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sábado, 27 de junio de 2015

transnacionales

La soberanía de las transnacionales


INFOnews - ‎sábado‎, ‎27‎ de ‎junio‎ de ‎2015
Estados Unidos impulsa dos Tratados de Libre Comercio (TLC) que desde 2013 delimitan un orden mundial basado en la soberanía de las corporaciones transnacionales. Uno es el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TTP, Trans-Pacific Partnership) con diez países de Asia y del pacífico, entre ellos Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Canadá, Vietnam y los latinoamericanos Chile, México y Perú. El presidente Barack Obama pretende aprobarlo por una vía rápida (fast track) habilitada por la Cámara de Representantes, que tiene por finalidad la ratificación sin debate parlamentario debido a la oposición del ala progresista de su partido, aunque cuenta con apoyo de conservadores y republicanos, publica Tiempo Argentino.

El otro es el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) con la Unión Europea (UE), cuya votación en el Parlamento europeo se frenó la semana pasada por la oposición de la izquierda, de los ecologistas, de parte de los socialdemócratas, e incluso de algunos conservadores y ultraderechistas. Siguiendo el modelo de integración neoliberal del Tratado de Comercio de América del Norte (NAFTA), el objetivo de estos TLC es incluso más amplio que la delimitación de una extensa zona de libre comercio entre más de cincuenta países que concentran el 60 por ciento del Producto Interno Bruto (PBI) mundial, ya que ambos tratados establecen un conjunto de normas desregulatorias del mercado, sobre todo de servicios, que tenderá a suplantar a la paralizada Organización Mundial del Comercio (OMC), aún basada en el derecho de los Estados.

El sustrato del TTIP y TTP, que "conducen a cambios fundamentales en la estructura legal, judicial y reguladora del Estado", según señala el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, se evidencia en la controvertida cláusula que equipara Estado e inversor (ISDS, por sus siglas en inglés) en ambos instrumentos, que dispone la conformación de tribunales arbitrales privados al margen de las constituciones nacionales. Esto constituye una violación de la soberanía popular, a través de los cuales las transnacionales podrán demandar a un Estado y cobrar indemnizaciones millonarias, no sólo a partir de la quita de una concesión o expropiación sino a partir de un cambio de legislación o de la implementación de una política pública, ya sea educativa, de salud, laboral, previsional, etc., que afecte sus intereses. El derecho de los tratados rebaja así los niveles de protección social al que dio lugar el Estado de Bienestar en Europa y el resto del mundo, y reduce estándares medioambientales a partir de la incorporación de legislación estadounidense que promueve sobre todo libertades económicas. En materia de derechos civiles, los TLC recogen la versión norteamericana de derechos de propiedad intelectual que privatizan el acceso a la información a través de la Web (a tono con Ley SOPA que intentó aprobarse en Argentina).

El secretismo que envuelve las negociaciones también imprime un carácter antidemocrático a los TLC, que retrotrae la política internacional a las prácticas previas a la Primera Guerra Mundial, caracterizadas por los acuerdos de cúpulas y la rivalidad nacional. El objetivo de mantener ocultos los TLC es evitar la movilización en contra, que de hecho ya generó (véase noalttip.blogspot.com), y que potencias rivales como China, excluida del TTP, influya en las negociaciones para establecer nuevas reglas de comercio e inversión.


Pero los latinoamericanos sabemos de qué se trata. Casos como el de los "fondos buitre" contra la reestructuración de deuda soberana argentina, como el de la petrolera Chevron contra el Estado ecuatoriano y como el de la tabacalera Philip Morris, que demandó al Estado uruguayo cuando se aprobó la Ley Antitabaco, fueron posibles a partir de estos tratados firmados en la década del 90', que como el TTIP y TTP cedían soberanía en favor de las transnacionales. Mediante estos TLC, Estados Unidos parece aspirar a la reconstrucción de una hegemonía amenazada por el surgimiento de un orden multipolar sustentado en torno a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), cuyos miembros fueron excluidos de los tratados, y de Latinoamérica, que construye una alternativa posneoliberal desde principios de siglo.

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