Sur busca Sur
El País - junio de 2015
Lo ponía en su tarjeta: Anne Marguerite Fouda
Owoundi, representante local de Urbanistas Sin Fronteras, jefa de Planificación
del Ministerio del Hábitat y el Desarrollo de Camerún. Y en la de su
acompañante: Anne-Marie Essono, del mismo ministerio, pero de la sección
Proyectos en Cooperación con el Banco Mundial. Ellas y su delegación andaban
buscando, entre la marabunta del Plaza Mayor -el centro de congresos donde se
celebraba el Foro Urbano Mundial (WUF7)-, a la persona adecuada para lograr su
misión: hermanar la capital de su país, Yaundé, con este lugar. ¿Cuál? ¿Adónde
irían dos urbanistas africanas en busca de modelo? A Medellín (Colombia),
naturalmente. A la ciudad-marca, el laboratorio encerrado entre montañas y
rodeado de selva; a la urbe para todo.
Tan creativa que basta pronunciar su nombre
para ver brotar savia nueva de proyectos, iniciativas ciudadanas, educativas,
de transporte... Tan conocida que hasta se promocionan sus cielos “arrebolados”
en un atardecer cualquiera (lo publicaba hace nada el diarioEl Colombiano).
Tanto que al preguntar a varios expertos sobre un posible escaparate de
proyectos latinoamericanos exportables siempre surgió la capital antioqueña
como referente de cooperación Sur-Sur en la región (ver despiece abajo). Y
mucho más allá.
Las representantes del Gobierno camerunés lo
sabían. Procedentes de país tan desigual –como tantos otros africanos–, acudían
allí en busca de ideas para mitigar u ordenar lo que es fenómeno continental:
la densificación de las urbes africanas, dado que en pocas décadas en ellas
habitará un 61% de su población: algunas de sus megápolis (El Cairo, Kinshasa,
Jartum…) son de las más pobladas; otras, como Luanda o Lagos, en crecimiento
desorbitado.
Vestidas de mil colores, en esa Babel que fue
el WUF7, las señoras Fouda y Essono contaban: “Queremos ver cómo se ha hecho en
Medellín para solucionar problemas de aglomeración, de tráfico y contaminación,
de vivienda, y de violencia. Y aplicarlo en Yaundé”. No era las únicas. El
número de africanos que acudió a la cita de ONU Habitat fue el segundo grupo
(entre 22.000 personas) tras los propios americanos.
El fervor que despiertan los proyectos
latinoamericanos es enorme: Asia mira (China, sobre todo), África mira
(especialmente Sudáfrica). Es un movimiento en alza: Sur busca Sur. Ese que no
siempre implica o supone sólo ayuda financiera, ni esa relación arriba-abajo
típica de la cooperación Norte-Sur, sino que nace de la falta de recursos. Que
es colaboración horizontal, puesta en común de buenas prácticas y lecciones
aprendidas. Un movimiento en paralelo al buen momento y al cambio del rol de
esta zona del mundo desde el punto de vista financiero y comercial, según el
último informe del Banco Mundial, titulado América Latina y el ascenso del Sur,
de Augusto de la Torre.
El mecanismo de esta nueva vía colaborativa lo
explica bien Fernando Casado, director del centro GlobalCAD y promotor del
proyecto Hacia la Ciudad Humana: “Latinoamérica sigue siendo una de las zonas
más desiguales del mundo y, por tanto, en sus ciudades se genera una
convivencia de cercanía muy crítica entre las comunidades de bajos ingresos y
las elites adineradas. Ello ha obligado tanto a replantear el uso de espacios
públicos como a rediseñar las políticas de acceso a servicios básicos de forma
innovadora. Ya no sólo por una cuestión de valores, ideológica o solidaria,
sino por la propia sostenibilidad de sus ciudades, para evitar que caigan en un
colapso total”. Por pura supervivencia.
Paralelamente, explica Casado, la sociedad
civil, “acostumbrada a asociarse para defender sus derechos durante regímenes
dictatoriales, ha pasado su activismo social a temas urbanos”. Han surgido
plataformas activistas nuevas reivindicando la mejora de la movilidad urbana,
la vivienda digna, el acceso a servicios básicos de comunidades de bajos
ingresos (energía, agua, educación, etcétera) o temas de sostenibilidad urbana
y eco-eficiencia.
