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jueves, 19 de noviembre de 2015

manipulación

  ¿Dónde termina la información y comienza la manipulación?


 FORBES, 19 de noviembre de 2015
En México hay medios, en especial televisivos, que transforman la información en manipulación, según sean las circunstancias y sus intereses económicos o políticos.



“Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos.”

La cita con la que abro esta semana es del lingüista Noam Chomsky, tomada de sus “10 estrategias de manipulación” a través de los medios. Sin embargo, esta estrategia podría complementarse con algunos de los principios diseñados por Paul Joseph Goebbels (1897-1945), ministro para la Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania nazi:

Principio de la exageración y desfiguración
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de la vulgarización
“Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.”
Principio de orquestación
“La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.”
A través de este tipo de estrategias, hay medios, especialmente televisivos, que emplean la información para manipular e influir en las decisiones de sus audiencias o presionar a autoridades para cambiar disposiciones públicas, actuando en favor de determinados intereses económicos o políticos. Son medios que, de acuerdo con las circunstancias, transforman la información en manipulación.



¿Cuál es la diferencia?

Informar es dar a conocer a otros un dato, un hecho, un acontecimiento, una situación específica. Es transmitir con objetividad, sin ningún agregado. Alguna información puede ser o es susceptible de ser noticia, y dependerá de los criterios editoriales del medio de comunicación el que la misma se difunda con plena objetividad o con cierto sesgo, con el afán de lograr un objetivo de comunicación determinado.

En este punto quiero referirme al maestro peruano de filosofía Alonso Núñez del Prado, quien refiere algunos grados de objetividad, aun cuando en lo personal el tema es como el embarazo: no puntos medios: se (es o) está o no.

Percepción del hecho
Lo que se ve o escucha, simplemente (dos cuerpos aparecen inmóviles en el piso).
Reconocimiento del evento
Darle nombre a lo percibido (dos delincuentes fueron abatidos).
Interpretación del hecho
Añadirle algún elemento adicional, generalmente valorativo o emotivo (eran dos sujetos muy peligrosos).
Inferencia
Con base en otros datos o supuestos, ir mucho más allá del dato o del evento (planeaban actos terroristas).
Manipular, según el diccionario, es “hacer cambios o alteraciones en una cosa interesadamente para conseguir un fin determinado”, y manipular la información es “controlar sutilmente a un grupo de personas, o a la sociedad, impidiendo que sus opiniones y actuaciones se desarrollen natural y libremente”.

Acorde con ello, manipular la información implica presentar datos inconexos materialmente, pero coordinados artificialmente, para lograr alguna afectación o dar a conocer tendenciosamente apenas una parte de la verdad, sin destacar complementos disponibles o sin presentar la postura de todos los actores involucrados. Generalmente se da cuando se busca satisfacer intereses más allá de los de la opinión pública.

Aurora María Labio Bernal, profesora titular de Comunicación de la Universidad de Sevilla, publicó un texto en el que afirma: “… la información sufre hoy en día las consecuencias de un sistema mercantilizado que antepone el resultado económico a la función pública. No es extraño, así, que en la consecución de este interés el mensaje sufra un proceso de manipulación que puede resultar más que evidente, pero que también puede diluirse a través de mecanismos no reconocibles por el receptor. Si esto ocurre con la información diaria, la que se produce en momentos de crisis resulta todavía más contaminada por la confluencia de intereses mercantilistas con fines propagandísticos.”

El tema no es nuevo ni privativo de México. El periódico cubano Granma, en su edición del 14 de julio de 2012, publicó en primera plana un amplio titular: “Florida sufre una epidemia de tuberculosis y el gobernador cierra el hospital donde se trata”, con todo el texto de la noticia ocupando cerca de una cuarta parte de toda la primera plana, donde se informa de una epidemia en EU con 99 casos detectados y 13 muertos. En la página dos, oficialmente se informa –de manera discreta– sobre la existencia de un brote de cólera en Cuba con 158 infectados y 3 muertes.

Evidentemente, la intención de Granma fue manipular la información, sin falsearla, para destacar la epidemia en Florida por sobre la existencia del cólera en Cuba. Esto ocurre cuando el objetivo principal no es informar sino desviar la atención de la opinión pública hacia otro tema, forma de manipulación.

En otro ejemplo reciente: en días pasados, dos conductores de la cadena CNN en Estados Unidos invitaron a un experto en religiones para que les ayudara a difamar el islam, a partir de la manipulación de la información. Las preguntas continuamente salían de contexto y las apoyaban con intervenciones del comediante y comentarista político Bill Maher y del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, buscando generalizar a partir de sólo dos o tres ejemplos. A fin de cuentas, los conductores no lograron su objetivo.

En México, estas técnicas de manipulación se han utilizado en diferentes ocasiones, apoyadas en entrevistas con personas de bajos ingresos, quienes generalmente son las que pueden provocar mayor sensibilidad ante diferentes situaciones en las que los medios quieren incidir. La ocasión más reciente (y creo que aún en el aire) es el manejo de la información que TV Azteca ha hecho sobre el “apagón analógico”, es decir, la transición hacia la Televisión Digital Terrestre.

En el mismo tono sensibilizador, la televisora ha elaborado una serie de reportajes en que se presenta a personas de escasos recursos que lamentan que ya no podrán ver la televisión ni estar informados ante la imposibilidad de comprar una TV digital. No obstante, en ninguno de los reportajes, hasta donde recuerdo, se ha presentado el punto de vista de actores involucrados que presenten “la otra cara de la moneda”. Es, pues, más que informar, manipular la información.

Cierro con otra cita de Chomsky: “Los medios de comunicación de masas actúan como sistema de transmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse a las estructuras institucionales de la sociedad.”




Mario Maraboto-Lic. en periodismo, consultor en comunicación, investigador en la Universidad de Carolina del Norte y autor de “Periodismo y Negocios. Cómo relacionar empresas con periodistas”.

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