La conciencia de nuestros logros
FORBES- 27 de Julio de 2016
La ciencia y la experiencia nos
demuestran que cuando conocemos la dirección a la que nos dirigimos, los logros
pueden ser múltiples e ir más allá de lo imaginable.
En los bosques boreales de
Canadá, una empresa especializada en la tala de árboles fue contratada para
podar cerca doscientas hectáreas de esas plantas perennes cuyo promedio de
altura alcanza los cuarenta metros, y sus troncos, casi un metro de diámetro.
La tarea consistía en talar en
dirección oeste a este, por lo que se requería un equipo de expertos taladores.
Pero la época, las circunstancias y el presupuesto no permitieron a la empresa
en expansión, reunir a dichos especialistas, de modo que tuvieron que solicitar
a dos experimentados conocedores en la materia que reunieran a unos treinta
inmigrantes y los capacitaran durante un mes antes de iniciar las labores.
Así, comenzaron a preparar a los
novatos, muchos de los cuales aceptaron el empleo para ahorrar unos dólares y
luego enviarlos a sus familias. El equipo fue hábilmente instruido y semana
tras semana demostraba un progreso notable. Comenzaron talando un promedio de
trescientos cincuenta árboles por día.
A las dos semanas, la mejora en
su rendimiento fue sobresaliente y poco a poco se hicieron más expertos. Una
vez habituados a las herramientas y a la técnica, su productividad creció de
diez árboles diarios talados por hombre, hasta llegar como equipo a talar
quinientos o seiscientos durante el mismo periodo.
Unas semanas después de iniciado
el proyecto, impresionados por el porcentaje de tala alcanzado por el equipo,
la empresa envió al campamento a un supervisor para que observara la habilidad
colectiva que habían desarrollado los taladores.
Muy contento por lo atestiguado,
a la mañana siguiente el enviado decidió sobrevolar la zona en helicóptero,
para darse cuenta de que el equipo se había desviado en dirección equivocada.
El grupo de “estrellas” estaba talando hacia el noreste en vez de ir al rumbo
deseado por la empresa.
Consciente del error, el
supervisor acudió de prisa con los taladores a pedirles que se detuvieran y
advertirles sobre la equivocación. Les ordenó parar de inmediato y expresó:
—¡Deténganse! ¡Están talando en
la dirección equivocada!
A lo que el capitán del grupo le
contestó:
—Eso no importa. Lo importante es
que ya agarramos ritmo y lo estamos haciendo bien.
¿No es eso lo que nos está
pasando? Muchas veces nos hacemos expertos en talar hacia la dirección
equivocada, a veces lo sabemos y a veces no, pero la verdad es que entramos en
una zona tan grande de confort, que a pesar de estar conscientes de que vamos
en la dirección equivocada, no paramos a reflexionar y ni siquiera intentamos
cambiar. Por el contrario, simplemente optamos por ignorar el error, y en lugar
de buscar corregirlo, decidimos mantenernos ahí y terminamos por dañar nuestra
salud, nuestra autoestima, nuestro respeto y nuestro nivel de congruencia.
Simplemente aplicamos el piloto automático y es en ese momento cuando lo
enfermo, lo incorrecto y lo irracional se transforma en lo normal, lo aceptable
y lo habitual.
Llevemos esta analogía a la
realidad y consideremos por un momento el efecto consciente o inconsciente que
tiene sobre nuestra autoestima y nuestras relaciones. Tratemos de medir el
impacto que tenemos en nuestras familias, amigos, colegas y demás círculos
sociales, laborales o de convivencia.
Cuando sabemos que estamos en la
dirección equivocada y decidimos mantenernos ahí por miedo, comodidad o
desidia, aunque vayamos a buen ritmo porque sentimos que lo estamos haciendo
bien, suele suceder que lo notamos hasta que acontece algo que no deseamos y
puede ser que ya sea demasiado tarde.
Así lo demuestran los índices
actuales de males como la obesidad, la diabetes, el estrés, el cáncer, los
divorcios, el ausentismo laboral y el presentismo laboral, entre otros índices
que están alcanzando récords históricos de incidencia.
Cuando estamos en caída libre es
muy difícil darse cuenta o aceptar, es muy complicado despertar. Y así pasamos
años, décadas y hasta una vida entera con el fatídico síndrome del mañana,
esperando que todo cambie o mejore por arte de magia, o que alguien lo cambie
por nosotros, y en ese afán compramos la idea y la absurda excusa del no tengo
tiempo; convivimos con justificaciones, reproches y complejos que
progresivamente van deteriorando nuestras vidas de afuera hacia adentro.
Encontrar maneras de modificar
patrones negativos para transformarlos en hábitos positivos, es una forma de
ayudarnos a rectificar el camino hacia donde estamos podando nuestro bosque, es
un proceso complejo que comienza un día a la vez, y un proceso que necesitamos
revisar constantemente.
Es bueno tener presente que estar
consciente de nuestros logros afecta directamente nuestro nivel de autoestima.
Por eso necesitamos estar atentos y reconocer cada logro personal, porque eso
nos ayuda a generar neurotransmisores como son la dopamina, serotonina,
melatonina, norepinefrina, oxitócina y endorfina, entre otros, que van a elevar
paulatinamente nuestro nivel de bienestar y la felicidad.
Eduardo Massé-Especialista en la
ciencia del bienestar integral en el trabajo. Autor de 3 libros sobre el tema,
conferencista internacional, consultor y mentor. Es fundador del Latin American Positive
Psychology Association y actual director de BIT Consulting.
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