Dictaduras y medios privados
Pascual Serrano
Hasta ahora pensábamos que lo que deseaba una dictadura era poseer, desde el gobierno, los medios de comunicación, sin embargo eso ha cambiado. Los golpistas de Honduras, cuando derrocaron a Manuel Zelaya y tomaron el poder el pasado mes de junio, cerraron el canal público de televisión, Canal 8, y en agosto anunciaron que el Estado lo abandonaba y entregaría la frecuencia radioeléctrica que ocupaba al empresario Elías Asfura.
Eso confirma que la empresa privada puede ser más adecuada para custodiar los intereses mediáticos de un gobierno golpista neoliberal. Si el canal continuase siendo público, se corre el riesgo de que un cambio hacia un gobierno más democrático permitiese recobrar el espíritu de interés público en el canal estatal. Privatizándolo de forma definitiva ya queda al servicio del mercado y del neoliberalismo.
Mientras los voceros neoliberales se escandalizan por la existencia de medios de comunicación públicos y presentan a los privados como “independientes”, la realidad nos muestra que, una vez más, mercado y dictadura coinciden en un mismo modelo de medios de comunicación: en manos de empresarios.
La SIP pretende ignorar que sus propios miembros hondureños iniciaron el golpe
Jean-Guy Allard-Argenpress/Bolpress
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que tanto lamenta las "limitaciones" a la libertad de prensa que sufren los medios de comunicación opuestos al golpe de Estado, evita recordar que dos de los principales conspiradores del cuartelazo que llevo a la expulsión del presidente Zelaya son también sus principales (y casi únicos) miembros hondureños.
Asociada desde décadas a la CIA y radicada en Miami, USA, la SIP publica “denuncias” de las interrupciones de la energía eléctrica al Canal 36 y de la señal de Radio Globo, con las cuales pretende darse una imagen de legitimidad.
La SIP critica "el clima de restricciones e inestabilidad en el que se debe desenvolver la prensa" en Honduras “en los últimos meses”, lo que en algunos casos –constata- ha llevado a la "autocensura"
Tan hipócrita como otro corresponsal de la inteligencia estadounidense, Reporteros Sin Fronteras, que atribuye al retorno del presidente Zelaya una nueva "oleada de censura", la SIP actúa como si ignorase por completo que sus socios son los que parieron al régimen Micheletti.
Carlos Roberto Flores Facussé, ex presidente de Honduras (1998-2002) y dueño del periódico La Tribuna, y Jorge Canahuati Larach, el multimillonario dueño de los diarios La Prensa y El Heraldo, aparecen entre los conspiradores que han iniciado el proceso golpista.
Para quien lo ignora, la SIP, que pretende representar la libertad de prensa en América, no es otra cosa que el cártel de los grandes propietarios de medios de comunicaciones del continente, creado en Nueva York en 1950, en una operación de la inteligencia estadounidense con la cual se pirateó la organización panamericana legítima creada en La Habana en 1943.
Tan cercana a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) se encuentra la SIP que dio a su cuartel general de Miami el nombre su fundador, Jules Dubois, agente de la CIA y ex coronel de la inteligencia militar estadounidense, muerto miserablemente, en 1966, en un hotel de Bogota, en circunstancias indefinidas.
En el curso de los años, la asociación de magnates intervino en la UNESCO, para defender el control de la información por la empresa privada; participó en la propaganda sucia contra el gobierno democrático de Salvador Allende; se mantuvo bien callada durante el golpe contra el presidente Hugo Chávez. Mientras, nunca se perdió una oportunidad de atacar a Cuba.
Verdadera red de magnates de la prensa comercial, la SIP manipula la información a lo largo y ancho del continente, paralelamente a las cadenas de radio y televisión que persiguen estos mismos objetivos de desestabilización. Con la colaboración servil de sus proveedores, las agencias de prensa, la SIP difunde constantemente sus ataques en contra de los líderes de la América Latina que retoman luego sus medios afiliados.
En Honduras, los circuitos de televisión, de radio, cable e Internet están enteramente entre las manos de muy pocos individuos -Rafael Ferrari, Miguel Andonie Fernández, Rodolfo Irías Navas- *todos entre los primeros “accionistas” del golpe de Micheletti.*
Tan “profesionales de la información” son estos millonarios de los medios de comunicaciones, que unos, tales como Rafael Ferrari, extienden sus tentáculos hasta las franquicias de cadenas estadounidenses tales como *Burger King*, *Dunkin’ Donuts y Pizza Hut.
En vez de dedicarse a resfriar las impulsiones fascistas de sus socios Flores Facussé y Canahuati Larach, la SIP acaba de organizar en Caracas un “encuentro” con los elementos reaccionarios de la prensa venezolana para “discutir de la situación de la libertad de expresión”, pretexto para atacar una vez más al presidente Hugo Chávez, encuentro que sostuvieron este viernes la SIP y el Bloque de Prensa Venezolano en la ciudad de Caracas, para discutir sobre la situación de la libertad de expresión en el continente.
El secretario general adjunto de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), Nelson del Castillo, acaba de denunciar esta maniobra de la SIP señalando cómo esta organización mafiosa “ha prohijado el descarrilamiento de procesos democráticos, en virtud de unas libertades que lo único que pretenden es conculcar derechos a los pueblos y mantenerlos en el mayor atraso político, económico y social”.
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