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domingo, 21 de junio de 2015

redes sociales

La humillación pública, sin límites en las redes sociales


La Vanguardia - ‎junio‎ de ‎2015
La humillación pública no tiene hoy límites. El usuario más anónimo de las redes sociales puede ver arruinada su vida cuando se convierte en diana de los justicieros virtuales. Cualquier frase desafortunada, opinión chocante o desliz en alguno de esos canales basta para ser llevado, sin posibilidad de defensa, a un patíbulo digital. Les acaba de pasar a algunos de los flamantes concejales del equipo de gobierno de Manuela Carmena, en el Ayuntamiento de Madrid. Y cuando empieza el linchamiento (Twitter es el canal preferido por estos modernos justicieros) ya no hay marcha atrás. No importa que uno tenga muchos o pocos seguidores en esas redes, ni tampoco que sea famoso o totalmente desconocido. Cuando una de esas ejecuciones virtuales se viraliza el ejército de justicieros -raras veces muestran un ápice de piedad- se multiplica por miles en cuestión de minutos. La víctima es aniquilada en un abrir y cerrar de ojos, pero lo más grave es que una vez se ha pasado por ese patíbulo digital la huella del escarnio quedará para siempre, si nadie no se preocupa en borrarla, en las redes de internet.

Mujer blanca en África

El caso de Justine Sacco, recogido en un libro que acaba de publicar en EE.UU. el periodista Jon Ronson, es fiel reflejo de la crueldad de esos linchamientos virtuales. La joven viajó a África y en una escala en Londres aprovechó para lanzar un mensaje a su reducido grupo de seguidores (170) que iba a cambiarle la vida. "Voy a África. Espero no coger el sida. Es broma. Soy blanca". La joven apagó su teléfono y subió al avión. Las once horas de vuelo bastaron para ajusticiarla. Cuando Justine aterrizó en África y volvió a encender su teléfono no daba crédito a lo ocurrido. Había recibido miles de mensajes con insultos y amenazas. Fue incluso fotografiada sólo bajar del avión por unos de esos justicieros que fue a buscarla al aeropuerto. Pero lo más grave aún estaba por llegar. Una vez en tierra recibió una llamada de su jefe para informarle que había sido despedida.

Busco amigo fascista

Un joven vasco se vio obligado a pedir ayuda a una de esas empresas (ePrivacidad) que borran las huellas dejadas en internet al aparecer su nombre y apellidos en páginas que enaltecían la violencia fascista. Su error fue lanzar un mensaje para contactar con otras personas del País Vasco que tuviesen un sentimiento nacionalista como el suyo. Nunca expresó ninguna opinión extrema ni violenta. Aunque eso no le salvó en este caso y el joven no fue consciente de la gravedad del tema hasta que descubrió que la relación de su nombre con portales de extrema derecha era una seria barrera para encontrar trabajo en el País Vasco.

Broma tras un atentado

Alicia Ann Lynch, estadounidense de 22 años, colgó en Twitter durante la fiesta de Halloween una foto la que aparecía con chándal y la cara y piernas manchadas de pintura roja. La imagen iba acompañada de este texto: "¿Víctima de la Maratón de Bostón?" En cuestión de horas esa joven fue linchada en internet. Los ataques fueron tan feroces que la chica llegó a temer por su vida y se encerró una temporada en su casa.

Como en el caso de Sacco, Alicia tenía una parroquia muy reducida de seguidores, pero eso no evitó que su broma de mal justo se viralizara por todo el mundo. La joven perdió también su trabajo.

Páginas a medida

La empresa ePrivacidad ha tenido que borrar recientemente la huella dejada en internet por el linchamiento de un conferenciante después de un comentario de carácter xenófobo. En este caso "se llegaron a crear grupos en la red social Facebook para analizar el comportamiento de esa persona. En esas páginas, además de verterse comentarios vejatorios, se ponía en tela de juicio la capacidad intelectual del afectado y obviamente era fácil encontrarlas con sólo poner el nombre y los apellidos de la persona en el buscador de la red social, algo que afectaba a la imagen y prestigio de ese conferenciante", afirma Verónica Alarcón, directora jurídica de ePrivacidad.

Patriotas enfadados

El linchamiento de Lindsey Stone también está recogido en el libro de Jon Ronson. Esta joven solía fotografiarse desafiando los mensajes de carteles. Qué ponía "Prohibo fumar", pues ella se hacía la foto con un cigarrillo en la boca. Todo muy inocente hasta que un día visitó el cementerio de Arlington, en Washington, donde reposan los caídos por EE.UU. Allí había un cartel de "Silencio y Respeto".

