El cigarro electrónico declara la
guerra a una industria de 500 años
FORBES- 28 de Julio de 2016
A fin de reducir riesgos en la
salud a causa del tabaquismo y responder a la tendencia de consumo, firmas
tabacaleras invierten en la investigación y el desarrollo de productos para
ofrecer alternativas menos perjudiciales a fumadores y ex fumadores.
Durante siglos, el negocio del
tabaco no sufrió mayores cambios: hojas envueltas en otras hojas o en papel que
se encendía y se inhalaba el humo. El ritual fue el mismo desde hace más de 500
años… hasta ahora.
Los cigarrillos electrónicos
hicieron su incursión en el mercado norteamericano en 2007, y desde entonces su
uso se ha extendido por todo el mundo. De hecho, en 2015 las cifras globales en
ventas rondaron los 7,000 millones de dólares (mdd), y de acuerdo con la
Asociación Internacional del Cigarrillo Electrónico (TVECA, por sus siglas en
inglés) se proyectan ventas que alcanzarán los 24,000 mdd para el año 2019.
Aunque esas estimaciones están
muy por debajo de los 35,000 mdd que genera la industria tabacalera al año, el
uso de los cigarrillos electrónicos (e-cigarettes) está en aumento, sobre todo
en países de Europa y Estados Unidos, donde defensores y detractores de estos
aparatos han comenzado el debate sobre las principales diferencias entre
e-cigarettes, cigarrillos tradicionales y regulaciones que uno y otro deberían
tener.
Y es que a pesar de compartir un
mismo nombre, estamos hablando de dos productos completamente distintos. Todos
sabemos que los cigarrillos son un puño de tabaco envueltos en hojas de tabaco
o papel que combustiona para inhalar el humo. Pero en el caso del cigarrillo
electrónico, el proceso es más complicado, ya que para funcionar cuenta con un
cartucho en su interior que contiene un líquido, que es vaporizado gracias a
una batería eléctrica al inhalar por la boquilla, e imita así el humo del
cigarrillo real. En algunos modelos también se enciende un led en la parte
final del cigarrillo electrónico que asemeja un cigarrillo encendido.
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Como lo que produce es vapor, sus
usuarios suelen llamarse vapers, y a la acción de fumar estos cigarrillos
se le conoce como vapeo.
El líquido de los cigarrillos
electrónicos contiene, entre otras sustancias, propilenglicol o glicerina
vegetal (usados como solventes) y nicotina. Asimismo pueden encontrarse de
distintos sabores como mentol, vainilla, tabaco, café y frutas.
Justamente por la manera en que
funcionan es que la comunidad científica y los gobiernos no han logrado ponerse
de acuerdo sobre las diferencias regulatorias que deberían existir para estos
productos. De hecho, el pasado 5 de mayo la Administración de Alimentos y
Drogas (FDA) anunció que regularán los cigarrillos electrónicos, Premium Cigars,
y productos Hookah debido a la alta incidencia que tienen estos productos en la
población más joven.
“Tenemos mucho por hacer para
ayudar a proteger a los estadounidenses de los peligros del tabaco y la
nicotina, especialmente a nuestra juventud. A medida que el consumo de
cigarrillos entre los menores de 18 años se ha reducido, el uso de otros
productos de nicotina, incluyendo los cigarrillos electrónicos, ha dado un
salto drástico. Todo esto está creando una nueva generación de estadounidenses
que están en riesgo de desarrollar una adicción”, asegura Sylvia Burwell,
secretaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estado Unidos
(HHS) en el comunicado oficial que emitió la FDA.
Con esta regulación, todas las
compañías que deseen seguir con el negocio de estos productos deberán
registrarse ante la FDA, y poner el logo de la administración en sus empaques.
Al registrarse, tanto el gobierno como la misma administración tendrán un
control sobre el contenido de los productos. Además, en los mismos empaques se
deberá indicar de qué está compuesto el producto y, por último, ser sellados
para que no los puedan abrir los niños.
Ya en 2014 la Organización
Mundial de la Salud también había recomendado a los gobiernos que regularan el
acceso a los cigarrillos electrónicos, alegando la falta de información sobre
los efectos que estos dispositivos pudieran tener a largo plazo.
Es verdad que medidas adoptadas
no sólo por los organismos de salud, sino por países que han ido más allá y han
prohibido el uso de cigarrillos electrónicos (como es el caso de Argentina y
Uruguay) generan un debate entre defensores y detractores de estos aparatos;
sin embargo, hay dos puntos en los que todos coinciden: son productos a los que
no deben tener acceso los menores de edad y debe haber una normativa que
garantice su calidad.
