Grupo Wisa, tras el mercado del lujo en América
Latina
Forbes - miércoles, 10 de junio de 2015
Empezó en Colombia, luego se extendió a
Centroamérica y México. Ahora el fundador de La Riviera busca expandir su
imperio de lujo a Sudamérica y, de paso, erigir el “templo de la ostentación”
en Panamá.
En sus tiendas La Riviera, Abdul Waked, de 65
años, comercializa cerca de 8,500 tipos diferentes de perfumes, pero el que
utiliza él es uno: el Jean Paul Gaultier.
La marca Jean Paul Gaultier es de Francia, al
igual que la Costa Azul, mejor conocida como La Riviera Francesa, de donde
Abdul tomó el nombre para la cadena de perfumería, cosméticos y accesorios de
lujo con presencia en casi todos los aeropuertos de Latinoamérica, que opera
bajo el modelo de negocios duty free (libre de impuestos).
Y es que el presidente de Grupo Wisa es un
enamorado de la Riviera Francesa, esa franja del mediterráneo que en el siglo
XX se volvió famosa por ser el lugar preferido de la aristocracia europea, al
hacer pasadera la temporada invernal en un entorno de opulencia y derroche
económico.
Ese entorno de lujo es el que Abdul busca
replicar, a escala, en el complejo que construye en la ciudad de Panamá y que
llevará por nombre SoHo, el cual requerirá una inversión cercana a los 400
millones de dólares (mdd), y que albergará a marcas como Louis Vuitton, Chanel,
La Hora, Dior, Carolina Herrera, Rolex y Ralph Lauren, entre muchas otras,
aprovechando el mercado de lujo latinoaméricano, que sí bien apenas representa
4.4% a nivel global, se prevé tendrá un crecimiento de aquí a 2019 superior a
29%, por arriba del estimado para Europa, Estados Unidos y Asia.
Pero los planes de Abdul no acaban con la
edificación de este “templo de la opulencia”; el empresario de origen libanés
recién adquirió una de las cadenas de productos sofisticados más codiciadas en
Panamá: Felix B. Maduro, que tiene 138 años de historia y con la que intentará
—junto con las 237 tiendas con las que cuenta Grupo Wisa en el continente—
expandir su emporio en Centroamérica, Perú, México y Colombia.
Su olfato, en este caso de los negocios, le
dice a Abdul que la apuesta que hace para hacerse del mercado del lujo de la
región va en el camino correcto, aunque son varios los estudios que indican que
el boom que se espera de este sector dependerá del comportamiento que presente
en los siguientes años la economía de la clase media, que entre 2000 y 2014
aumentó más de 30%; el crecimiento en el número de millonarios (en la lista de
ricos con más de 1,000 mdd de Forbes en 2015 sumaron 98 los latinos, uno menos
que un año antes) y los índices de inseguridad, que suelen traducirse en “ricos
más discretos” y, por lo tanto, más reacios a llevar consigo artículos
ostentosos.
A esto habría que añadirle un cuarto factor, el
de los duty free y las tiendas de productos de alta gama que, al igual que
Grupo Wisa, no quieren perderse del banquete latinoamericano.
Con aroma a negocios
Abdul, quien asegura ya sentirse muy latino
llegó a Colombia del Líbano apenas a los 10 años (en 1956), específicamente a
la isla de San Andrés. No fue sino hasta 1980 que el presidente de Grupo Wisa
se independizó de su familia, y decidió hacerlo en Panamá, vendiendo
electrónicos, de los que apenas obtenía 10% de ganancia. Las principales
ventajas de emprender en el país centroamericano que consideró fueron tanto la
facilitación comercial como la inserción que ya mostraba Panamá en el comercio
global.
Sin embargo, no fue la baja utilidad que Abdul
obtenía de la venta de electrónicos lo que lo llevó a dejar ese negocio y
transitar al de los perfumes, sino el hecho de no querer competir con uno de
sus hermanos, quien tenía tiendas del mismo giro.
Hoy en día su cadena cuenta con 104 duty free
en áreas libre de impuestos, como aeropuertos, fronteras y puertos, y 133
establecimientos en calles y avenidas principales de distintos países de
Latinoamérica.
La primera categoría de productos que integró a
las tiendas fue perfumes y cosméticos, posteriormente relojes, chocolates,
cigarros y licores.
Abdul, ¿cuál fue la fórmula para “sacudirte” a
la competencia?
