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jueves, 5 de febrero de 2015

China

La otra cara de China: exceso de deuda y crisis inmobiliaria

                  
El Cronista Comercial - ‎ ‎febrero‎ de ‎2015
Por primera vez en 125 años, la economía de China es la más grande del mundo. Beijing se opone a su nueva condición, pero alcanzó un techo debido a que una combinación de gasto en construcción, alimentado por deuda del gobierno local, amenaza el crecimiento.

La última vez que China fue la mayor economía del mundo, Beijing era una ciudad de unos 700.000 habitantes, y su distrito Wangjing no era más que una sucesión de colinas artificiales estériles construidas para proteger la capital de los invasores bárbaros del norte. Corría el año 1890. En la actualidad, la población de Beijing supera los 21 millones y Wangjing es una extensión de torres oficinas medio vacías o a medio construir y torres residenciales circundadas por la quinta carretera de circunvalación de la ciudad.

China ha recuperado su título de "mayor economía del mundo", superando a EE.UU. en términos de poder adquisitivo por primera vez en 125 años, pero este suburbio creciente proporciona un claro ejemplo de los crecientes problemas que enfrenta el país. La restauración de su posición preeminente llega justo cuando China entra en la llamada "trampa de ingresos medios", y graves tensiones acumuladas en los últimos años amenazan con llegar a un punto crítico.
 Dada su mezcla de bloques de apartamentos viejos y relucientes y torres futuristas de oficinas vacías, Wangjing es un ícono de la construcción de propiedades alimentada por el crédito de la última década, que impulsó el crecimiento pero a un alto costo.

La tasa de crecimiento oficial de China del 7,4% del año pasado fue la de ritmo más lento desde 1990, cuando el país aún enfrentaba sanciones a raíz de la masacre de Tiananmen de 1989. El Fondo Monetario Internacional rebajó su previsión de crecimiento para China este año de 7,1 a 6,8% y predice que el PBI del país crecerá más lento que en la India el próximo año, por primera vez en décadas.
Lugares como Wangjing son representativos de "la enorme cantidad de títulos de propiedad, el potencial para las crisis de deuda locales y los cambios demográficos desfavorables que harán que la crisis inmobiliaria dure por lo menos otros tres años", según Ai Jingwei, un analista del mercado inmobiliario.

Aunque el crecimiento de 7,4% (o incluso 6,8%) sigue siendo la envidia de las economías desarrolladas de crecimiento lento de occidente, está muy lejos de la expansión promedio anual de dos dígitos que China mantuvo durante tres décadas a partir de finales de 1970.
 Ya a principios de 2010, la economía de China se expandía un 12% en medio de un boom del crédito y la construcción desatado por Beijing para contrarrestar los efectos de la crisis financiera mundial de 2008.

Uno de los mayores problemas que enfrenta China ahora es que la desaceleración está sucediendo incluso cuando el crédito y la construcción, los principales motores del crecimiento, siguen creciendo sin parar.


"Corrección desordenada"
Mientras los suburbios de Beijing, como Wangjing, son representativos de este sobreendeudamiento y esta sobreedificación, el problema es aún más grave en ciudades más pequeñas que nunca verán la demanda de bienes raíces que eventualmente debe equiparar a la oferta en la capital.

 Cuando se tienen en cuenta las industrias auxiliares, la construcción de bienes raíces representa aproximadamente una cuarta parte de los u$s 10.000 millones de la economía de China, una proporción mayor que en los EE.UU., Irlanda o España en el punto álgido de sus burbujas inmobiliarias de la última década. Casi una década de construcción frenética creó un enorme exceso de capacidad y dejó enormes bloques de apartamentos vacíos que bordean la mayoría de las ciudades chinas.

El año pasado, los aumentos que desafiaban la gravedad de la década anterior, que han visto cuadriplicarse los precios en las principales ciudades, finalmente se frenaron. Los precios promedio de la vivienda en todo el país cayeron un 4,3% en diciembre, después de 12 meses.