Así lo afirma Garry Stimson,
quien ha trabajado para el gobierno británico y la Organización Mundial de la
Salud en temas relacionados con las drogas y la adicción. Stimson, además, es
uno de los organizadores del Foro Global de Nicotina, que se realiza cada año
en la ciudad de Varsovia, Polonia.
“Debemos tener claro que los
cigarros electrónicos están dirigidos a los adultos. No conozco las cifras de
República Dominicana, pero en Reino Unido menos de 1% de los usuarios es menor
de edad, a pesar de ser un número muy pequeño, tenemos que cuidar de que no
lleguen a sus manos. Sabemos que el uso de estos dispositivos en adultos
jóvenes va en aumento, esto debido a que saben que son productos menos dañinos
que los cigarros convencionales. A mí no me preocupa que los adultos jóvenes
consuman cigarros electrónicos porque tienen un riesgo muy bajo; me preocupa
que las restricciones que tienen en estos momentos los lleve a convertirse en
fumadores y, por lo tanto, sean parte de las estadísticas que indican que en
este siglo más de 1,000 millones de personas morirán por causa del tabaquismo”.
Este es justamente el tema en
discordia. Como las autoridades de salud dicen que no tienen evidencia
suficiente que indique la reducción del riesgo de los cigarrillos electrónicos,
han optado por equiparar sus restricciones con la de los productos derivados
del tabaco.
Esto tiene muy preocupado a un
sector que defiende su uso como terapia de sustitución y cesación del fumado.
“Se perderán miles de trabajos y se aniquilarán las opciones del consumidor.
Absurdamente, los exfumadores se enfrentarán a la perspectiva de comprar
productos que les ayudan a seguir sin fumar en el mercado negro”, afirma la
Asociación Americana de Vapeo (American Vaping Association).
Una alternativa para fumadores
Hace algunas semanas, Forbes
República Dominicana entrevistó al doctor Konstantinos Farsalinos. Este
cardiólogo griego se ha convertido en un referente mundial por sus estudios
relacionados con el tabaquismo y cómo los cigarros electrónicos les han
funcionado a miles de personas que no han podido vencer el hábito.
Según sus investigaciones, los
cigarrillos electrónicos son 95% menos dañinos que el cigarro convencional.
Esto se debe a que la mayoría de las sustancias que causan las enfermedades se
generan cuando se inhala el humo producido por la combustión del tabaco.
Este experto explica que cuando
se habla del alquitrán se refiere a todos los componentes del cigarrillo que
resultan de la combustión a temperaturas superiores a 600 ºC y se pueden elevar
hasta 900 ºC cuando se aspira. Éste es el origen de los problemas de salud que
tienen los fumadores.
“Hay desinformación no sólo en el
público, sino entre los funcionarios del gobierno y profesionales de salud que
confunden los efectos de fumar con los de la nicotina. Es verdad que la
nicotina es una sustancia adictiva, pero no ha podido demostrarse su
vinculación con las enfermedades del fumador. Y es crucial diferenciarlos
porque hay nuevos productos que tienen una reducción del daño”, dice
Farsalinos.
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Según el cardiólogo, los
cigarrillos electrónicos no son los primeros dispositivos que utilizan la
nicotina como terapia de reemplazo o para reducir el daño en la salud. En el
mercado existen parches, snooze (utilizado especialmente en Suecia y en Estados
Unidos), chicles e inhaladores que pueden ayudar a las personas a disminuir el
hábito, aunque su tasa de éxito no se compara con el vaping. “Apenas entre 5 y
6% de los fumadores logra dejar el hábito con estos productos, porque a la
gente no les gusta usarlos, así de sencillo, y es una tasa de éxito muy baja y,
por lo tanto, poco efectiva.”
De acuerdo con los estudios
realizados por Farsalinos, en Europa 95% de los usuarios de cigarrillos
electrónicos ya era fumador anteriormente y sólo 0.5% nunca había sido fumador.
El 14% de los usuarios de los cigarrillos electrónicos había dejado de fumar
por completo, “14% quiere decir que más de seis millones de europeos dejaron de
fumar y esto es una cifra importante”, estima Farsalinos.
En República Dominicana, el uso
de los cigarrillos electrónicos aún es incipiente, pero de acuerdo con un
sondeo realizado en varias tiendas que ofrecen estos aparatos, la tendencia
creció en el último año.
