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lunes, 8 de junio de 2015

Desigualdad

Desigualdad y resistencia


INFOnews - ‎lunes‎, ‎8‎ de ‎junio‎ de ‎2015
La problemática de la desigualdad en Europa es un hecho que se torna innegable. Ya no son las organizaciones de los trabajadores o las agrupaciones de izquierda quienes dan cuenta de esta realidad que crece año tras año. Incluso la OCDE, institución económica ultraconvencional y favorable durante decenios a las políticas neoliberales, se alarma sobre el tema. Michael Förster, analista de las políticas sociales para la institución y coordinador del informe 2012 sobre la evolución de las desigualdades de rentas en el seno de los países ricos, señalaba ya sin la menor ambigüedad la progresión de las desigualdades de rentas en la mayor parte de los países ricos desde mediados de los años 1980. El tema de las desigualdades emergió incluso en Davos en enero de 2014 .

Ya, en mayo de 2015, el secretario general de la OCDE, Angel Gurría, se alarmaba por esta progresión sin precedentes en un preámbulo al último informe: "Hemos alcanzado un punto crítico. Las desigualdades en los países de la OCDE no han sido jamás tan elevadas desde que las medimos. Las cifras prueban que las desigualdades crecientes dañan el crecimiento. De cara a una acción política, el asunto es tanto social como económico. No atacando el problema de las desigualdades, los gobiernos destruyen su modelo social y ponen dificultades para su crecimiento a largo plazo."

Este aumento de las desigualdades sociales en Europa es el resultado de la puesta en marcha de una política sistemática de ruptura con los anteriores equilibrios de compromiso elaborados en Europa occidental y los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. Las políticas neoliberales fueron puestas en marcha a partir de finales de los años 1970. En muchos casos, a través de la mutación de los gobiernos socialdemócratas a la aplicación de recetas propias del neoliberalismo.

Cuando las desigualdades progresan hay perdedores, muchos perdedores, pero hay también ganadores.  El estudio sobre las grandes fortunas, publicado en el otoño de 2014 por Crédit Suisse, acaba de confirmar el informe anterior de la ONG Oxfam: la concentración de las riquezas alcanza un nivel inigualado desde los años 1920. El 1% de los más ricos tiene el 48% de la riqueza mundial.

En definitiva, la distancia social entre las oligarquías y el resto de la población no ha dejado de aumentar. En el caso del viejo continente el rol de las instituciones europeas ha sido determinante según el artículo de Pierre Concialdi sobre las desigualdades. Allí, define tres de los ejes que hicieron posible el crecimiento de las asimetrías entre y dentro de cada país integrante de la Eurozona. En primer lugar, el presupuesto europeo, las normas dictadas por la UE, vía directivas o reglamentos y, en fin, el conjunto de recomendaciones o procesos que remiten a lo que se llama la soft law o el derecho flexible y que no tienen, de hecho, ningún carácter vinculante para los Estados miembro de la Unión Europea.

El caso paradigmático de los efectos de dichas políticas se expresa en la situación griega, que trajo aparejada no sólo la crisis económica, política y social sin precedente desde la posguerra. Que derivó en el triunfo electoral de Syriza, agrupación que supo canalizar el hartazgo a los planes de austeridad de la troika (Banco Central Europeo, FMI y la Comisión Europea) de la multitud de afectados que en un hecho inedito en la historia europea llevo al poder a un agrupamiento de izquierda radical.

Este acontecimiento demostró que era posible salir de las políticas de hierro de los acreedores. Desde fines de enero a estas última semana no sólo se juega el futuro de una política contra la desigualdad en Grecia, sino que de la firme decisión emanada del voto soberano del pueblo griego y de la puja de Syriza con los acreedores en Bruselas hoy expresadas en dos propuestas antagónicas sobre tres ejes prioritarios el primero es rebajar la meta sobre el superavit primario para poder tener más márgenes para políticas sociales ante la exigencia de 4% del PBI exigido por la troika, el segundo es el tema de las prejubilaciones que según el gobierno griego, tendrá que ser gradual hasta 2020, como al mismo tiempo la recuperación de las negociaciones paritarias por empresa, ante la exigencia del freno de las mismas pedido por Bruselas y por último el mantenimiento de los tres IVA diferenciales ante la exigencia de los acreedores de dejar tan sólo dos y un incremento de impuestos cercanos a los 2000 millones de euros.


De esta batalla contra la desigualdad y por la soberanía de los pueblos dependerá el futuro de los movimientos antiausteridad que van ganando territorio principalmente en la España del bipartidismo ajustista a través de Podemos, con los logros obtenidos en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. O en las luchas de los movimientos sociales, y huelgas de los trabajadores tanto en Italia, Francia o Portugal.

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