Así es como Google quiere
revolucionar el internet (otra vez)
FORBES- 12 de Julio de 2016
El nuevo CEO de Google, Sundar
Pichai, es un genio de los productos y quiere reinventar a la segunda empresa
más valiosa del mundo –y en general a toda la experiencia digital– con una
dosis alta de inteligencia artificial.
Para los fans de la música, el
anfiteatro Shoreline, en Silicon Valley, un foro con 22,000 asientos, ha sido
testigo de eventos históricos. El legendario promotor de conciertos Bill Graham
lo diseñó inspirándose en el logo de la banda de rock Grateful Dead, la cual
tocó aquí 39 veces. Neil Young, los Bee Gees y Bruce Springsteen también han
pisado este escenario, y hace unas semanas, acompañado de música electrónica y
videos inspirados en videojuegos vintage proyectados en pantallas gigantes, se
sumó a esa lista el CEO de Google, Sundar Pichai.
Sería exagerado decir que Pichar
lucía cómodo mientras caminaba por el escenario. Este cerebral sujeto de 43
años tiene la constitución de un popote, con sus grandes ojos detrás de sus
lentes rectangulares, más propios de Carl Sagan que de Carlos Santana. No
importa. En la conferencia anual Google I/O, era una estrella de rock, la
atracción principal. Mientras recibía los gritos y aplausos de la multitud de
desarrolladores de software, su rostro finalmente se convirtió en una sonrisa.
“Vivimos tiempos muy, muy interesantes. El cómputo ha tenido una evolución
increíble”, afirmó Pichai en su acento indio.
Bueno, no es exactamente Steve
Jobs. Tampoco es Mark Zuckerberg, o Jeff Bezos o Tim Cook. Pichai tiene un
perfil bajo, es un sujeto brillante y metódico que prefiere sacar su lado geek
al hablar sobre el futuro de la informática que impresionar a una multitud de
desarrolladores de software con demostraciones de productos coreografiadas. Y
eso es exactamente lo que el cofundador de Google, Larry Page, buscaba cuando
él mismo eligió a Pichai el año pasado para hacerse cargo de una de las mejores
franquicias de tecnología de todos los tiempos.
La tarea es monumental. Con una
capitalización de mercado de aproximadamente 500,000 millones de dólares
(mdd), Google, o más bien su padre, Alphabet, es la segunda compañía más
valiosa del mundo, dominando vastas franjas de la industria de la tecnología,
incluyendo búsqueda, publicidad digital, publicidad móvil y de video. Pero
Page y Pichai saben muy bien que los gigantes de tecnología con frecuencia
pierden su esencia cuando se vuelven más fuertes. Y mientras que los gigantes
tecnológicos de otras épocas, como IBM o BlackBerry, fueron derribados por un
solo enemigo, Google se enfrenta a una guerra de múltiples frentes con las
otras cuatro superpotencias de la tecnología. Pelea contra Apple en sistemas
operativos móviles y con Facebook en publicidad, video y comunicaciones.
Compite contra Amazon en comercio electrónico y con el revivido Microsoft en
software de negocios, y con Amazon y Microsoft en servicios en la nube.
Pichai libra todas estas batallas
en medio de un cambio tecnológico fundamental. Mientras Google hace su
transición del escritorio a los móviles, el cómputo se está moviendo a
múltiples pantallas y en algunos casos, por ejemplo –como con el sorpresivo
éxito del Echo de Amazon–, incluso hacia ninguna pantalla. Las interacciones
con los dispositivos y aplicaciones se están convirtiendo rápidamente en
conversaciones bidireccionales, a veces empleando “bots” inteligentes,
promovidos por Microsoft, Facebook y otros. A diferencia de una app, estos
bots corren por encima de servicios de comunicaciones como Messenger de
Facebook (900 millones de usuarios) o de Skype de Microsoft (300 millones de
usuarios). Google tiene el muy popular Gmail (más de 1,000 millones de
usuarios), pero le falta el tipo de sistema de mensajería moderna que los más
jóvenes aman.
