América Latina: hacia un nuevo tiempo electoral
y político
d+i LLORENTE & CUENCA- Forbes - lunes,
26 de enero de 2015
Este nuevo tiempo está marcado por la
dificultad de mantener las hegemonías de determinados partidos y de ciertos
liderazgos que hasta ahora parecían imbatibles e inderrotables en las urnas.
El 2014 fue un año muy intenso, con siete
procesos electorales en América Latina que han traído importantes novedades y
cambios en el panorama político regional. Las elecciones presidenciales en
Costa Rica, El Salvador, Panamá y Colombia durante la primera mitad de año, y
en Brasil, Bolivia y Uruguay a finales de 2014, han abierto la puerta a un
nuevo tiempo electoral y político que nace, a su vez, en un contexto diferente
en los ámbitos económico (la región ha entrado en un periodo de ralentización)
y social (aumento del malestar, de las protestas y las movilizaciones).
Este nuevo tiempo electoral y político está marcado
por la heterogeneidad, la volatilidad y la dificultad de mantener las
hegemonías de determinados partidos y de ciertos liderazgos que hasta ahora
parecían imbatibles e inderrotables en las urnas, ya que ganaban con amplitud y
relativa facilidad en los diversos comicios que enfrentaban. En cuanto a la
heterogeneidad política que caracteriza a América Latina, ésta se ha plasmado
en 2014 en victorias de candidatos de derecha (Juan Carlos Varela en Panamá),
de centro (Juan Manuel Santos en Colombia), de centroizquierda (Luis Guillermo
Solís en Costa Rica, Dilma Rousseff en Brasil y Tabaré Vázquez en Uruguay) y de
izquierda (Salvador Sánchez Cerén en El Salvador o Evo Morales en Bolivia).
En lo que a la volatilidad del voto se refiere,
este fenómeno ha provocado que la reelección y el continuismo se hayan
convertido en 2014 en el reto más difícil de conseguir en América Latina, a
diferencia de lo que ocurría hasta hace un par de años (reelecciones de Hugo
Chávez y del PLD dominicano en 2012, o de Rafael Correa y el chavismo con
Nicolás Maduro en 2013). En la primera mitad de 2014, el partido de Ricardo
Martinelli en Panamá y el PLN en Costa Rica perdieron el poder, mientras que el
FMLN en El Salvador lograba que su candidato diera continuidad a su permanencia
en la presidencia, aunque imponiéndose a Arena por solo 6,000 votos de ventaja.
Juan Manuel Santos en Colombia no sólo no pudo imponerse en la primera vuelta
(fue el segundo más votado), sino que sufrió lo indecible para conseguir la
reelección en el balotaje. En las elecciones brasileñas los cambios fueron
constates en cuanto a tendencias electorales, y si una semana antes de los
comicios las encuestas señalaban un duelo Dilma Rousseff-Marina Silva para el
balotaje, éste acabó siendo un enfrentamiento Dilma Rousseff-Aécio Neves, una
vez celebrada la elección.
Esa volatilidad y heterogeneidad política se
alimenta, entre otras cosas, de la situación general de América Latina marcada
por la ralentización económica (la región habrá crecido en 2014 al 2.5% tras
haberlo hecho en años precedentes por encima de 4%). Esa ralentización,
producto del menor crecimiento chino y las dificultades económicas
internacionales, incide en el malestar social que arrastra a la región: las
emergentes clases medias han empezado a movilizarse para exigir mejores
servicios públicos, un real compromiso en la lucha contra la corrupción y más
seguridad ciudadana. Como señala el politólogo Daniel Zovatto, “las victorias
de los oficialismos, sobre todo en contextos de reelección consecutiva, pese a
seguir manteniendo ventaja, ya no son tan fáciles de lograr como en el pasado
reciente, y por ello la necesidad de ir a una segunda vuelta (e incluso el
riesgo de perder) se ha vuelto más común, como ocurrió en la reelección de Juan
Manuel Santos en Colombia y en la ajustada victoria del oficialista Sánchez
Cerén en El Salvador”.
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