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miércoles, 15 de mayo de 2019

empresa familiar


Límites a parientes políticos en empresa familiar


FORBES- 15 de may. de 19
Cuando existen grandes odios, rencores o envidias de parte de los suegros, suegras, cuñados o cuñadas, lo único que rescata la situación es un sistema de gobierno corporativo.

Dicen por ahí que, entre la familia política y el sol, mientras más lejos mejor. Los dichos son sabiduría popular de amplio espectro que nos llega en cantidades homeopáticas. No podemos desoírla. Las relaciones con la familia política son la causa más frecuente de conflicto entre las parejas porque existen sentimientos encontrados, comparaciones, celos, envidia y rencor en las discusiones. Las intromisiones desgastan a la pareja: una de las partes no se siente apoyada por la otra, a pesar de haberle expresado, en numerosas ocasiones, que se siente solo o sola. Si eso es realidad en el ámbito personal, la situación se recrudece aún más cuando los familiares políticos cruzan —y les permiten cruzar— ciertos límites que debieran ser fronteras.

Evidentemente, todos hemos escuchado las historias de terror del cuñado abusivo, del tío flojo, del hermano gastalón, de la nuera manirrota y entrelucida, del suegro cara de vinagre, del yerno grosero, del compadre que todos toleran pero que cae en la punta del hígado, del sobrino que nada más se aparece para estirar la mano. También sabemos de muchos que creyeron que la empresa estaba acorazada contra todo tipo de embates, que el cariño todo lo puede y no sobrevivieron a un ejército de cigarras que se la pasaron de fiesta ordeñando el flujo de efectivo hasta hacerla sucumbir por deshidratación financiera.

Hoy, todavía, la familia sigue siendo la célula fundamental de la sociedad y la empresa es la unidad que pone en marcha a la economía. Sin embargo, es necesario entender que hay elementos sociales que van cambiando y han ido añadiendo complejidad al tema: las empresas ya no ponen tanto interés en el largo plazo, los nuevos modelos de negocios permiten la operación de negocios estacionales que no buscan la permanencia; de acuerdo con datos del Inegi el divorcio en México ha aumentado en 136% en los últimos 15 años. En el 2016, el 58.1% de la población en el país se encuentra unida, 31.4% está soltera y 10.5% es separada, viuda o divorciada.

La transformación de estas células fundamentales de la sociedad y la economía, insisto, agregan complejidad. Si las complicaciones que resultan de una empresa familiar en la que los miembros vienen de la misma célula son difíciles, el grado de dificultades aumenta cuando hay esposas y exesposas, cuando aparecen hijos y entenados. Asumiendo que todos tienen buena voluntad, pero que cada uno busca cuidar sus propios intereses, sabemos que ahí tenemos una bomba de tiempo.


Todo empeora cuando hay resentimiento, cuando algún miembro de la familia siente que sus derechos están siendo vulnerados, cuando se forman equipos y la empresa se transforma en un campo de batalla entre tirios y troyanos. El problema no se da únicamente en México, un estudio sobre la composición social en Reino Unido revela que por lo general una de cada diez parejas que se divorcia ve la intromisión de la familia política como la causa de su ruptura. Si estas intervenciones rompen lazos de cariño, con más ganas despedazan empresas. Y, la situación no parece mejorar: un estudio de la Universidad de Michigan tomó como muestra a 373 parejas de recién casados en 1986, después de 26 años, las probabilidades de divorcio de los hombres que mantenían una relación estrecha con su familia política disminuía en 20%. Sin embargo, las mujeres que tenían una relación cercana con la familia de su marido veían aumentar en un 20% las posibilidades de ruptura.

Si esta es la situación real, de nada nos sirve lamentarnos. En todo caso, lo que hay que hacer es poner manos a la obra. Si la complejidad social es una piedra que nos puede hacer tropezar en el terreno empresarial lo primero que tenemos que hacer es separar. Entender que fijar límites por escrito es una forma de preservar dos elementos importantes en la vida de un individuo: a su núcleo familiar y a la empresa que es su fuente de ingresos.

Además de los límites que se deben poner a las familias existen prioridades en que deben coincidir para blindar a la empresa contra intromisiones y construir su propio universo en santa paz. Estos son pasos básicos para sobrevivir a tu familia política y construir tu santuario de tranquilidad profesional:

Familia y empresas son sistemas independientes. No es cierto eso de “me caso contigo no con tu familia”. El matrimonio o el compromiso es el paquete completo que debe preservarse, sin embargo, entender que entrar a la familia no necesariamente significa tener acceso a la empresa es importantísimo de entender.


Conocer a la familia no es lo mismo que entender el negocio. Vivir con una persona, escuchar los problemas en el trabajo, oír quejas en del jefe y opinar es lo de todos los días en cualquier matrimonio. Sin embargo, en el ámbito de una empresa familiar, es distinto. Aceptar un compromiso es ya un paso que inevitablemente involucra a las familias y se debe entender que criticar a un externo es diferente que emitir una opinión contra el suegro o la cuñada.


Suegras del infierno, cuñados flojos, tías metiches. No podemos romantizar, necesitamos abrir los ojos. No hay familias perfectas ni negocios que no tengan problemas. El meollo del asunto descansa en cómo se debe abordar estas situaciones antes de que generen un problema.


Dice Bert Hellinger que lo que es bueno para una familia política no necesariamente lo es para la otra. Hemos escuchado tantas veces de los problemas de recién casados porque uno aplasta la pasta de dientes de una forma y otro de otra y eso genera chispas que acaban en incendios. Las diferencias inician rupturas. Cuando desde el corazón no se puede mirar con buenos a la familia política, se está caminando hacia la ruptura, tanto a nivel personal como familiar. Hay que anticipar.


Las potencialidades de problemas son diversas, las formas de prevenir deben considerar estar alertas para anticiparse: Hablar en forma honesta, respetuosa y con conocimiento técnico de las cosas que consideran raras, injustas, fuera de tono o “no les gustan” de la familia de su pareja. Este ejercicio tiene que llevarlos a integrarse a un nivel superior, no a dividirse en dos bandos. Eso significa aprender a ser solidarios y generar nuevos modelos de conducta y creencias. Propugnar por un sistema de comunicación sistematizada y efectiva que blinde al mismo tiempo a la familia y al negocio.

Sin embargo, cuando existen grandes odios, rencores o envidias de parte de los suegros, suegras, cuñados o cuñadas, lo único que rescata la situación es un sistema de gobierno corporativo para que se preserve el negocio en marcha, independientemente de quién sea el miembro de la familia que se porta infernal. Lo peor que se puede hacer si se tienen problemas con los familiares políticas es llenarse la cabeza de pleitos y chismes, en vez de eso hay que acudir a los órganos de gobierno corporativo —junta familiar, consejeros, asesores— y pedir que proponga soluciones. Lo más importante es no contaminar el hogar con problemas de la empresa y viceversa.

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