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jueves, 11 de mayo de 2017

“seguridad nacional”

 La destrucción del porvenir en México



FORBES- 11 de mayo de 2017
La noticia del IISIS sobre México debería ser una seria llamada de atención, más allá de las ‘alertas de viaje’ que eran, hasta ahora, las señales de afuera más visibles.

‘Yo creo que la militarización de la lucha contra el narco es un grave riesgo para la estabilidad democrática del. Basta ver las tomas de Michoacán -tierra del presidente- y se aprecian los elementos de un practico estado de sitio al que solo le falta el toque de queda. Redadas, peinadas de terreno, de predios, rondines en vehículos militares y soldados con equipamiento de guerra, y la población totalmente afectada en sus actividades sociales, económicas, de vida.

El incremento de la presencia del Ejército provoca una escalada espectacular de violencia que estamos comenzando a vivir y que tiene el riesgo de llevarnos a un punto en el que el Ejército prácticamente tome el control de la vida política, social y económica del país bajo el pretexto de la “seguridad nacional”. Ante un incremento sin control de la (provocada) violencia: ¿quién será el responsable de establecer los límites de hasta dónde puede llegar el control y supervisión de nuestras vidas por parte del Ejercito?

El gran peligro de esta situación es que la ideologización de la lucha contra el narco puede tener como consecuencia que en un futuro incierto los militares estarán controlando nuestro tránsito, nuestras reuniones, nuestro parecer político, el señalamiento y acusación del vecino, el allanamiento de nuestra vivienda por sospecha, sin Estado de Derecho, en Estado de Sitio, todo, bajo el pretexto de la búsqueda de narcos.

El presidente hizo una afirmación que me pareció muy peligrosa en ese sentido refiriéndose a los narcos como los “enemigos” de México. Peligrosa comunicación que enfrenta a un mexicano contra otro, lo que me suena a preámbulo de esa ideologización que menciono y que sería la justificación y pretexto para llevar a cabo la persecución de los inconformes con el Estado, más aun cuando no se define quién es el narco: ¿el vecino, el socio, el empresario, el político, el opositor, el ganadero, el benefactor, el agricultor, el comerciante, el industrial, otro ciudadano como yo?

En Alemania fue el nazismo, en España el franquismo, en Italia el fascismo, en Venezuela el chavismo. No vaya a ser que en México sea el calderonismo, o alguna fuerza que desde el interior del Ejercito asuma militarmente el gobierno del superado Estado Mexicano, inclusive por encima del presidente, aprovechando la oportunidad de esta “guerra” para imponer una nueva forma de gobierno. Porque pensar en eliminar el narco, que tiene intereses económicos en absolutamente todas las áreas de la economía de nuestro país y en el mundo desarrollado, sería una inocentada´.

Esta era mi reflexión en junio de 2007, al inicio de esta espiral de destrucción que ha destruido el porvenir y la paz en México, en una nota que envié a un director editorial. Este martes 9 de mayo, el International Institute For Strategic Studies (IISIS) con sede en Londres, publicó su Armed Conflict Survey 2017 en donde presenta a México con el segundo conflicto armado más violento, solamente después de Siria, de 36 conflictos estudiados en todo el mundo. Con 23,000 muertes oficiales violentas registradas en 2016 -Siria registro 50,000 en medio de una declarada guerra civil-, México tuvo una violencia superior a la registrada en Iraq, Afganistán y otros es en conflictos bélicos profundos. El impresionante número de muertes violentas para un país ‘en paz’ se debe, estima el estudio, a las batallas que libra el narco por el control del territorio mexicano -un negocio estimado en entre 19 y 29 mil millones de dólares anuales-. Una guerra que fue declarada unilateralmente por el presidente Calderón al inicio de su gobierno y que elevo, así, al declarar la guerra, a nivel de ‘enemigos del Estado Mexicano’ a grupos de delincuentes que encontraron en la declaración del gobierno el pretexto para incrementar su nivel de violencia y crueldad.

Si bien el desenlace planteado en el texto de 2007, hasta ahora no ha seguido el curso de la tentación autoritaria por la vía militar -aunque hay voces que ya se escuchan en la sociedad mexicana pidiendo ‘mano dura’-, el desgaste que ha vivido nuestra sociedad en su conjunto ciertamente ha llegado a una total perdida de ética, aprecio por la vida, respeto a las autoridades, y desconfianza en las instituciones de gobierno, en todos sus niveles, arrastrando la credibilidad y fortaleza que caracterizaba al Ejercito Mexicano.

La falta de una estrategia con diseño y visión se limitó a, por un lado, intentar aniquilar a los cárteles con la teoría de eliminar a los líderes, estrategia que desde un principio demostró no sólo su inutilidad sino el peligro gravísimo de las consecuencias, sobre todo la atomización de las organizaciones que al quedarse sin un líder fuerte se convierten en grupos en disputa multiplicando la violencia, el número de grupos que tiene que combatir el gobierno y eliminando las reglas impuestas por la autoridad vertical; y por el otro a incrementar el nivel de prohibicionismo, lo que tuvo como consecuencia que los grupos paramilitares diseñados para proteger las actividades relacionadas con el narcotráfico diversificaran sus actividades a otras áreas de la delincuencia organizada como el secuestro, el cobro de piso, o la extorsión, introduciendo nuevas áreas de delito que, hasta antes de la guerra contra el narco, no representaban el riesgo que ahora representan para la sociedad en general.

La legalización de la marihuana en Estados Unidos -ironía histórica que termina con el destructivo y propagandístico principio de la Guerra vs. el Narco, concepto inventado por Richard Nixon en 1973 para desviar tanto recursos bélicos, como la atención a los problemas internos de su gobierno- y la modificación de los principios morales y sociales que durante 44 años dominaron el discurso antidrogas, deberían darnos el momento y la oportunidad para vernos a nosotros mismos y exigir una solución a esta infernal situación que solo amenaza con empeorar.

Ahora que analistas, críticos, periodistas, comentaristas y políticos, todos, han volteado al estudio y disección de las políticas, problemas y circunstancias de Estados Unidos, Inglaterra, España y más recientemente Francia, su distracción a los problemas internos, me parece, resulta clara ante los vicios de la estructura del establishment mexicano, lleno de candados, puertas cerradas y blindajes de nula claridad, que proveen un diseño monolítico en donde lo mismo caben los cómplices de esta violencia que los incompetentes, los improvisados y los irresponsables, impidiendo adentrarse en un auténtico estudio y comprensión claros de los caminos que nos trajeron hasta este momento, estirando peligrosamente la liga de una posible solución.


La noticia del IISIS debería ser una seria llamada de atención, más allá de las ‘alertas de viaje’ que eran, hasta ahora, las señales de afuera más visibles, y es que México comienza el siglo XXI en un ciclo de violencia similar -o incluso hasta más bárbaro y brutal- a los ciclos con los que comenzó los siglos XIX y XX. El mundo ya lo está viendo. ¿Cuándo lo veremos nosotros?

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