Hasta hoy no he podido sacudírmela. Uno está
medio sacudido, pero falta otro. Pero con humildad te digo que el que se cree
la última coca del desierto, está jodido.
La compra que realizó Grupo Wisa de 100% de las
acciones de Felix B. Maduro, el pasado 25 de febrero, es parte del plan de
expansión que la empresa tiene en la región (no se hizo público el monto). Lo
estratégico de esta operación no sólo es la colocación de producto en una
cadena de lujo reconocida en Panamá, sino también el crecimiento que gracias a
esto ahora tiene su red de distribución.
“Felix (B. Maduro) tiene marcas buenas y
distinguidas. Nuestro objetivo es poder expandir la cadena a toda
Centroamérica”, comenta el empresario, quien no descarta la posibilidad de
llevar este concepto de lujo a Colombia en un futuro próximo —en las
negociaciones de compra se acordó no cambiarle el nombre a esta marca
centenaria—.
Una experiencia opuesta fue México, donde hace
siete años Grupo Wisa ganó la concesión en la Terminal 2 del aeropuerto Benito
Juárez, para después hacerlo en el de Tucumén, en Panamá, y posteriormente en
el de Colombia.
Ahora Abdul tiene la mirada puesta en el
aeropuerto de Río, en Brasil, donde las autoridades locales prolongaron el
acuerdo del actual concesionario por cinco años más; también en el aeropuerto
que el gobierno mexicano pretende se construya los siguientes cinco años en los
límites de la Ciudad de México, y que habrá de transportar a 120 millones de
personas al año.
“Algunos me dicen que el aeropuerto en México
podría demorar, no lo sé, pero lo que es definitivo es que vamos a licitar”,
asegura Abdul.
La expansión del aeropuerto de Panamá también
viene bien a los planes de Grupo Wisa. Sobre todo considerando que Panamá
recibe 9 millones de pasajeros y aspira de aquí a 2020 transportar 18 millones.
Y aunque para algunos especialistas de lujo la
inseguridad en la región es un factor que inhibe a los ricos de vestir con
“glamour”, otros por el contrario consideran que es un factor que puede
impulsar la venta de artículos sofisticados en los aeropuertos.
“La imposición de reglas en materia de
seguridad exige a los pasajeros que tengan que llegar con horas de antelación a
los aeropuertos. Esto provoca que se disponga de tiempo extra en el cual muchos
aprovechan para gastar moneda extranjera, que ya no van a utilizar en su país”,
expresa Ingrid de Barrios, fundadora y socia-directora de Luxgrid Consulting.
Sin embargo, también hay marcas que no se
sienten a gusto estando en un establecimiento del aeropuerto: “En las
perfumerías del mercado local, el consumidor dispone de más tiempo, se pueden
ofrecer servicios de mayor duración y una atención y seguimiento en posteriores
visitas”, dice un alto directivo de una firma global de belleza que prefiere
omitir su nombre.
Abdul, de las plazas en las que tiene presencia
Grupo Wisa, ¿a cuáles les ves mayor proyección?
A Costa Rica lo veo un poco estable. Veo mucho
más pujante a Nicaragua. Sin temor a equivocarme, este país es el que hoy más
suena en Centroamérica, y ahora con la llegada de los chinos (por la
construcción del canal) hay mucha inversión.
Pero el mercado de lujo latinoamericano no sólo
genera un aroma atractivo para el empresario libanés. Firmas ubicadas en la
franja fronteriza entre México y EU con modelos de negocios similares quieren
“aromatizar” con sus productos la región.
“Nos interesa el mercado latino, sin duda, pero
en principio estamos pensando en México, porque es uno de los países de la zona
con una cultura de cuidado personal más arraigada”, comenta Philippe L. Dray,
CEO de Duty Free City, firma de San Ysidro, EU, y quien también está a la
espera de las licitaciones en la terminal aeroportuaria por construir en
México.
Abdul, ¿GrupoWisa le teme a la competencia
externa?
En este momento de mi vida no tengo miedo a la
competencia. El que no arriesga, no gana. Si las tiendas en el aeropuerto
fueran mías aumento tres o cuatro dólares a un producto y no pasa nada, pero si
yo tengo a la competencia y aumenta tres dólares a un perfume y yo le bajo
tres, el consumidor es el que gana.