Sin embargo, Pichai cree que este
nuevo mundo de la tecnología está hecho a medida de Google por una simple
razón: la inteligencia artificial. Casi todo el mundo puede programar
conversaciones simples y rudimentarias –Apple fue de los primeros con Siri–,
pero para ir más allá necesitas algoritmos más sofisticados. Y la inteligencia
artificial ha sido el objetivo final de Google desde hace años. La empresa
invirtió en los ladrillos con los que construiría su futuro, como el
reconocimiento de voz, la comprensión del lenguaje y la traducción automática
mucho antes que la mayoría de sus rivales. Y tras años de preparación, Pichai
dice, la compañía está lista para hacer que todas esas piezas funcionen juntas
en productos convincentes que mantendrán a la empresa adelante de la
competencia. “Tenemos esta visión de un cambio de la prioridad del móvil hacia
la inteligencia artificial desde hace muchos años”, expone Pichai a Forbes.
En el escenario del Shoreline,
Pichai dio a conocer los primeros frutos de esos esfuerzos: una bocina
inteligente llamada Google Home que competirá directamente con el Echo de
Amazon (y tal vez con una rumoreada oferta similar por parte de Apple) y una
aplicación de mensajería llamada Allo. Ambos productos correrán sobre un nuevo
servicio que Pichai llama el “asistente de Google”, la visión de la compañía
del cómputo conversacional.
Piensa en ello como la búsqueda
3.0, una nueva forma interactiva de comunicarte con Google. Con él podrás
comprar un boleto, reservar un vuelo, reproducir música, programar una tarea,
responder a un mensaje; el asistente de Google incluso podría escribir por ti.
Puedes pedirle que ordene flores para el día de las madres o buscar opciones
para tu próximo viaje, y podría ser capaz de retomar una conversación anterior
donde la dejaste. En otras palabras, estará allí, listo para ayudar, en el
teléfono, una bocina, tu televisión, tu coche, tu reloj y, finalmente, en
todas partes. “Tú vives normalmente tu día, y de una manera ambiental, las
cosas están ahí para ayudarte”, comenta Pichai. Asegurarse de que este
asistente alcance su pleno potencial tomará años, y su desarrollo será más
difícil de lo que fue, para Page y su cofundador Sergey Brin, crear el buscador
en sí. Pichai añade: “es más ambicioso en todas las dimensiones.”
Los aplausos de la multitud en el
Shoreline no fueron suficientes para distraer a nadie de lo obvio. El
lanzamiento de Allo refuerza la noción de que Google no está en el espacio de
la mensajería y que necesita entrar en él, y rápido. Google Home sugiere que
nadie en la compañía vio venir la ola de las bocinas inteligentes, y que
Amazon tuvo que mostrarles el camino. Y estas deficiencias ponen de relieve uno
de los retos más significativos de Pichai: aunque nadie discute que Google
destaca en tecnologías complejas como la IA y el aprendizaje automático, no
siempre es líder cuando se trata de convertir esas tecnologías en productos
exitosos.
“El riesgo de Google es que su
capacidad de desarrollar una IA sólida hace que pasen por alto las oportunidades
simples que tienen para crear experiencias de usuario suficientemente buenas”,
asegura Tim O’Reilly, fundador de O’Reilly Media. Google Home será una prueba,
aunque los resultados aún están a unos pocos meses de distancia. Es más, si las
conversaciones y los mensajes sustituyen a la computadora de escritorio o
incluso a la pantalla de nuestro teléfono inteligente como los nuevos vehículos
de los bots y otros servicios digitales, Google necesita desarrollar esos
servicios de forma rápida y eficaz, ya que Facebook, Microsoft, Amazon y quizá
Apple tratarán de hacer lo mismo. “Al final no todos los desarrolladores
terceros se conectarán a todas las plataformas”, indica David Yoffie, un
respetuoso analista de la industria de la tecnología que trabaja en la Harvard
Business School. “La pregunta es, ¿quién será más exitoso?”
El trabajo de Pichai es
asegurarse de que la respuesta sea Google, mientras mantiene el crecimiento de
una empresa de unos 60,000 empleados y 75,000 mdd en ingresos anuales. Esta
enorme tarea pone de relieve por qué Page se inclinó por la sustancia más que
por el estilo. La lista de tareas pendientes de Pichai comienza con la
monetización de un imperio digital en expansión que se extiende por la
búsqueda, Android, mapas, YouTube, juegos y muchas propiedades menores. El reto
incluye mantener la cohesión de una serie de empresas dispares competidoras que
conforman el mundo de Android; la unificación de dos sistemas operativos de
Google: Android y Chrome, y hacer frente a las investigaciones antimonopolio y
fiscales en Europa y otros lugares.
