China-América Latina: una amistad peligrosa
DW - viernes, 16 de enero de 2015
En la cumbre de la CELAC con China en Pekín el
8 de enero pasado, Xi Jinping, el jefe de Estado chino, anunció inversiones de
su país en América Latina por 250.000 millones en la próxima década.
Además, China prevé que el volumen comercial
entre ambas regiones aumentará hasta el año 2025 a 500.000 millones de dólares
anuales. Eso supondría una duplicación de los actuales 280.000 millones.
China es desde 2010 el segundo más importante
abastecedor de América Latina, detrás de Estados Unidos y antes de la Unión
Europea. Como comprador, ocupa el primer lugar para Chile (25 por ciento de las
exportaciones del país) y el segundo para Brasil (15 por ciento), Uruguay (14
por ciento), Colombia (9 por ciento) y Argentina (7 por ciento).
Una estructura comercial conocida
La estructura de las relaciones comerciales
entre China y América Latina se asemeja a las que esta última mantiene con los
países industriales occidentales: China compra petróleo, cobre, soja y carne y
envía productos terminados y tecnología.
En los pasados años fue un buen negocio para
América Latina. Mientras duró el boom de las materias primas, la región recibió
por sus productos cada vez más autos, celulares, computadoras y máquinas.
Con la disminución de la demanda de materias
primas en todo el mundo y la caída del precio del petróleo, viene el duro
despertar: para pagar sus deudas, Venezuela debe ahora enviar a China el doble
de petróleo que hace un año. También los precios de la soja y el cobre han
caído un 50 por ciento en los últimos años.
Inversiones en materias primas
China no solo compra en América Latina, sino
que también invierte. Desde 2010, unos 10.000 millones de dólares por año. Eso
corresponde a un seis por ciento de todas las inversiones extranjeras en la
región. Según Deutsche Bank Research, el 90 por ciento de las inversiones de
capital recae sobre la explotación de materias primas.
Tres empresas chinas compraron, por ejemplo, en
abril de 2014, en Perú, una de las mayores minas de cobre del mundo, por unos
6.000 millones de dólares de dólares. Y el grupo estatal chino de alimentos
COFCO adquirió hace poco Nidera y Noble, dos de los más importantes
comerciantes mundiales de granos y líderes en América del Sur.
Créditos para infraestructura
También los créditos bilaterales adquieren
creciente importancia. En Cuba, China financia un nuevo puerto; en Argentina,
la modernización de una línea férrea y la construcción de dos centrales
eléctricas. La brasileña Vale, una de las tres mayores empresas mineras del
mundo, recibió de China un crédito para la compra de barcos y maquinaria.
También está avanzado un proyecto de ferrovía de Brasil a Perú, atravesando los
Andes. En Nicaragua, un grupo chino financia la construcción de un nuevo canal
entre el Atlántico y el Pacífico.
En muchos los proyectos, los créditos están
atados a condiciones: en los trabajos de construcción deben participar en gran
escala empresas chinas y los bienes de inversión son enviados naturalmente
desde China.
Los amigos necesitan dinero
China concede también créditos a diversos
Gobiernos para cubrir déficits presupuestarios. A Argentina le abrió una línea
de crédito en yuanes por 11.000 millones de dólares, para combatir la aguda
escasez de divisas en el país. Con la caída del precio del petróleo sufren
también fuertemente los presupuestos de Ecuador y especialmente de Venezuela.
China acudió en su ayuda y prometió créditos por 7.500 y 20.000 millones de
dólares respectivamente.
Según el think tank Inter-American Dialogue, la
región recibió ya de 2005 a 2013 unos 98.000 millones de dólares en créditos:
un considerable importe, comparado con la concesión multilateral de créditos
del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo a la región, que,
según Deutsche Bank Research, fue de 163.000 millones de dólares en el mismo
periodo. Los mayores créditos chinos fueron para Venezuela (50.000 millones),
Argentina (14.000), Brasil (13.000) y Ecuador (10.000).
¿Dónde se genera el desarrollo?
En su expansión hacia América Latina, China
defiende naturalmente sus propios intereses. El desarrollo de los países
latinoamericanos no está en su foco. Es tarea de las elites y los Gobiernos de
América Latina romper ese círculo vicioso y desarrollar modelos propios de
desarrollo.
Esa estrategia no debe estar basada en la
exportación de materias primas, sino en la expansión del conocimiento y el
desarrollo de sus propios recursos humanos. Cambiar una dependencia por otra no
será la solución.
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