Nunca estudiarás en Harvard aunque tu padre
pueda pagarlo
Expansión.com - junio de 2025
Ciertos padres invierten mucho más dinero en
preparar a sus exclusivos hijos para que éstos logren entrar en alguna
universidad selecta de la Ivy League (Harvard, Yale, Columbia...), que el que
luego les cuesta la propia universidad.
Según The Wall Street Journal, la matrícula
anual en un colegio como Riverdale Country School, en la ciudad de Nueva York,
es más caro que un año en Princeton o en Harvard. Y éste ni siquiera está entre
los cinco que más cuestan del mundo, entre los que se cuentan los suizos
Institut Le Rosey (88.500 euros al año) y Collège Alpin International Beau
Soleil, (82.800 euros) o el británico y exclusivo Eton (44.500 euros anuales).
Desde que en el siglo XVII los estadounidenses
importaran el modelo Oxbridge (de Oxford y Cambridge), una elite prepara a sus
chicos desde pequeños en los mejores colegios para acceder a las principales
universidades y, últimamente, a las escuelas de negocios más influyentes. Allí
adquieren formación, estilo y un barniz que les capacita para pasar los severos
filtros y los sistemas de selección.
Cristina Olabarría, directora de admisiones de
Esade, recuerda que "este tipo de alumnos tienen muy claro cuál ha de ser
su recorrido académico, y se marcan hitos académicos desde muy jóvenes".
Al final, va a ser cierto que el dinero (sólo
el dinero) no da la felicidad. Ni siquiera la profesional. Es evidente que
ayuda a conseguir muchas cosas, pero en el caso de quien pretende entrar en una
universidad excelente, en una escuela de negocios selecta, o que quiera acceder
a un programa exclusivo (y carísimo), el poder económico es papel mojado frente
a un argumento definitivo: cualquiera de esas instituciones de prestigio
internacional busca, en primer lugar, captar a los mejores. No a los más ricos
ni a los que cuenten con altas recomendaciones.
Carlos Cavallé, exdirector general de IESE
Business School, explica que "las grandes instituciones como Harvard o el
MIT van cada año a por los 25.000 candidatos más listos y mejor preparados del
mundo. Miran eso antes que nada, y muchas de esas instituciones usan test de
admisión como el GMAT", una prueba estándar que mide los conocimientos del
futuro alumno en matemáticas, lengua y escritura analítica y que se realiza a
través de Internet.
Cavallé, que ha sido presidente del GMAT, añade
que "todas las grandes escuelas se ponen como meta este primer requisito:
que el promedio para entrar sea muy alto. Así saben que se están llevando el
segmento superior de candidatos que las principales instituciones desean
captar. Y esto ofrece un primer filtro".
Estos sistemas de selección de alumnos tan
afinados cuentan con algunos otros filtros. Cavallé sugiere que a una universidad
como Harvard pueden llegar otros 3.500 candidatos, con más o menos poder
adquisitivo. "En este caso, se entrevista a toda esta gente. Ya no se
busca a los más listos, porque a esos ya los tienen. Ahora van a por los que
demuestran más confianza en ellos mismos y miran si esos perfiles encajan en
los diferentes grupos".
Olabarría habla de "mirar a la
persona", y por eso se entrevista a los candidatos, para comprobar que
encajan en la forma de hacer, en la metodología y en los valores de la escuela.
Julián Trigo, director de admisiones de IE
Business School, considera que "el filtro del proceso de admisión es
fundamental y muy independiente. Al aceptar a un candidato, éste queda sometido
a una presión tremenda. Ahí no valen enchufes y recomendaciones. Si no tiene un
perfil adecuado, corre el riesgo de tener que abandonar por una cuestión de
bajo rendimiento".
Trigo añade que para determinar el perfil
idóneo "se analiza cómo se ve al candidato en un entorno de diversidad, de
manejo de equipos o de toma de decisiones".
Cavallé añade que "todas las instituciones
piden, además, cartas de recomendación de personas reconocidas, aunque aquí
también hay filtros". Trigo cree que "más allá de recomendaciones
conocidas, lo que se exige es que sea alguien que apueste por el candidato y
que lo conozca realmente". Y Cristina Olabarría recuerda que las
recomendaciones "son obligatorias como parte del filtro y sirven para
confirmar la validez del candidato. Es como un double check de la decisión que
se toma. No influye quién recomienda, sino lo que dice".
La realidad profesional
De esta manera, por encima del dinero y de
otras presiones, lo que cuenta es captar en primer lugar a los más listos;
luego a los que ofrezcan un perfil que encaje con la institución; más tarde a
los que cuenten con una recomendación verdaderamente eficaz... Y por último,
como indica Cavallé, "se fijan en el expediente académico y en lo que han
hecho. Aquí cada escuela tiene su truco: para que ese candidato encaje, a una
institución le puede servir más que alguien sea un excelente pianista, o que
toque el saxofón, antes de que tenga una u otra carrera".
Olabarría coincide en que "el objetivo
principal de las escuelas y universidades top mundiales es captar talento,
independientemente de la situación económica del candidato". Trigo añade
que la idea es que "si alguien tiene dificultades económicas y es
brillante, pueda entrar".
Parece evidente que las universidades más
prestigiosas o las escuelas de negocios exclusivas abren muchas puertas laborales.
The Economist se refería recientemente en How to join the 1% a un libro de
Lauren Rivera, profesora de gestión y organizaciones en la Kellogg School of
Management -Pedigree: How Elite Students Get Elite Jobs-, en el que ésta
recuerda que la mejor manera de entrar en un pequeño grupo de compañías de
elite es haber estudiado en el ramillete selecto de universidades de la Ivy
League, Oxford o Cambridge.
Las empresas gastan millones de dólares
bombardeando a estas instituciones con eventos de reclutamiento. Pero, como
suele decirse, no todo el monte es orégano. Rivera cree que aquellos que vienen
de un entorno menos favorecido (son los que reciben hasta tres millones de
impactos menos que los que provienen de familias cultas) no deben perder la
esperanza, "porque los reclutadores tienden a preferir aquellos candidatos
con historias de superación de las dificultades. Cada vez más organizaciones
ayudan a estos candidatos fuera de las elites a venderse adecuadamente y a
triunfar".
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