Cómo salir triunfante cuando
pregunten tu opinión
FORBES- 20 de Julio de 2016
Todo jefe, emprendedor, cliente o
líder busca rodearse de personas que saben detectar a tiempo los peligros y
cómo dar su opinión en forma correcta. Puedes lograrlo en 2 etapas.
Una de las preguntas más
difíciles de responder en todo momento y en cualquier circunstancia es ¿qué
opinas? La situación empeora cuando nuestro punto de vista no está en
concordancia con lo que se quiere escuchar. Decir que ese color no es adecuado,
que un proyecto no tiene posibilidades, que lo que alguien ve como una
maravilla no lo es y, en general, cuando nuestra opinión es divergente, la cosa
se complica. La encrucijada nos presenta dos alternativas: o decimos lo que el
otro quiere escuchar o exteriorizamos lo que tenemos en la cabeza. En esa
condición no hay lugar seguro.
Si optamos por guardarnos una
opinión desfavorable estamos salvando la situación inmediata, pero si las cosas
salen mal llevamos responsabilidad en ello, y los reclamos de por qué no me
dijiste nada surgirán tarde o temprano. Si elegimos expresar sinceramente
nuestro punto de vista discordante nos exponemos al resentimiento, a la furia o
a ser desestimados. En fin, en ambos casos las consecuencias pueden no ser muy
agradables.
Dar retroalimentación puede ser
estresante. La elección tiene un alto grado de dificultad, y si no abordamos el
tema en forma correcta, también lleva una importante dosis de peligrosidad.
Este tipo de conversaciones son
cruciales para la integración de un buen equipo de trabajo, para el buen
desempeño y el desarrollo armónico. En ello radica la importancia de entender
la forma de abordar una retroalimentación complicada.
Desarrollar un método para
comunicar opiniones que no muestran aprobación y se alejan del elogio puede ser
el punto de impulso de cualquier carrera profesional.
Las fórmulas sencillas son las
más efectivas. La receta para salir triunfante cuando nos preguntan qué
opinamos tiene dos etapas y cada etapa consta de tres pasos:
Primera etapa: Preparando el
terreno
Llegar preparado. Para abordar
una retroalimentación complicada hay que evitar la improvisación. Hablar a
botepronto es la mejor forma de ganarse la reprobación y la antipatía general.
La mejor estrategia es allegarse de toda la información necesaria y analizarla.
Documentar la opinión. Es muy
importante cimentar adecuadamente las razones por las que pensamos que algo no
es correcto. Hay que fundamentar los puntos que no nos parecen adecuados y
sustentar las posibles consecuencias negativas que se enfrentarían al continuar
por ese camino.
Dar alternativas. Expresar qué es
lo que no funciona y cómo se puede arreglar. Comentar cuáles partes son
correctas y cuáles representan un riesgo. Enunciar las debilidades y dar
opciones de fortalecimiento.
Segunda etapa: Técnica del
Sandwich (se conoce así por la estructura misma en la que se construye la
crítica)
Empieza con un comentario
positivo. En el ámbito profesional es muy difícil encontrar una propuesta que
tenga todo mal. En esa condición, hay que iniciar eligiendo algún aspecto
positivo. No importa que sea nimio, esto nos garantizará la atención y buena
disposición de quien escucha.
Emite la opinión. Es el momento
de decir todo lo que no nos parece correcto. Hay que ser muy concretos, dar
ejemplos, sostener la opinión con datos duros, ser firmes en lo dicho y ser
claros en los parámetros que hemos elegido para hacer esa evaluación. Hay que
hacer acopio de todo el profesionalismo y ser lo más objetivo posible.
Termina ofreciendo soluciones. La
forma correcta de concluir es platear, en forma proactiva, caminos para
enriquecer la idea y transformar un proyecto que no funciona en un caso de
éxito.
Una de las características más
apreciadas en el universo laboral es contar con una persona que pueda anticipar
un desastre, alguien que sea capaz de ver un error en donde nadie más lo ha
visto. Esta claridad evita descalabros y ahorra muchos recursos. Escuchar una
advertencia a tiempo impide un descalabro mayor que puede poner en riesgo la
vida misma de un proyecto o un plan de negocios. Pero son pocas las personas
que saben sortear esta disyuntiva.
La mayoría de las personas
prefieren evitarse una mortificación inmediata y se pierden en los laberintos
de la verborrea o mienten para aferrarse a una falsa tabla de seguridad. La
preocupación por los gritos que se recibirán o el temor a ser silenciado le
ganan la carrera al sentido común.
Pero si somos capaces de mantener
un punto de vista objetivo y emitir una opinión acertada en forma positiva,
desenredando la maraña, desanudando los problemas y con una actitud que lleve a
seguir adelante, lo más seguro es que se logre un resultado virtuoso.
Al final, una retroalimentación
complicada se puede transformar en un consejo valioso, y eso es algo que todo
jefe, emprendedor, cliente o líder está buscando.
Es por ello que saber hacerlo
puede ser el gatillo que impulse grandes triunfos profesionales. La gente
inteligente se rodea de personas que saben detectar a tiempo los peligros y
pueden comunicarlos en forma correcta.
Cecilia Durán Mena- le gusta contar. Poner en secuencia números y
narrar historias. Es consultora, conferencista, capacitadora y catedrática en
temas de Alta Dirección. También es escritora.
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