Pichai señala que está listo para
dirigir la metamorfosis de Google. “En lo personal, hay un renovado sentido de
enfoque en nuestra misión y en la transformación de la empresa utilizando el
machine learning y la inteligencia artificial”.
Alphabet Inc. (GOOGL) Stock Price |
FindTheCompany
El genio detrás de Google
Si regresáramos el reloj unas
tres décadas, podríamos encontrar a Pichai sentado en la delantera de una
motoneta, mientras su padre sostiene el manubrio y su madre se sienta en el
asiento trasero con su hermano menor en su regazo, mientras la familia se desplaza
por el caótico tráfico de Chennai. Es ahí donde se crió Pichai, en una modesta
casa de dos habitaciones. Para los estándares occidentales, su padre, un
ingeniero eléctrico, y su madre, una estenógrafa, eran de modestos recursos.
Durante años no tuvieron televisión, teléfono o un coche.
Pero sus padres pusieron gran
énfasis en la educación, y Pichai se ganó un lugar en el prestigioso Instituto
Indio de Tecnología de Kharagpur. Después de graduarse con un título de
ingeniería, ganó una beca para Stanford, donde en 1993 comenzó sus estudios de
posgrado en ciencia e ingeniería de materiales, con el objetivo de conseguir
un doctorado y una carrera académica –los sueños de sus padres–. Sin embargo,
como ocurrió con muchos otros alumnos de Stanford, Silicon Valley hizo un
llamado, y al igual que su maestro, buscó un doctorado en la industria pionera
de materiales aplicados. Después estudió una maestría en la Wharton School y
obtuvo un empleo de consultoría en la firma McKinsey & Co.
Pichai aterrizó en Google en
2004, cuando la compañía, de rápido crecimiento, aún consideraba a Microsoft
su enemigo más formidable. Pichai fue lanzado a las trincheras de la compañía
para que se batiera con el gigante del software. Desde el principio expuso un
enfoque metódico y estratégico para la toma de decisiones, que lo impulsó en la
escalera directiva de Google. Él fue puesto a cargo de una división de software
poco atractiva, pero crítica, la barra de herramientas de Google, que permite a
las personas buscar directamente en sus navegadores sin tener que ir a la
página de inicio de Google.
El trabajo estratégico de Pichai
en la barra de herramientas condujo a su próxima gran apuesta: el navegador
Chrome. El proyecto fue polémico dentro de Google, donde algunos temían que
molestaría innecesariamente a Microsoft, cuyo Internet Explorer dominaba el
mercado de los navegadores. Pichai argumentó que Google podría desarrollar un
mejor navegador y que corría el riesgo de perder una parte sustancial de sus
ingresos de búsqueda si Microsoft, como muchos temían, alterara su Explorer
para hacer más difícil para los usuarios acceder a Google. Con un pequeño
equipo, Pichai, quien en ese momento trabajaba para Marissa Mayer, ahora
CEO de Yahoo, desarrolló el producto en silencio. Aunque su lanzamiento,
cuidadosamente orquestado en 2008, fue un fiasco de relaciones públicas,
cortesía de un blogger alemán que obtuvo materiales de marketing y dio la
noticia antes de que fuera anunciada, el navegador del Pichai estaba más pulido
y era más rápido que cualquier otro en el mercado, y su equipo logró mantenerse
a la delantera. Para 2012, Chrome se había convertido en el navegador número 1
en la PC y, gracias al crecimiento de Android, también es el más popular en
dispositivos móviles.
Esa improbable victoria
consolidó la reputación de Pichai como un genio de los productos y, a pesar de
que nunca inició una compañía, algo así como un intrapreneur, y le dio un nuevo
impulso en la escalera jerárquica de Google. “Hay una parte de Google que
tiene un estilo de profesor, y Sundar encaja perfectamente”, expone un ex alto
ejecutivo. “Pero la gente subestima cuán profundamente técnico y emprendedor
es él. Es muy, muy bueno, en esas cosas.”
