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miércoles, 23 de agosto de 2017

siglo XXI

Agenda siglo XXI: 5 puntos críticos


FORBES – 23 de Agosto de 201
Recientemente expertos en futurología dieron a conocer una serie de escenarios alarmantes casi irreversibles y que parecen coincidir con la visión apocalíptica del fin del planeta.

Al margen de mitos y leyendas, el rigor científico estableció diversas metodologías para crear escenarios posibles, factibles, sistematizados y congruentes para indagar sobre los desenlaces de las tendencias actuales. Estos pronósticos y evaluaciones sirven para establecer las prioridades de políticas públicas, problemática social, demografía, alimentación, salud y bienestar, así como las medidas preventivas y acciones de gobierno, financiamiento, diplomacia o colaboración internacional necesarias al respecto.

Estos son algunos de los puntos más relevantes sobre los que estos científicos reflexionaron:

Colapso ecológico. El impacto del ser humano sobre el planeta es irreversible; no solamente el calentamiento global, la extinción masiva de especies animales y vegetales. La contaminación de suelos, agua y aire están avanzando mucho más rápido de lo previsto. La devastación es terrible y sus efectos cada vez más agresivos y graves. Las zonas muertas en los mares ya son casi 500, los depósitos de basura flotantes abarcan una extensión mayor a la de EU. Selvas, bosques y un número irracional de animales se convierten en desperdicio y material inerte por antojos consumistas. Los contaminantes son cada vez más agresivos, durables y difíciles de erradicar: químicos, basura electrónica, restos orgánicos, plásticos, metales pesados y residuos nucleares están presentes en todo lo que ingerimos, utilizamos y consumimos.

Explosión demográfica. Nada la ha detenido, la población sigue creciendo a ritmos desbordantes, multiplicándose con celeridad y acarreando consigo la expansión de los efectos negativos como contaminación, basura, destrucción del hábitat y sobreexplotación de todo tipo de recursos. Las instituciones actuales no cuentan con los recursos para atender las necesidades de una población cambiante. Alimentación inadecuada, nuevas enfermedades, hacinamiento, violencia, trastornos psicológicos y mortalidad temprana seguirán aumentando. Entre otros efectos colaterales hay que mencionar las investigaciones hechas por organizaciones no gubernamentales que documentan incrementos en los embarazos no deseados, las enfermedades de transmisión sexual y el impacto de la violencia de género, maltrato infantil, tráfico de personas, esclavitud y venta de órganos.

Violencia e Inseguridad. Diversos factores se conjugan para que muchos grupos de vean la violencia como algo cotidiano. El acoso, la falta de apego a la vida, las tendencias autodestructivas, el aislamiento y la carencia de valores conforman una “nueva normalidad”; hay que vivir con celeridad, sin trascendencia, importa el aquí y ahora, sin apegos ni limitaciones, la energía canaliza a lo inmediato y lo instantáneo, no hay compromiso ni lealtades permanentes. Aunque se oculten o maquillen las tasas delincuenciales siguen aumentando y la complejidad del delito es mayor. La sensación de inseguridad se impone todos los días, la gente sale y regresa con miedo. La tendencia es que la devoción por el dinero fácil, la narco-cultura, la moda y la apariencia, éxito sin esfuerzo, irresponsables e irreverentes con sueños de fama y notoriedad más un estilo de vida cómodo y sin presiones desperdician la productividad, capacidades, talento y potencial de generaciones enteras que enfrentarán conductas más extremistas y agresivas.

Corrupción. El mal más extendido en todas las esferas. Sin referentes morales ni éticos las sociedades avanzan hacia escenarios de colapso por que se van extinguiendo los liderazgos, los referentes ejemplares y las formas de conducir la convivencia mana en un ámbito donde imperen la ley y la justicia. ¿En qué o en quién puede confiar la ciudadanía? Al debilitarse las instituciones y las normas, se abren los espacios para que imperen la impunidad, la imposición, la discriminación, la explotación humana, la extorsión y los abusos. Mientras que los políticos y los partidos controlan gobiernos al servicio y disposición de los criminales y no hay castigo que los detenga, la sociedad va perdiendo su capacidad para enfrentarlos.

Drogas, alcohol y conductas antisociales. Para consumir algo que le haga daño, el ser humano solo necesita una excusa. Por felicidad o tristeza; por celebración o luto; por amor o soledad; por extrañar o por tener cerca a los seres queridos, todo requiere de agregarle algo que haga más grande la sensibilidad, la emotividad y la duración de las sensaciones. Desde principios del siglo XX se hablaba del grave problema que enfrentaban casi todos los países con el alcohol, las drogas y los trastornos mentales y sociales. El aumento de las tasas generalizadas de consumo, la innovación tecnológica, la globalización, el stress, la depresión, la expansión y la diversidad de la oferta han generado una explosión de nuevos y más frecuentes adictos. El problema no es simple ni puede reducirse a la lucha policial. Existe una cultura, hábitos y tendencias arraigadas que refuerzan la presencia de estos problemas y cuya numerología es contundente: por cada 100 nuevos adictos, solo existe 1 rehabilitado. Las enfermedades psicológicas son más graves, frecuentes, recurrentes y degenerativas y no hay espacios, instituciones ni personal especializado suficiente para atenderlas.


Sin duda hay algo que puedes hacer, no importa la dimensión: contribuye, organízate, aporta, comparte, reflexiona, invita, muévete, ayuda, cambia, colabora, participa, marca la diferencia, aquí y ahora no dejes que la tendencia te alcance y te consuma.

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