2015: año de ciberataques globales
Forbes - lunes, 19 de enero de 2015
No hay duda de que los ataques cibernéticos llegaron
para quedarse. El problema es que se trata de una amenaza con alto grado de
incertidumbre.
El pasado 19 de diciembre, la FBI
responsabilizó al gobierno de Corea del Norte del ataque cibernético perpetrado
contra la empresa japonesa Sony, que detuvo el estreno de la película The
interview (Evan Goldberg, Seth Rogen, 2014). El filme planteaba el asesinato
ficticio del líder de ese país, Kim Jong-un. Los hackers norcoreanos habrían
advertido a Sony que no exhibiera la película. El gobierno de Barack Obama
calificó el ataque norcoreano como un problema severo de seguridad nacional.
En mayo pasado, otro ataque cibernético tuvo
lugar: la empresa de subastas en línea eBay dijo que unos hackers habían robado
los datos de alrededor de 233 millones de usuarios, convirtiendo el ataque en
uno de los más significativos de 2014. Otros ataques importantes que ocurrieron
el año pasado incluyeron a empresas como Home Depot, Target o JP Morgan Chase.
No hay duda de que los ciberataques llegaron
para quedarse. El problema es que se trata de una amenaza con alto grado de
incertidumbre. Dada la naturaleza interconectada global de los sistemas y las
redes es prácticamente imposible predecir tiempo, origen y profundidad de un
ataque; éstos pueden venir de otra parte del mundo y tener motivaciones de
desestabilización económica o política.
Pensemos algunos escenarios ominosos en la
materia para México, como que algún grupo entre en los sistemas de la
Secretaría de Marina-Armada de México. ¿Qué tal que algún grupo quiera irrumpir
en los sistemas del Banco de México? ¿Qué pasaría si alguien roba todos los
datos de los millones de clientes de América Móvil o de Sky? Claramente son
escenarios que no deseamos ver.
Pero la amenaza es real. Es muy factible que
ante la escalada de ataques que observamos el año pasado, estemos cerca de
atestiguar serios golpes a la seguridad geopolítica internacional con base en
ataques cibernéticos. Los gobiernos de todas las latitudes deberían elevar el
nivel de cooperación para enfrentar esta amenaza creciente, porque tan
sofisticados son los sistemas que se crean para servir a industrias y
gobiernos, como sofisticados son los delincuentes que están tras millones de
datos que pueden servir para propósitos malignos.
De acuerdo con Pew Research Internet Project,
61% de las personas que participaron en una encuesta de alto nivel respondió
que para 2025 un ataque cibernético de inmensas proporciones resquebrajará a
una nación y le dejará inerme ante la posibilidad de defenderse, así como con
amplias pérdidas de decenas de miles de millones de dólares.
¿Estamos preparados para este problema? ¿De
dónde vendrá el ataque cibernético que marcará el tamaño del riesgo que
enfrentamos en 2015? ¿Será en un banco global? ¿En un sistema de seguridad
militar? ¿En una empresa de telefonía celular? Y, en México, ¿cuál será el
suceso icónico que marque el inicio de una política de Estado para abordar el
tema? ¿Un hacker en Los Pinos o en Bucareli? ¿En el Instituto Nacional
Electoral alrededor de la fecha de las elecciones de julio?
Para mucha gente común y corriente, los ataques
cibernéticos pueden parecer algo amorfo y difícil de comprender. Los mexicanos
piensan que ocurre algo tedioso y engorroso de soportar cuando se cae el
sistema de un banco, o cuando la Comisión Federal de Electricidad no puede
procesar una solicitud con velocidad. Pero eso es cosa de niños. El robo masivo
de datos puede implicar el cambio de identidades; el vaciamiento de millones de
cuentas bancarias o la inhabilitación de mecanismos de seguridad en
instalaciones tan básicas como presas, plataformas petroleras o aeropuertos.
¡Cuidado!
Hacia finales del año pasado se reportó que una
inmensa mayoría de mexicanos empieza a usar masivamente su teléfono móvil para
realizar transacciones bancarias. Yo a eso no me atrevo, y aún no sé si me
atreveré. Me parece que aún estamos por ver un suceso que marcará las
debilidades y vulnerabilidades de los sistemas bancarios, al menos en lo que se
refiere a las transacciones móviles. Ojalá me equivoque, pero suenan las
campanas que elevan ese riesgo por aquí y por allá…
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