Pese a ello, la inversión total en el sector igual aumentó un 10,5% en el año y las superficies construidas sin vender subieron más del 26% a fines de diciembre, según cifras oficiales.
Los datos sugieren que la corrección en el sector inmobiliario de China ni siquiera ha empezado realmente. Cuando el sector comience a contraerse, lo cual podría suceder ya este año, la tasa global de crecimiento podría caer mucho más rápido y el país podría enfrentar una ola de quiebras, así como una posible crisis de deuda, según advierten los economistas.
La "desaceleración de China podría convertirse en una corrección desordenada de las vulnerabilidades financieras con considerables implicaciones para la economía global", advirtió el Banco Mundial este mes.

El impacto ya se está sintiendo en los precios mundiales de productos básicos, incluido el petróleo, y en el desempeño inestable de las economías de Brasil, Alemania, Australia y gran parte de Asia, que son cada vez más dependientes de la demanda china.
Los precios de los productos básicos, como el mineral de hierro y cobre -elementos clave en cualquier auge de la construcción- están cotizando cerca de los niveles vistos por última vez en medio de la crisis financiera mundial, es decir, antes de que la corrección de la construcción china hubiese siquiera ocurrido adecuadamente.

 Las vulnerabilidades financieras se concentran especialmente a nivel del gobierno local, donde los funcionarios provinciales han ignorado las limitaciones presupuestarias y la prohibición de endeudarse para darse el gusto de un exceso de crédito y construcción.
La deuda del gobierno local
A mediados de 2013, la última vez que el gobierno publicó datos, la deuda pendiente del gobierno local se ubicó en 18 billones de yuanes, es decir, aumentó 80% en tan sólo dos años. Ese incremento ocurrió incluso después de que Beijing prohibiera a los funcionarios locales recaudar excesivas sumas de dinero.

 Pero incluso cuando la economía se desaceleró el año pasado y los funcionarios tuvieron la tarea de apuntalar el crecimiento con más inversión en infraestructura, el endeudamiento del gobierno local parece haber aumentado de nuevo. Las estadísticas parciales sobre la recaudación de fondos del gobierno local muestran que vendían el equivalente a 1.66 billones de yuanes en bonos en 2014, comparado con 900.000 millones de yuanes en cada uno de los dos años anteriores.
 Al igual que con el continuo aumento de la inversión inmobiliaria, la meta declarada de desapalancamiento del gobierno aún no ha comenzado, lo que implica que, cuando lo haga, la economía podría desacelerarse mucho más bruscamente.

La relación existente entre los dos mayores riesgos que enfrenta la economía de China -el sector inmobiliario y la deuda del gobierno local- hacen que la situación sea más alarmante.
Los gobiernos locales dependen de ventas de tierras equivalentes al 35% de sus ingresos, según una investigación de Deutsche Bank, y prácticamente la totalidad de su deuda pendiente está garantizada mediante tierras de propiedad del gobierno que suelen estar seriamente sobrevaloradas.

 En un estudio reciente que plantea preocupaciones sobre la sostenibilidad de las tasas de crecimiento actuales, Zhang Zhiwei, economista jefe para China del Deutsche Bank, reveló que los gobiernos locales se han convertido en los principales compradores de tierra en los últimos años. Para evitar la prohibición de incurrir en déficit, los gobiernos locales han creado miles de "vehículos de financiación" de su entera propiedad que han tomado financiación en su nombre de bancos estatales, mercados de bonos e instituciones clandestinas ligeramente reguladas.
Este proceso es técnicamente ilegal, pero se ha tolerado porque reforzó el crecimiento después de la crisis financiera mundial.