Así es SoHo
Desde la oficina de Abdul, tan sólo a unas
cuadras de la Calle 50, una de las principales arterias del área comercial y de
negocios de la Ciudad de Panamá, se observa la construcción de un complejo
integrado por tres torres de más de 20 pisos de altura cada una y un centro
comercial que descansa a sus pies. Se trata de SoHo, un complejo que albergará
a marcas como hsbc, Ritz Carlton, Cinépolis y firmas de lujo como Prada (ver
artículo de la sección de ForbesLife de esta misma edición que se titula La
ventaja de ser el primero).
La apuesta de Abdul es que SoHo Mall se
convierta en la referencia para compras de marcas de lujo en Panamá. “Yo me fui
a visitar la Plaza Antara en México para ver qué marcas había ahí, que son las
top, para traerlas a formar parte de este proyecto”, señala el presidente de
Grupo Wisa.
La mexicana Cinépolis es una de las primeras que
iniciará operaciones en SoHo (este mismo mes), pero no con cualquier concepto,
sino con el mejor. Contará con 7 salas vip y un total de 650 butacas. Tendrá
bar, servicio a la carta en tu butaca y lo último en tecnología digital”, de
acuerdo con Carlos Martínez, Country Manager de la región Andina.
Abdul, ¿por qué llevar a cabo el proyecto de
SoHo en Panamá?
El negocio de Panamá es turístico, pero hemos
hecho un estudio y 40% del consumo de multiplazas panameñas es gente que vive
en el país. El panameño rico o pobre es muy gastador.
La compra del terreno donde se construye este
proyecto tiene una anécdota y una lección importante para Abdul. Era un área
verde que, al igual que la construcción, se avistaba desde la ventana de su
oficina. No había día, asegura, que no la observara.
“Hasta que un día alguien llegó y me dijo que
lo habían comprado los españoles”. Pero al llegar el grupo de inversionista
ibéricos, la situación cambió. Fue una época, los 2000, en la que los
empresarios españoles realizaron grande inversiones en Panamá. Pero la crisis
que hubo en España hace cinco años dificultó la situación para ellos, lo que
favoreció a Abdul.
El presidente de Grupo Wisa cree que los bancos
tuvieron miedo de financiar la construcción de ese mall. Lo cierto es que no
esperó a que se le fuera de las manos y habló con los dueños. Inicialmente
compró 50% del proyecto; luego de un tiempo adquirió todo.
Los españoles habían comprado el terreno en 46
mdd y ganaron cerca 10 mdd, de acuerdo con el empresario libanés. Una vez
adquirido el 100% del proyecto, el pasto verde se tranformó en cristales color
azul metálico y vigas de acero para dar forma al concepto SoHo.
Lo que pocos saben es que a pesar de que el
nombre de Abdul está altamente relacionado con la actividad de La Riviera, la
parte inmobiliaria del empresario no es nueva. Además de SoHo
Panamá, está involucrado con otros proyectos
del sector: Es el segundo accionista de Santa María, en Panamá, un proyecto
inmobiliario residencial de lujo en el cual Grupo Pellas, del empresario
nicaraguense Carlos Pellas, es el principal accionista.
En la junta directiva de Santa María le toca
sentarse con Stanely Motta, su principal competidor en la lucha por los
espacios comerciales dentro de las terminales aéreas y también dueño de Copa
Airlines.
“Cuando estamos en una mesa de socios, como
Santa María, no tenemos ningún problema, pero si vamos a una licitación, le voy
a ganar, júralo que lo voy a hacer. La plata no tiene enemigos”.
Otras inversiones inmobiliarias en las que
participa pero como socio pasivo es Alta Plaza, un centro comercial también en
Panamá que requirió una inversión cercana a los 160 mdd.
La experiencia que ha tenido en bienes raíces
puede cruzar fronteras, tal como lo ha hecho La Riviera. “Estoy buscando los
terrenos en Colombia y en Perú para replicar el proyecto SoHo”, dice Abdul.
Colombia le llamó la atención porque, según el
empresario, no hay un solo centro comercial que tenga el perfil como éste para
exhibir las grandes marcas, mientras que Perú le atrae por el crecimiento.
“Con el terreno donde ahora está SoHo aprendí
que es como cuando ves a una mujer bonita y te gusta y ella gusta de ti, pero
ella no sabe que tú eres el pretendiente. Eso me pasó; yo lo enamoraba (al
terreno) hasta que me lo quitaron, pero yo nunca le dije al terreno que estaba
enamorado de él, y vino a mí”, concluye Abdul.
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