejamos de ver el
secreto sagrado y sublime que se esconde en los signos habituales es cuando se
corren más riesgos. Es cuando se pierde el rumbo y se cometen más errores. Es
tan peligroso como el que por estar mirando a las estrellas deja de ver el hoyo
y se cae en él. O, peor aún, el que por ir distraído se tropieza una y otra vez
con la misma piedra.
La verdadera maldición empresarial se conjura
cuando dejamos de poner atención en esas notas sutiles que se nos presentan en
el camino. Conan Doyle nos da una lección empresarial con las novelas de
Sherlock Holmes. Nos advierte sobre esos hilos sueltos que no necesitan
demasiada atención; necesitan la suficiente. Pero el vértigo de la vida nos
lleva a desestimarlos, y cuando se conjura un revés, en el momento en que algo
sale mal, cerramos los ojos, apretamos los dientes y decimos con amargura: “lo
sabía”.
Sherlock Holmes triunfó merecidamente porque se
tomó en serio el arte de vigilar hasta las más pequeñas pinceladas de
conocimiento real y auténtico de los hechos que le rodeaban. Muchas veces, la
solución de los misterios, la deducción de los problemas llegaban de unir esos
hilos sueltos. Al igual que en las novelas de detectives, un empresario debe ir
tras las pistas y poner atención a esos signos que están ahí iluminando
información relevante que ha pasado por alto.
El carácter avinagrado de un jefe de personal,
el empleado solícito que no quiere salir de vacaciones, las joyas que usa la
auxiliar de ventas, la directora del centro de innovación que no tiene
proyectos, el asesor que cubre su actuar con palabras rimbombantes y pocos
resultados, la directora de administración que tiene el escritorio hecho un
desastre y que jamás puede llegar a tiempo, el proveedor que ofrece condiciones
maravillosas y pocas garantías, todos son signos que merecen la pena ser
observados y analizados. Son pistas que nos pueden dar luz sobre cuestiones
relevantes. Son hilos que nos plantean preguntas sobre dudas razonables.
¿Cuántas pistas valiosas dejamos de ver por
estar distraídos? ¿Cuántos datos relevantes son desestimados por no haber
puesto atención? En el mundo empresarial, los hilos sueltos son esos rastros
que debe atender el ejecutivo para que, haciendo uso de su inteligencia, lleve
a cabo un análisis objetivo de la situación y se anticipe a un resultado
indeseado antes de llegar al final. El ejecutivo que es capaz de recorrer el
hilo de todas las imposibilidades de la trama se convierte en un activo valioso
y en un elemento brillante para la empresa.
Las herramientas deductivas en el ámbito
empresarial son la observación de datos, los estudios de mercado, los análisis
financieros, las investigaciones, las auditorías, el conocimiento de los
procesos, la interpretación de estados financieros, la lectura de reportes, el
seguimiento de actividades y todo aquello que nos lleve a vislumbrar las
actividades productivas de una empresa o institución.
Es verdad, hay ejecutivos que afirman con
contundencia que no es para ellos fijar su atención en los detalles, que ellos
están para ver el gran panorama; hay dueños que insisten en ver el bosque y
desestiman las pequeñas hierbas. Hay gente que se enorgullece de estar siempre
pendiente de los grandes escenarios y desprecian el detalle. Están como
ausentes. Y, sí, efectivamente, como dijera G. K. Chesterton, son víctimas del
sentido más literal de ausencia: la ausencia de inteligencia.
La advertencia que las novelas de misterio
hacen al mundo empresarial radica en la importancia de evitar los descuidos.
Hay razones tan relevantes y convincentes para estar distraídos que hasta las
podemos tocar. Sin embargo, un ejecutivo que pone atención tiene la llave para
abrir puertas y descubrir caminos a campos fértiles y variopintos. También para
evitar desenlaces poco favorables. Elemental, ¿no es así?
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