Carlos es un joven fumador de 21
años, quien afirma que los cigarros electrónicos han logrado disminuir el
fumado. “Antes fumaba de dos a tres cigarrillos al día, ahora es la cantidad
que fumo a la semana”, sostiene.
“Estuve en Dinamarca por un año y
allá supe que el vapeo traía menos consecuencias a la salud. Al principio no es
fácil hacer el switch del cigarro al vaping, pero tampoco requiere tanto
esfuerzo. Si aprendes a regular la cantidad de nicotina desde el inicio puedes
llegar a vapear sin ella.”
A diferencia de otros países, en
República Dominicana los costos de los cigarrillos electrónicos son bastante
altos. El precio de los dispositivos oscila entre los RD$2,000 y RD$6,000 y los
líquidos tienen un costo aproximado de RD$600. “Compro los líquidos por
internet, en promedio puedo gastar unos US$30 al mes, así también me aseguro de
que la calidad sea buena”, explica Carlos.
Regulación en la mira
Muchos de los defensores del
vaping sostienen que los organismos regulatorios deberían tener más en cuenta
estudios realizados como los del doctor Farsalinos a la hora de establecer las
políticas sobre el uso de los cigarrillos electrónicos.
Julian Morris, vicepresidente de
Investigación de Reason Fundation, una organización que promueve la aplicación
de los principios libertarios en la sociedad, asegura que incluso cuando la OMS
no tiene fundamentos sólidos para restringir el uso de los cigarros
electrónicos es necesario contar con normas que garanticen su calidad.
“Estos productos deben cumplir
con los estándares que aseguren que el dispositivo no va a explotar o que los
líquidos no contienen alguna sustancia tóxica. Hay que garantizar que la gente
no se vaya a hacer daño con el producto.”
“Yo apoyo la regulación porque
aseguraría dos cosas: primero, que los estándares de calidad sean óptimos, y
segundo, que se originen las reglas para la publicidad de los cigarrillos con
el fin de que llegue al público correcto. No es un nuevo hábito para promover
entre los que nunca han fumado, sino un sustituto del cigarrillo para los
fumadores y ex fumadores. También debe asegurar que tienen una ventaja
competitiva frente a los cigarrillos convencionales, porque ya están
compitiendo en precio y accesibilidad. Pienso que debe promoverse el acceso de
los electrónicos y prohibir el del convencional. Es muy desafortunado que en
muchos países prohíban el producto más seguro, pero dejan vender legalmente el
más letal”, agrega el doctor Farsalinos.
Apuesta por la evolución
Aunque las ventas del cigarrillo
electrónico representan menos de una quinta parte del mercado, las grandes
empresas tabacaleras hace mucho que empezaron a invertir en el desarrollo de
productos alternativos para los fumadores.
Tal es el caso de Philip Morris,
que desde 10 años ha invertido más de 2,000 mdd en la investigación y el
desarrollo de productos con potencial de riesgo reducido. Su más reciente
lanzamiento es iQOS, un dispositivo que utiliza tabaco, pero en vez de
quemarlo, lo calienta a una temperatura de 350 °C; esto produce entre 90 y 95%
menos compuestos nocivos y potencialmente nocivos en comparación con un
cigarrillo de referencia, y el aerosol es 95% menos tóxico que el humo.
El dispositivo, que ya se vende
en algunos países de Europa y Asia, forma parte de los objetivos de la empresa
de transformar el 15% de su portafolio en productos de riesgo reducido en los
próximos 10 años, y que a largo plazo estos dispositivos reemplacen a los
cigarrillos.
“Esto es algo en lo realmente
creemos. Todo el trabajo, las investigaciones y toda esta inversión están
moviendo a la industria en esa dirección. Éste es nuestro fututo (…). Sé que
toma tiempo para que la gente entienda y tenga confianza en estos nuevos
productos”, afirma Ruth Dempsey, directora de Asuntos Externos de Productos de
Riesgo Reducido (RRPs) de Philip Morris.
Otro de los gigantes de la
industria que ha vuelto su mirada a los cigarrillos electrónicos es British
American Tobacco (BAT). Cada año la empresa invierte unos 220 mdd en
investigaciones para identificar agentes tóxicos y para el conocimiento de las
plantas del tabaco.
El año pasado la multinacional
lanzó en Colombia su marca de cigarrillos electrónicos Vype, que fue presentada
hace dos años en Reino Unido y ya se comercializa en Italia, Francia y Polonia.
“Estamos haciendo un esfuerzo por
ofrecer a los consumidores productos menos perjudiciales para la salud”,
concluye Christopher Proctor, director científico de BAT.
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