La democracia no ha muerto: sí habrá Brexit
FORBES- 11 de Julio de 2016
Lo que vendrá para el Reino Unido
está por verse, pero tienen en sus manos la oportunidad de seguir el camino de
la libertad de mejor manera que estando en la UE.
Cuando llegó el sorprendente
resultado del referéndum británico por el Brexit (su salida de la Unión
Europea, UE), de inmediato explotaron por doquier voces que pedían
desconocerlo, convocar a un segundo referéndum, etc. Lo que querían los
inconformes era, con base en toda clase de “justificaciones”, que se pasara por
alto la decisión democrática mayoritaria “por el bien” de los británicos y
del mundo.
No hay duda de que había y sigue
habiendo mecanismos para que esto se pueda hacer. Sin embargo, como sostuvimos
desde el inicio en este espacio, eso no ocurrirá.
El sábado se informó que el
gobierno británico desechó de manera formal la petición en línea firmada por
4.1 millones de personas que pedían la promulgación de una regla que convocara
a otro referéndum.
La solicitud se basaba en que el
voto por el Brexit no rebasó el 60% a favor y en que la participación fue menor
al 75%. La respuesta oficial fue que la ley respectiva de la UE no incluía
reglas acerca del mínimo de participación.
El gobierno –a través del Ministerio
de Exteriores– respondió que “han dejado en claro que éste fue un voto de una
vez en una generación y, como el primer ministro ha dicho, la decisión debe ser
respetada”. Agregó: “Ahora tenemos que prepararnos para el proceso de salida de
la UE, y el gobierno está comprometido a asegurar el mejor resultado posible
para el pueblo británico en las negociaciones.” No habrá marcha atrás.
Aquí dijimos que no había
argumento válido para que un instrumento democrático como éste fuera desechado
nada más porque no agradó a las élites.
Pese a ello, una y otra vez se
repiten las razones que adujeron los opositores, como que los votantes ni
siquiera sabían lo que era la UE, o que fueron los “viejos” los que con su
sufragio dañaron el futuro de los jóvenes, en fin.
Se den cuenta o no, apelar a la
“ignorancia”, edad, sexo, etnia, etc. como motivo para menospreciar el voto de
una persona o grupo, contiene una alta carga de fascismo.
No debemos equivocarnos. Hasta
hace relativamente poco, con razonamientos similares, se discriminaba a las
mujeres y a los negros, por ejemplo, y se les negaba así el derecho a votar.
La democracia tiene muchos
defectos que en este espacio abordaremos en entregas futuras. Entre ellos le
adelanto su natural tendencia hacia el socialismo, debido a que la voluntad
mayoritaria se impone sobre la de las minorías, que son sojuzgadas. De este
modo, tarde o temprano se cae en la tentación de que unos quieran vivir a
expensas de otros, y se apele a la democracia como “legitimadora” de sus
demandas.
Esa tendencia hacia el
autoritarismo vuelve indispensable que los defensores de la libertad individual
realicen sin descanso la difusión de sus ideas, porque siempre hay alguien que
–manipulando a las masas– pretende despojarnos de ella.
Pero más allá de sus defectos, la
democracia occidental actual tiene la virtud de dar igual valor al voto del
pobre y del rico, al del “más inteligente” y al del “menos inteligente”, etc.
Así se elige a las autoridades constituidas y se toman algunas decisiones como
la del Brexit.
Por eso sostuvimos aquí que
desechar ese referéndum hubiera significado matar a la democracia como la
conocemos. La clase política gobernante se hubiera deslegitimado, pues ella
misma es fruto del voto de esos “ignorantes”.
El propio presidente
estadounidense, Barack Obama, ha dado señales claras de la irreversibilidad del
Brexit, al declarar el fin de semana: “Creo que debemos asumir que el
referéndum, que ya pasó con gran atención, una larga campaña y una
participación relativamente elevada, va a suceder.”
Lo que vendrá para el Reino Unido
está por verse, pero tienen en sus manos la oportunidad de seguir el camino de
la libertad de mejor manera que estando en la UE. Esperemos que así suceda y
que muchos otros países, incluido México, lo sigamos.
Guillermo Barba-Economista de la
Escuela Austríaca y periodista mexicano, autor del blog Inteligencia Financiera
Global. Experto en mercados de oro y plata y comentarista de TV en Proyecto 40
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