Lidsey sacó su teléfono y se hizo una foto haciendo una peineta y fingiendo gritar. Esa imagen se viralizó y la joven empezó a recibir amenazas de muerte y violación. Y como en los otros casos la inofensiva broma le costó el puesto de empleo.

Cazado por otro usuario

En ocasiones esos linchamientos no son provocados por la propia víctima, si no por justicieros virtuales que son los primeros en poner la soga para que el resto de usuarios tiren de ella. Es el caso de un hombre de California que hizo una broma machista al compañero que tenía al lado en una conferencia para expertos en tecnología. El chiste sexista fue escuchado por una mujer que estaba al lado. Esta se dio la vuelta, le hizo una foto y escribió la frase machista en un tuit para sus 9.000 seguidores. El hombre fue despedido de su trabajo dos días después.

Donde las dan las toman

En el caso de esta justiciera virtual que puso la soga al autor de ese chiste sexista la historia tuvo también un final desgraciado para la impulsora de la campaña. Al identificarse como autora del primer mensaje aparecieron otros linchadores, estos de marcado carácter machista, que empezaron a insultarla y amenazarla de muerte. Idearon incluso un ataque informático a su empresa y no pararon en su empeño hasta que la mujer perdió también si empleo.

Son ejemplos que ilustran el hecho de que en esta era digital nadie está libre de caer un día en desgracia y ser llevado a uno de esos patíbulos virtuales. Estudiosos de esta realidad han constatado que en los últimos años los justicieros virtuales actúan con idéntica crueldad, con independencia de si el usuario que ha cometido el desliz es un don nadie o una persona famosa. Es el gran salto que han dado esas campañas de desprestigio, antes reservadas sólo a grandes empresas, políticos o personajes muy conocidos. El problema, alerta Jon Ronson en su libro, es que muchos de esos linchamientos virtuales son desproporcionados. El daño causado es muy superior a la inocencia, en ocasiones, del desliz cometido por el usuario en la red social. Y una vez llevado ese patíbulo virtual la víctima ya no tiene ninguna posibilidad de rectificar o pedir disculpas. Esos justicieros digitales no saben lo que es el perdón.

Esta realidad ha propiciado la aparición de empresas especializadas en lo que se conoce como "derecho al olvido". Plataformas que se ofrecen para borrar las huellas que esos linchamientos dejan en internet. Verónica Alarcón, directora jurídica de ePrivacidad, revela que "cada vez son más las personas que acuden a nosotros para que eliminemos contenido que sobre ellas han publicado terceros en las redes".

Y un dato llamativo: "han aumentado las peticiones de profesores de secundaria o universitarios a los que sus alumnos, disconformes con comentarios desafortunados en clase, les han creado grupos principalmente en Facebook para incitar ese linchamiento popular con títulos que contienen el nombre del docente unido a términos tan sugerentes como "maltratador" o alumnos "traumatizados".

En casos en los que se atenta contra el honor de una persona, Alarcón recomienda "realizar capturas de pantalla o incluso levantar acta ante notario para constituir la prueba, si realmente se desea iniciar un procedimiento judicial contra esos posibles autores. a fin de que le indemnicen por los daños morales sufridos por ese estado de desasosiego, sufrimiento e intranquilidad derivados de la situación que le han hecho pasar".

ePrivacidad ofrece la posibilidad de proteger la reputación de esos usuarios linchados, eliminando los comentarios que no tengan cabida por un indebido uso de la libertad de expresión o creando contenido específicamente diseñado a fin de desplazar de los buscadores de internet los resultados negativos que enlacen a los mismos.

Borrar por completo la huella dejada en internet no es, sin embargo, tan fácil. Verónica Alarcón indica que "todo es menos complicado cuando se trata de personas anónimas. Por el contrario si eres un personaje público es inviable eliminar al ciento por ciento la información ya que esas personas deben de tolerar esas críticas que se hayan vertido en las redes sobre su labor, aun cuando pudieran ser molestas pero siempre que no contengan insultos o apelativos injuriosos".


La Unión Europea está intentando poner orden en este gran contenedor de internet. Esta misma semana se ha anunciado un ley única para todo ese territorio que obligue a los portales a borrar fotografías o información de usuarios particulares siempre que esos contenidos atenten contra su dignidad y que su eliminación no suponga un atentado contra la libertad de información.      

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