La deuda empresarial es el flanco
débil de los mercados emergentes ante el ‘brexit’
The wall street journal- martes, 5 de julio de
2016
Los mercados emergentes ya
luchaban para eludir los efectos de una economía global estancada. Sin embargo,
el voto del Reino Unido a favor de la salida de la Unión Europea está
provocando una nueva agitación en esas economías. Una parte del problema es la preocupación
de los inversionistas de que el crecimiento en el mundo en desarrollo resulte
castigado por la incertidumbre que predomina en Europa.
La amenaza clave del brexit se
canaliza a través del tipo de cambio. A la par del resultado del referendo, los
inversionistas retiraron su dinero de la libra esterlina, el euro y una serie
de mercados emergentes, para volcarlo a monedas de refugio, principalmente el
dólar.
El esloti polaco, el florín
húngaro y el rand sudafricano registraron algunos de los mayores movimientos. A
medida que la fecha del referendo se acercaba y los mercados empezaban a ver
que la probabilidad del brexit era mayor de lo que originalmente pensaban, el
dólar se disparó. Si suma el aumento registrado en el último año, la divisa
estadounidense se ha apreciado 9,4% respecto de una canasta de monedas de
mercados emergentes.
El Fondo Monetario Internacional
señala que el valor del dólar está ya entre 10% y 20% por encima de lo que las
condiciones económicas justifican, y es probable que un prolongado período de
incertidumbre ligado al brexit haga que suba más. Es también probable que la
volatilidad de las monedas de países emergentes no desaparezca en el corto
plazo.
En las últimas semanas, a medida
que se acercaba la fecha del referendo del Reino Unido y su salida de la UE se
convirtió en una fría y dura realidad, el yuan cayó casi 3% frente al dólar. En
combinación con la depreciación que sufrió desde junio del año pasado, la
divisa china muestra hoy una depreciación nominal de 6%.
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Debido a que abarata el precio de
los productos en el exterior e impulsa las exportaciones, la depreciación de
una moneda puede ayudar a la economía de un país. Esta teoría funciona mejor en
la práctica cuando hay una demanda mundial de bienes, pero en los últimos años
el crecimiento se ha desacelerado, arrastrando consigo al comercio
internacional. Una depreciación también estimula la inflación, que puede ser un
gran dolor de cabeza en momentos en que los bancos centrales quieren recortar
las tasas para acicatear el crecimiento pero sienten la presión para elevarlas
para evitar alzas de precios rampantes.
El mayor riesgo, sin embargo es
la exposición a la deuda. A medida que las monedas de los países emergentes
caen y el dólar sube, su carga efectiva de deuda crece y el pago de los
intereses se hace mucho más oneroso. En la última década, la deuda en dólares
de los países emergentes se ha triplicado. El aumento fue impulsado por una era
sin precedentes de tasas de interés ultrabajas y la compra de bonos por la
Reserva Federal.
China es el país más endeudado,
de lejos, pero otras economías también han acumulado deudas considerables.
El sector empresarial en los
mercados emergentes es el más expuesto, aunque los bonos soberanos también
podrían caer bajo la misma presión, sobre todo teniendo en cuenta que la deuda
corporativa podría terminar en los balances estatales dado el gran número de
empresas de propiedad gubernamental, el uso intensivo de deuda garantizada por
el Estado y la posibilidad de que los gobiernos deban rescatar a los sectores
financieros en dificultades.
Desde principios de 2010 hasta
septiembre de 2015, según el Instituto de Finanzas Internacionales, los
inversionistas volcaron más de US$1 billón en bonos de mercados emergentes.
Diez por ciento de esa suma fue a Brasil.
Desde empresas azucareras
brasileñas hasta fabricantes de tubos en Rusia, las firmas de los países en
desarrollo se endeudaron a tasas bajas gracias al dinero barato con el que los
bancos centrales intentaron reanimar las economías tras la crisis financiera de
2008.
Gracias a ese crédito, los
mercados emergentes se convirtieron en los motores del crecimiento mundial.
Entre 2004 y 2014, las empresas de los países en desarrollo más que
cuadruplicaron su endeudamiento, de alrededor de US$4 billones a más de US$18
billones.
Después de la lenta recuperación
tras la avalancha de rebajas de calificación de deuda soberana posterior a la
crisis, la calidad del crédito de esos países está volviendo a deteriorarse
rápidamente.
De todos modos, la turbulencia en
las economías en desarrollo no es tan mala como podría ser, dicen muchos
economistas. En comparación con episodios anteriores, las fugas de capital han
sido hasta ahora moderadas.
Robert Kahn, investigador
principal de economía internacional en el centro de estudios Council on Foreign
Relations, dice que “siempre y cuando la economía de China siga en marcha, los
precios de las materias primas se mantengan y la Fed no suba las tasas, los
mercados emergentes deberían resistir el shock del brexit”.
Sin embargo, advierte que son más
probables períodos de intensa volatilidad. “Debemos ver el repunte (del lunes)
como una calma temporal, no el final de la tormenta”.
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