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lunes, 9 de julio de 2007

Reflexión desde la semiótica del ser
IPASME - UN CIGARRILLO LA LLUVIA Y TÚ
- Semiología del bolero

SEMIÓTICA
Laudelino, estuve en la I Jornada de Investigación Educativa realizada en el Ateneo de Valera. Al finalizar la ponencia “La música popular: Una reflexión desde la semiótica de ser caribeño”, quise preguntar:
1) Sabemos que la SEMIÓTICA se arrima al estudio de los signos no lingüísticos como los de la música: Do, Re, Mi, Fa… mientras la SEMÁNTICA lo hace con signos lingüísticos como los del castellano: U,N, C,I,G,A,R,R,I,L,L,O... Pregunta:

¿Cuál de estas disciplinas estudia el bailar bien pegao un bolero sin decir ni pío?
2) Es sabido que SEMIÓTICA+SEMÁNTICA = SEMIOLOGÍA, y que de ésta surgieron: la zoosemiótica: estudia signos de comunicación de las hormigas que en el presuroso andar preguntan: «¿Será por aquí, será por allá?», según Nazoa; la cibernética: estudia los signos del comportamiento de los cibernautas: «LALLUVIA@YTÚ.COM.NODANOTA», y las analogías de su lenguaje con los de la programación para computadoras (C+++, Visual Basic); y la semiología médica: que se ocupa de los signos físicos, fisiológicos y síquicos: «Pecho, cadera y rodilla adolorida y ansiedad son signos de haber bailao bien pegao boleros en El Baúl de los Recuerdos», sintomatología común en las consultas de afiliados al IPASME –Editorial anfitriona de la Jornada-. Pero, como no creo que estos signos logren estructurar una complejidad visual de símbolos, similar al lenguaje de las manos -sistema comunicacional del sordomudo- o táctil, como el brailer de los ciegos… Pregunta:
¿Existe realmente el lenguaje del cuerpo en el bolero o es un invento erótico de poetas caribeños, atorrantes, juglares y trovadores?
El Ponente instó a cantar y habló del lenguaje corporal en la danza bolerística y sus mensajes, contenidos en la “novela bolero” venezolana: “Parece que fue ayer” de Denzil Romero; “El inquieto anacobero”, de Salvador Garmendia; “Entre el oro y la carne”, escrita por José Oropeza; y, “Si yo fuera Pedro Infante”, de Eduardo Liendo, quien dijo: “Los libros deben defenderse solos”, pues yo en mi defensa propondría –de llegarse a comprobar la existencia real del lenguaje corporal y el de la música- una reflexión semiológica libidinosa sobre los signos del bailar pegao todos los boleros cantados por Felipe Pirela, que recree:
a) Pegadas pecho a pecho cuerpo a cuerpo puliendo hebillas en: “UN CIGARRILLO LA LLUVIA Y TÚ, ME TRASTORNAN…LA POSESIÓN DEL MOMENTO YA SE OLVIDÓ DEL INVIERNO / QUE A LA VENTANA SE ASOMA / BUSCANDO SUS BRAZOS MUERTOS”.
b) Metidas de pierna lujuriosas sin zancadillas en: “CUPIDO MIRA DESDE UN CRISTAL DE LOCURA / CREA IMPOSIBLES DE INVOCACIÓN A LA LUNA”.
c) Susurros excitantes y proposiciones indecorosas en: ”LA MELODÍA SALVAJE QUE ESTÁ INVENTANDO LA NOCHE / SE DETIENE EN NUESTRO INSTANTE / CON UN CÁLIDO REPROCHE.
Pensé: «No se trasmite emoción al cuerpo cuando la voz canta letra ininteligible». Quise preguntar: «¿Las posiciones…adelantadas…?» -¡Qué máchu qué gulázo!-, pero el Prof. Juan Barreto (NURR) pospuso las preguntas para el final de la Jornada.
-Los asistentes van a olvidar las preguntas –advirtió el ponente, Prof. Carlos Baptista.
Pensé en el placer carnal y en el morbus semiótico. Regresé al auditorio pero la Jornada ya había terminado. ¡Cónchale! fue una buena oportunidad para preguntar sobre el amor, la libertad de expresión sexual, la excitación y el desenfreno.

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