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viernes, 27 de julio de 2007

Ciclismo

El ciclismo sigue cavando su tumba

Un optimista, crean que ya no hay muchos, diría que la ventaja que tiene el ciclismo ahora mismo es que está en una crisis tan profunda que de aquí en adelante las cosas mejorarán.

Quizás.

Pero así pensaban muchos tras los escándalos de dopaje en 1998 que dejaron muy malherido al ciclismo. Todos creyeron que se aprenderían de las lecciones del pasado. Y no.

En la presente edición del Tour de Francia, la prueba más prestigiosa y legendaria de este deporte, tres ciclistas y dos equipos han sido expulsados, incluyendo quien fuera líder y favorito, el danés Michael Rasmussen.

Al ciclismo se le está acabando el tiempo y ya surgen interrogantes sobre si deberían parar el Tour, si deberían quitar el ciclismo como deporte olímpico. La situación, podría decirse, es desesperada.

Una decisión radical como estas podría ser clave para reinstalar la credibilidad en el ciclismo.

La Federación Internacional de Ciclismo (UCI) no ha dado muestras de ser un buen guardián del deporte. Ha sido incapaz de detener la lluvia de dopajes de los últimos años y se demoró en colocar normas de antidopaje más rigurosas.

Pese a sus nuevas medidas, los organizadores del Tour le dieron al kazajo Alexandre Vinokourov y a su equipo Astana una invitación para participar en la ronda. Eso fue un gran error. Vinokourov y Astana fueron expulsados de la carrera luego que el ciclista diera positivo por una transfusión de sangre.

Tampoco ha ayudado la batalla que tienen la UCI y los organizadores del Tour sobre cómo estructurar el deporte. Las luchas internas han enrarecido el ambiente y han distraído de la verdadera prioridad: Acabar con la trampa.

Por ejemplo, si la UCI hubiera develado que Rasmussen no se había presentado a pruebas de dopaje el 8 de mayo y 28 de junio, el Tour seguramente se hubiera ahorrado la humillación de haber visto como en la 16ta etapa el equipo Rabobank sacaba al danés de la prueba a falta de cinco etapas para el final y con la clara etiqueta de favorito.

La afición está indignada y tienen derecho a estarlo. Claro que uno debe preguntarse si ellos tampoco tienen algo de culpa. Pese a saber que muchos de sus héroes estaban dopándose, seguían saliendo en masa a vitorearlos.

Algunos periodistas tampoco se salvan, haciendo preguntas tales como "¿por qué llevas calcetines negros?" y no yendo directo al grano como "¿nos explica cómo puede lograr tal desempeño sin la ayuda de drogas?"

El ciclismo está muy maltrecho y quizás sea hora de emprender una etapa de la verdad y reconciliación, para limpiar de una vez por todas el deporte.

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