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jueves, 9 de marzo de 2017

Innovación

 Innovación para una era de movimiento



FORBES- 9 de marzo de 2017
El clima de incertidumbre así como los cambios constantes obligan a las organizaciones a replantear el concepto de Innovación derribando las barreras de los paradigmas tradicionales.

“La mejor manera de predecir el futuro es inventarlo”, es una frase del pionero en informática Alan Kay, y muy adecuada al contexto que vivimos actualmente. El clima de incertidumbre ante los cambios que se visualizan en lo social y, por su naturaleza, los impactos que estos tendrán en lo organizacional y que, al ser tan real, nos obliga a reinventarnos, a buscar nuevos modelos basados en lo proactivo, más que en lo reactivo.

La “innovación en movimiento” es una idea que invita al cambio, generando culturas organizacionales que inspiren y fomenten a las personas a un modelo de pensamiento que apunte al desarrollo de ideas, estimulando la creatividad, con miras hacia la creación de proyectos para su implementación promoviendo la efectividad organizacional a todos los niveles.

Aquellas organizaciones consideradas como excelentes lugares de trabajo por su enfoque en la cultura son conscientes de lo necesaria que se ha vuelto la innovación para lograr sus objetivos estratégicos y, en adición, para asegurar su sostenibilidad ante escenarios laborales volátiles y competitivos. El 75% de estas organizaciones incluyen el concepto de innovación como parte de sus objetivos estratégicos, mientras que en el 76% dicho concepto forma parte de sus competencias core (Resultados de la Encuesta de Ambiente Laboral Trust Index®, aplicada por Great Place to Work® México en 2016).

Así como no es posible construir un edificio sin cimientos sólidos, antes de intentar innovar en una organización es indispensable que conceptos como “colaboración”, “flexibilidad” y/o “creatividad” estén plasmados en la filosofía de gestión, incluidas en la misión, la visión y/o expresada en sus valores institucionales. Es desde este punto de partida, que se puede comenzar a permear una cultura de innovación a todos los niveles de la estructura.

Un segundo paso es incorporar dentro de los perfiles de las posiciones de liderazgo, habilidades que apunten a esta cultura, donde lo técnico que aportará valor a las competencias requeridas para lograr los objetivos del puesto, se enriquezca con actitudes y aptitudes que incrementen la efectividad y eficiencia del nuevo liderazgo que las organizaciones requieren.

En esta misma línea, aunado al perfil, es de alto valor agregado poseer una estructura diseñada de tal forma que provea de las capacidades organizacionales necesarias para que este nuevo liderazgo pueda sumarse al logro de la estrategia del negocio desde un enfoque colaborativo y diverso, que genere en las personas respaldo y empoderamiento para el aporte y ejecución de ideas, proyectos y acciones innovadoras.

En este sentido, la mancuerna entre la Alta Dirección y Capital Humano es fundamental para la implementación de iniciativas, programas y prácticas que favorezcan, reconozcan e incentiven la aportación de las personas, la creación de proyectos productivos, la colaboración inter áreas, así como el involucramiento de los colaboradores en decisiones que afecten su trabajo, su ambiente laboral o que propicien la mejora de procesos y/o sistemas.

Es de esta manera como se forjan las organizaciones “inteligentes” capaces de hacer del aprendizaje una forma de vida, integrando en sus equipos de trabajo verdaderos “laboratorios” de proyectos innovadores, diversos y ricos en valor agregado.

Es importante señalar que las culturas innovadoras no son solamente “fábricas de ideas”. La creatividad, aunque es necesaria para generar innovación, no es nada sin que dichas ideas sean aterrizadas en proyectos concretos.

Por ello es indispensable el trabajo con los líderes para que, dentro de sus equipos de trabajo sean capaces de fomentar la generación de ideas en los colaboradores, los apoyen en la participación activa de iniciativas institucionales, así como en la creación de nuevos proyectos; pero que a la vez puedan aportar feedback oportuno, den seguimiento a su ejecución y monitoreen los resultados.

En este sentido, puede que muchos líderes piensen que no todas las ideas pueden ser implementadas y quieran gestionar en algún grado la participación de los colaboradores en la generación de las mismas; sin embargo, el secreto está en mantener el foco de los equipos en los objetivos trazados, con el compromiso de fomentar la creatividad y la innovación de manera responsable. Se trata de “salirse de la caja” para proponer nuevas soluciones para los viejos problemas, analizando la viabilidad de los proyectos. Es ahí desde donde se puede dar el salto del mundo de las ideas (creatividad) al mundo de los resultados eficientes (innovación).

Es evidente que las empresas que tienen culturas sólidas igualmente presentan apertura para fomentar y responder genuinamente a las ideas y sugerencias de los colaboradores. Un estudio de ambiente laboral desarrollado en México en 2016 lo corrobora.

De acuerdo con los resultados se observa que históricamente, las organizaciones, independientemente del número de colaboradores y sector económico, han obtenido niveles destacados al respecto. Específicamente las empresas de Alto Potencial (50 a 500 colaboradores), así como las empresas de más de 5,000 colaboradores obtuvieron 77% de favorabilidad, demostrando que casi ocho de cada 10 personas que laboran en estas organizaciones, perciben que tienen el soporte y el apoyo de sus líderes para poder realizar propuestas y ser creativos .


Filosofía, líderes y organización, en conjunto, representan la ecuación ideal para crear culturas que fomenten el pensamiento estratégico y creativo en los equipos, y que, como resultado, México cuente con organizaciones cada vez más comprometidas con la rápida adaptación al entorno.

El talento ya ésta en las personas, en su bagaje cultural, su experiencia y sus conocimientos. Al construir culturas de innovación se potencia esta riqueza de la organización, trayendo múltiples beneficios en el mejoramiento de los resultados de negocio, en el desarrollo de las personas para ser mejores en el ámbito personal y profesional, para crear un mundo mejor para todos.

Tomando esto en cuenta, subiendo a las organizaciones al tren de la “innovación en movimiento”, será entonces que, lejos de pronosticar escenarios un tanto temerosos, ¿podríamos decir que puede esperarnos un futuro próspero y lleno de oportunidades?





Jennifer Amozorrutia-Jennifer Amozorrutia, psicóloga por la Universidad Iberoamericana y maestra en Psicología Organizacional por la Universidad Del Valle de México, es Gerente de Gestión del Conocimiento

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