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sábado, 31 de octubre de 2015

tecnologías

Diez tecnologías de los 90 que no echamos de menos


El Confidencial -   octubre de 2015
En tecnología la nostalgia tiene un escaso margen de acción. Muchos dispositivos y herramientas del pasado nos dieron tantos quebraderos de cabeza que resulta imposible guardar un buen recuerdo
La década de los 90 quedará para siempre en la memoria colectiva como aquella en la que tecnología aterrizo en nuestras vidas para cambiarlas por completo. Aunque llamábamos al timbre cuando íbamos a casa de algún conocido porque no podíamos mandarle un mensaje de WhatsApp, ya había quien empezaba a fardar de teléfono móvil.

Sin darnos cuenta, caímos en las famosas llamadas perdidas o toques, que nos permitían ahorrar; aprendimos lo que eran los SMS, sustituimos la máquina de escribir por el ordenador y comenzamos a oír hablar de algo llamado internet.

Sin embargo, muchas de las novedades tecnológicas que caían en nuestras manos resultaban no ser tan eficaces y perfectas como habíamos imaginado. Algunos de los innovadores cacharros que llegaron en los años 90, aunque nos facilitaban la vida, también acababan incordiando hasta límites insospechados. Ahora nadie los echa de menos. ¿Acaso alguien recuerda con aprecio los televisores sin mando a distancia?

Los ruidosos primeros módems

Cómo olvidar aquella tediosa melodía de los módems de 56k. Todos la recordamos, pero nadie lo hace con cariño. Ahora los routers que tenemos en casa son mucho más silenciosos, no arman el estruendo de aquel dichoso aparato que hizo llegar internet a nuestras casas a costa de perder la paciencia con su desagradable sonido.
Los enormes monitores de sobremesa

Acostumbrados a pantallas planas, ligeras y fáciles de trasladar, habría que estar muy chiflado para recordar con nostalgia aquellos monitores. A diferencia de los actuales portátiles, que caben en cualquier mesa o se pueden colocar sobre las rodillas, aquellos armatostes necesitaban su propio mueble, con buen fondo. Eso sí, jamás podremos olvidar la placentera sensación que nos produjo desterrar los tachones para corregir las erratas. La máquina de escribir sería más pequeña, pero el más mínimo error mandaba varias horas de trabajo a la basura.

Los disquetes que se rompían con mirarlos

En la historia de la tecnología, pocas cosas han sido tan sumamente frágiles como aquellos primeros dispositivos de almacenamiento. Aunque no hubo de pasar mucho tiempo para que fueran sustituidos por los CD y más tarde por los pendrives, tuvimos la oportunidad de romper varias decenas de ellos por cabeza. Además, si tuvieran que enfrentarse al tamaño de los contenidos con los que trabajamos a día de hoy, no habría espacio en ninguna casa para almacenar tantos disquetes. Sería imposible. Son muchas las razones por las que resulta imposible echar de menos a estos cacharros.

El insoportable Clippy

Este personaje diseñado por Kevan J. Atteberry aparecía en Microsoft Office y decía ayudarte a resolver las dudas que pudieran surgir al utilizar este programa. Cuando aún no disponíamos de conexión a internet, este clip con ojos saltones hacía las veces de asistente personal y trataba de orientarnos. Sin embargo, se ponía muy pesado. Si hubiera dejado de dar la tabarra, se podría haber  ganado nuestro aprecio, pero no lo hizo. Ahora que nos desenvolvemos con soltura por todo tipo de apps y programas, sería un fastidio que volviese aquel insoportable clip que trataba de explicarnos cómo se hacía cada cosa.
Las cámaras de usar y tirar

“¡Foto!”. “¡Foto!”. “¿Nos hacemos una foto aquí?”. La banda sonora de nuestros viajes no ha cambiado demasiado con el tiempo. Lo que ocurre es que ahora ese estribillo, con nuestros smartphones y sus flamantes cámaras de fotos, se repite día tras día. Antes podíamos hacer muchas fotos, pero en acontecimientos realmente importantes como viajes o fiestas familiares. Para ello, podíamos comprar cámaras de usar y tirar si, por ejemplo, el carrete de nuestra cámara se había acabado. Ahora es mucho más sencillo y, además, no tenemos que revelar las fotos.

Los casetes y su correspondiente bolígrafo

No tener que cargar con un armatoste para escuchar música y poder viajar en el autobús, en el tren o en el coche escuchando nuestras canciones preferidas, sin duda, fue un adelanto. De ahí que los casetes, pese a ser un invento de los años 60, conocieran un enorme despunte en la década de los 90 gracias al Walkman. Eso sí, debíamos ir siempre armados con un bolígrafo para rebobinar y era casi imposible saltarse las peores canciones, repetir en bucle el tema deseado o combinar artistas libremente como hacemos ahora. Una auténtica lata.
Ir al videoclub a alquilar películas

Cuando le contemos a las futuras generaciones que hubo un tiempo en que todo el cine que ellos almacenan en la nube ocupaba estanterías, seguramente no nos crean. Es más, ya a día de hoy resulta difícil de creer. Por este motivo, y aunque son muchas las cintas de VHS que pululan en casa, hemos desterrado por completo esta forma de ver cine. Bueno, no todos. Aún son muchos los nostálgicos que prefieren este formato a los nuevos, sin importarles lo más mínimo todo lo que la tecnología de la imagen ha avanzado en los últimos años.

Google Imágenes acabó con el Clip Art

A medida que internet desembarcaba en nuestras vidas para hacerlas más fáciles (y, en ocasiones, más estresantes), muchas fueron las herramientas que cayeron en el olvido. Pese a que durante no poco tiempo dieron color con sus imágenes a nuestros más tediosos documentos, los Clip Art de Microsoft se vieron superados por la avalancha de imágenes que podíamos tomar prestadas de Google. Además, aunque parecía imposible, internet logró empeorar los espantosos dibujos de esta herramienta con los memes. De ahí que no queramos recordarlos ni siquiera para lo malo.

Cuando el lujo era un teléfono fijo en el coche
Ahora que tan sencillo resulta conectar nuestro smartphone al coche, hay que echar la vista atrás para recordar aquellos tiempos en que los vehículos de lujo incorporaban un teléfono fijo. Los que jamás tuvimos este equipamiento no lo echamos de menos, pero los que podían permitírselo tampoco lo hacen. Hoy pueden no solo hacer llamadas, sino acceder a multitud de servicios y herramientas a través de apps. No obstante, el fijo aún pervive en los coches de ciertos mandatarios. Sin ir más lejos, al menos hasta 2012, el presidente estadounidense Barack Obama tenía uno.

Los cartuchos 'soplados' de las consolas


De los creadores de “esto con unos golpecitos se arregla”, la idea de soplar cuando la videoconsola no leía bien algún cartucho. Y lo cierto es que, al igual que los golpes, esta artimaña tan poco ortodoxa surtía efecto. No obstante, algunos años después, un estudio vino a demostrar que, tal y como pensábamos, todo se debía a la casualidad, ya que no hay ninguna explicación técnica para este asunto. ¿Lo único bueno de las consolas de cartuchos? Que a pesar de caer en el sedentarismo, mejorábamos nuestra capacidad pulmonar a base de soplidos.

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