Como las ventas de bienes raíces se han desplomado y la demanda de tierras de los desarrolladores comerciales se ha evaporado, los funcionarios locales empezaron a utilizar estos vehículos de financiación para comprase tierras a sí mismos utilizando crédito tanto de bancos de propiedad estatal como de instituciones paralelas. Funcionarios y analistas temen que esto sea un intento insostenible de impulsar el crecimiento a corto plazo y los decaídos ingresos fiscales.
"En 2015, China probablemente se enfrente al peor desafío fiscal desde 1981 [antes de que se acelerase el crecimiento]," escribió Zhang en su informe. "Creemos que el déficit fiscal [la caída de los ingresos] es el mayor riesgo que corre la economía china y esto no es bien conocido en el mercado."
Además del crecimiento más lento registrado en un cuarto de siglo, 2014 marcó la primera vez que el Partido Comunista perdía su objetivo de crecimiento anual desde el punto álgido de la crisis financiera asiática de 1998.
Funcionarios y algunos analistas sostienen que la meta de crecimiento de "alrededor de 7,5%" del año pasado no se perdió realmente porque el gobierno, anticipando un ritmo más lento, la había convertido más en un blanco fácil al introducir la expresión "alrededor de" por primera vez. El gobierno tiene previsto anunciar una meta de crecimiento de "alrededor de 7%" este año.
 Pero incluso Lou Jiwei, ministro de Finanzas de China, le dice a dignatarios visitantes que Beijing estará feliz con un crecimiento del 6% en los próximos años. En privado, advierte que sólo para mantener ese crecimiento se requerirán muy altos niveles de inversión en infraestructura dirigida por el gobierno.

Dados los crecientes problemas en casa, no es de extrañar que los líderes chinos vean el título de "mayor economía del mundo" como una carga que atrae atención no deseada. De hecho, Pekín hasta ahora se negó a reconocer incluso las nuevas estimaciones, que pretenden ajustar el valor relativo de los bienes y servicios no comerciables en diferentes economías.
Beijing en la negación

"Recientemente hubo algunos académicos y medios de comunicación que estimaron que el PBI de China ya superó a los EE.UU. en términos de poder adquisitivo, pero China y la Oficina Nacional de Estadísticas no reconocen estas opiniones", declaró el estadístico en jefe genial de China la semana pasada, a la vez que reveló las últimas cifras de crecimiento del país.
"El problema deriva de no ser capaces de incluir productos idénticos en la compleja canasta de artículos que se compara [entre diferentes economías]: en la canasta de artículos de consumo de China, los principales productos son bollos de pan cocidos al vapor y arroz, mientras que los amigos europeos tal vez tienen una gran cantidad de pan en su canasta. Realmente no hay comparación."
Dejando de lado las discusiones sobre el valor relativo de los hidratos de carbono, los funcionarios señalan con bastante criterio que China ocupa el puesto 89 en el mundo en términos de PBI per cápita, un indicador más adecuado de la riqueza de una población, situándola a la par de las Maldivas o Perú. También sostienen que las últimas estimaciones sobrevaloran seriamente la calidad de los artículos disponibles en el mercado chino.

"China está apenas entrando en las filas de las economías de ingresos medios y se enfrenta a todos estos vientos en contra, por lo cual realmente no quiere aceptar las responsabilidades mundiales... de ser la número uno de las economías mundiales", afirma una persona que intervino en las acaloradas discusiones sobre la nueva estimación.
Utilizando los tipos de cambio actuales del gobierno, la desacelerada economía de China alcanzó los u$s 10.000 billones por primera vez el año pasado, mientras que la economía estadounidense se está acelerando y supera los u$s 17.500 billones.

 Según una investigación realizada por el economista británico Angus Maddison, China fue la mayor economía del mundo durante casi dos milenios, y en 1820 representó el 33% del PBI mundial, o casi la misma proporción que EE.UU. representó en el año 2000. Pero en 1890, después de décadas de rebelión interna e incursiones extranjeras, China había perdido su puesto número uno frente a los EE.UU. en términos de poder adquisitivo.

En aquel entonces, las exportaciones de China sólo representaban el 0,6% del PBI, prácticamente no existían las importaciones de maquinaria u otros insumos modernos, y el opio todavía representaba más de una cuarta parte de las importaciones chinas.


Hoy China es el mayor comerciante mundial de mercancías y el mayor consumidor de todo, desde mineral de hierro hasta leche en polvo. Así que, a diferencia de la década de 1890, cuando su economía era todavía en gran parte autosuficiente y tenía poco impacto a nivel mundial, el resto del mundo ahora tiene que prestar mucha atención a las torres de oficinas a medio construir de los suburbios de Beijing.

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