Sus responsabilidades crecieron
cuando algunos de sus aspirantes a rivales cayeron en desgracia. Mayer, una vez
su jefa, fue marginada y abandonó la compañía para irse a Yahoo. En 2013,
Pichai, que desarrollaba un sistema operativo y una serie de computadoras
portátiles basadas en Chrome, recibió el control de Android, una de las joyas
de la corona de Google, después de que Andy Rubin, su creador, fuera despedido.
Un año más tarde, Vic Gundotra, el ejecutivo de alto rango que dirigía Google
+, la costosa y nefasta incursión de la empresa en las redes sociales, también
fue obligado a salir.
A lo largo de todo ese proceso,
Pichai se mantuvo imperturbable, mejorando su reputación como ejecutivo
colegial y, más importante, ganándose la confianza de Page. “Él toma las
decisiones difíciles, pero no hay mucha turbulencia alrededor de ellas”, dice
el ex alto ejecutivo. “La gente ama la falta de drama y la reflexión. Eso llevó
a una mayor cohesión”. En un evento privado para altos mandos de Google,
celebrado la primavera pasada, se pidió a Pichai que esbozara una visión de
cómo se desarrollarían las aplicaciones en un mundo multipantalla. Cuando
Sundar terminó, un Page radiante se acercó a él diciendo que no podría haber
pintado una imagen más clara del futuro, de acuerdo con una persona que estuvo
presente. “Realmente ve con nitidez cómo será el futuro”, afirma el ejecutivo.
Unos meses más tarde, cuando Page reorganizó Google en un holding llamado
Alphabet, nombró a Pichai CEO de Google. Google representa el 99% de los
ingresos de Alphabet y todas sus ganancias.
Aquí está el futuro
La oficina desde la que pichai
promueve la IA es un edificio anodino de dos pisos frente a la sede de
Googleplex en Mountain View, California, donde un equipo, llamado
apropiadamente Google Brain, desarrolla buena parte de la inteligencia que
impulsará a Google y a sus productos en el futuro.
El grupo se formó hace unos
cuatro años como parte de un experimento de investigación que involucra un
conjunto de técnicas de programación de inteligencia artificial llamado
aprendizaje profundo y redes neuronales. Los ingenieros informáticos habían
desarrollado las técnicas años antes, pero no habían sido probadas
adecuadamente, ya que requieren grandes cantidades de potencia de cálculo.
Google tiene ese poder, así que trajo a uno de sus líderes en sistemas
informáticos de gran escala, el ingeniero Jeff Dean, junto con expertos de IA.
Ellos entrenaron al sistema en la tarea de reconocimiento de imágenes, y los
resultados fueron alentadores de inmediato, mostrando enormes mejoras con respecto
a los métodos existentes de Google.
Google Photos, lanzado hace un
año, llevó esas mejoras a las masas y cautivó al mundo tecnológico con su
capacidad de reconocer y buscar imágenes y organizar automáticamente. El
sistema es capaz de ubicar a una persona, un animal o a dos personas
abrazándose. A pesar de la intensa competencia de productos, Google Photos
tiene ya 200 millones de usuarios. Para Pichai es un ejemplo clásico de cómo
una mejor IA puede ayudar a Google a ganar. “¿La gente usaba otros productos?”,
pregunta Pichai. “Sí. ¿Hemos visto una enorme adopción y atracción con Google
Photos? La respuesta es sí.”
Lo que funcionó para el
reconocimiento de imágenes resultó funcionar también cuando se aplicó al
reconocimiento de voz, traducción y otras tareas similares. Cuando los
sistemas de Dean fueron entrenados para reconocer el habla, la precisión
aumentó dramáticamente. Eso significa que hay muchas menos veces en que una
consulta de “OK Google” en un teléfono Android es mal interpretada. También
significa que es más probable que Google entienda a alguien como Pichai, con
su acento musical, o para detectar lo que se dice en un bar ruidoso y hacerlo
en más de 55 idiomas.
Del mismo modo, las técnicas
utilizadas para reconocer imágenes en Google Photos son capaces de alimentar la
capacidad de StreetView para “leer” las señales y la capacidad del Project
Sunroof para identificar los techos que son adecuados para instalar paneles
solares basándose sólo en imágenes aéreas. También permite a un pequeño equipo
experimental en Google detectar la retinopatía diabética, enfermedad ocular
que puede conducir a la ceguera, con sólo hacer un escaneo del iris. “Es un
cambio bastante significativo; se está corriendo la voz en toda la empresa de
que existe esta nueva capacidad para resolver problemas”, confiesa Dean, en
referencia a las nuevas técnicas de IA.