Medellín es el nombre que surge como la gran
transformación
de éxito
Así, buscaban los cameruneses unir los destinos
de la capital de su país con la de Antioquía, convertida en modelo último de
urbanismo y pacificación gracias a la implicación vecinal, social. Hacer ciudad
no sólo esperando la acción del Estado sino convirtiendo a sus habitantes en
protagonistas. En arte y parte. Así llegó tal mutación: de urbe violenta y
“escobariana” a espejo donde mirar.
Esta implicación ciudadana ha sido recogida
como fundamental también por los autores del último premio de ensayo Casa
África, titulado Un modo de afrontar la ciudad africana. Allí, Manuel J.
Martín, Vicente Díaz y Eugenio Rodríguez analizan su estado actual y sus
posibilidades futuras y plantean un derecho a la ciudad, alimentada con esta
nueva cooperación Sur-Sur y la participación directa: “Este es el espacio donde
se negocia la esperanza”.
Acuerdos de Cooperación
“La propuesta de hermanamiento con Yaundé, que
sepamos, no prosperó”, cuenta Ana María Villa Zapata, desde la ACI (Agencia de
Cooperación e Inversión) de Medellín, creada para servir de puente y
facilitador entre las entidades gubernamentales y los entes internacionales
interesados en intercambiar ideas y prácticas exitosas. “Pero hay ya acuerdos
de cooperación con varias ciudades sudafricanas, entre ellas, Ekurhuleni, una
de las ocho Áreas Metropolitanas de Sudáfrica que es reconocida por su amplio
sistema de interconexión vial y su industria aeronáutica”.También cita
“aprendizajes técnicos comunes”, entre otros, con Cuenca (Ecuador), Lima
(Perú), Río de Janeiro (Brasil), Monterrey (México) y, recientemente, La Habana
(Cuba), que es ejemplo de lo que se llama “cooperación triangular”, junto a
Barcelona (“relación de partenariado entre actores de tres países”)...
Casado y otros señalan, sin embargo, que nada
de esto sería posible de no existir otros dos factores al tiempo: voluntad
política y peso de “ciertos líderes”. Personas que en un momento crítico (los
retos a los que se enfrentaban las ciudades en la región) supieron responder de
manera creativa e innovadora inspirando a todo un continente sobre el poder de
transformación que pueden tener las ciudades. Y citan a Antanas Mockus, Sergio
Fajardo, Aníbal Gaviría en Colombia; Fernando Haddad o Jaime Lerner en Brasil,
o Marcelo Ebrard en México, entre muchos otros. Justo aquellos que las
urbanistas camerunesas buscaban.
Los expertos eligen proyectos exportables
Pablo Gentili (Glacso): 1. La experiencia de
casas y centros de la Memoria, como el Museo Casa de la Memoria, en Medellín, o
los dos en Buenos Aires, el de la ESMA y el de la Ciudad, al borde del Río de
la Plata. 2. La experiencia de comunicación en las “villas miserias” de La
Garganta Poderosa. 3. En Bogotá, el trabajo de educación que hace el IDEP de la
Alcaldía. 4. En Rosario, Argentina, la experiencia de la Pedagogía Urbana. 5.
En México, el Instituto de Estudios de la Ciudad.
Fernando
Casado (GlobalCAD y Hacia la Ciudad Humana):
1. El Camino de la Vida o El Jardín Circunvalar en Medellín a través de
EPD. 2. Los grupos de activistas de la Ciudad Verde, Cebras por la Vida, Mejor
en Bici o La Cuadra, todos de Colombia. 3. Iniciativas como Cidades sem Fome,
la Favela Orgánica, Casa Geraçao Virigal o Meu Rio en Brasil. 4. Cauce
Ciudadano, Derive Lab o el Laboratorio para la Ciudad en México.
Manuel
Manrique (ONU Habitat): 1. La
experiencia de agricultura urbana para combatir el hambre y la desnutrición de
niños de la Fundación Huerta Niño, en las provincias más pobres de Argentina
(Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones), que fue ganadora del Premio de Mejores
Prácticas de ONU-Habitat. 2. La iniciativa Fuprosomunic de empoderamiento de
alternativas sostenibles por parte de organizaciones y familias, prácticas
sostenibles con el medio ambiente en el departamento de Masaya (Nicaragua). 3.
Porto Alegre (Brasil), con su “presupuesto participativo”, que fue ganando
espacio en Rio Grande do Sul y Belo Horizonte. Y luego en ciudades de Chile,
Perú, Ecuador.
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