Lo que comenzó como un proyecto
de investigación con un puñado de personas ha crecido hasta tal vez cientos
–Dean se niega a decir cuántas– que han desarrollado algoritmos, sistemas
informáticos y, más recientemente, los propios chips de Google, todos con el
foco puesto en la IA. (Las herramientas de software de Google Brain son conocidas
como TensorFlow y los chips como Tensor Processing Units.) Como resultado,
ahora hay más de 2,000 proyectos dentro de la empresa que aplican las
capacidades de Google Brain a decenas de productos. El grupo de Dean utiliza
el poder de procesamiento y aprendizaje automático en horario de oficina, y
miles de ingenieros de Google han pasado por cursos internos que pueden durar
semanas. “Se pasó de ser un proyecto de investigación a una de las principales
actividades de ingeniería”, indica John Giannandrea, un experto en IA
designado por Pichai para dirigir los esfuerzos de búsqueda de la empresa.
Para ver el potencial inmediato
de aprendizaje automático para crear una nueva generación de productos
digitales –que podrían cambiar la forma en que viven los seres humanos–, Allo,
que no estará disponible al público sino hasta finales de este verano, es un
buen punto de partida. A pesar de que el mercado de las apps de mensajería es
un mercado ya saturado, Pichai apuesta a que, como con Google Photos (y su
navegador Chrome), algunas características inteligentes le ayudarán a ganar
usuarios.
Una de ellas, Smart Reply
(respuesta inteligente), sugiere automáticamente tres respuestas diferentes
con textos escritos previamente a un mensaje en función de su contenido. Google
ha desarrollado Smart Reply en menos de un año y lo probó por primera vez en
Inbox, una app de correo electrónico móvil. Permite a los usuarios en
movimiento seleccionar una de las respuestas y responder con un solo toque. Con
Allo, Google dio un paso más, la mezcla de respuesta inteligente con
reconocimiento de imágenes, por lo que puede sugerir las respuestas a las fotos
enviadas a través de mensajes. Si envías a un amigo una foto tuya haciendo
paracaidismo, Allo podría sugerir respuestas como “qué impresionante”, o “qué
valiente”; si le envías una foto de un niño o una mascota, podría sugerir cosas
como “lindo”. En Allo, el asistente de Google podría también aparecer en medio
de una conversación para ayudarte a reservar una mesa en un restaurante o
planificar un viaje.
Los rivales de Google también
están trabajando para un mundo impulsado por la IA. Microsoft tiene una
iniciativa similar a Google Brain que consiste en integrar las técnicas del
aprendizaje automático a decenas de productos; su CEO, Satya Nadella,
recientemente mostró bots conversacionales construidos sobre su asistente
digital Cortana. Zuckerberg, de Facebook, ha construido rápidamente un equipo
de cientos de investigadores de IA que han hecho grandes avances en el reconocimiento
de imágenes y la comprensión del lenguaje, y ha mostrado robots construidos
sobre Messenger. Bezos tiene a más de 1,000 personas trabajando en la familia
de productos vinculados a Alexa, la interfaz de conversación que alimenta a
Echo, el altavoz inteligente de Amazon. Apple está ocupada expandiendo las
capacidades de Siri y se espera que pronto lo abra a terceros desarrolladores.
Pichai está convencido de que
Google está más avanzado que sus competidores. Él cita a AlphaGo, que
recientemente derrotó al mejor jugador de Go en el mundo –y que algún día
podría aplicarse a problemas más prácticos– como el tipo de inversión que los
mantendrá a la cabeza de la manada.“Cuando miramos el aprendizaje automático y
la IA, hay cosas que podemos hacer ahora, algunas que podremos hacer dentro de
dos o tres años y algunas que son más profundas y tomarán más tiempo”, aclara
Pichai.
Observadores como Yoffie, el
profesor de Harvard, están de acuerdo en que Google está bien posicionado para
liderar la transición a un mundo impulsado por la IA. “Sundar está ocupando las
categorías adecuadas y ha tomado muchas buenas decisiones”, dice Yoffie. Luego
añade: “Pero en realidad aún no han sido probadas”.
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