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miércoles, 28 de febrero de 2018

Qué hacer con el trabajo


 ¿Qué hacer con el trabajo en una crisis personal?



FORBES- 28 de febrero de 2018
Los seres humanos no somos máquinas, nos enfermamos, nos deprimimos, sufrimos crisis y tenemos que seguir adelante, pero ¿cómo hacerlo?

El trabajo tiene sus propias demandas, tiene sus ciclos y ritmos que no paran. Pero, los seres humanos tenemos momentos de fragilidad, sea porque la salud flaquea, porque estamos pasando por una dificultad familiar, porque hemos sufrido una pérdida o porque estamos en medio de una situación que nos impide meter el acelerador y avanzar a la velocidad que se requiere.

Hay reveses inesperados, movimientos en nuestra vida personal, cansancio crónico que pueden crear caos y tensión. Mantener el enfoque y administrar los niveles de energía se vuelve crítico a medida que las tareas se acumulan y estamos pasando por un período en el que sentimos la estabilidad es como una casita de naipes. Para Amy Jen Su, socia de la firma Paravis Partners, cuando nos encontramos en una situación así, hay algunas cosas que podemos hacer para enfocarnos y llevar las cosas a buen puerto. También es importante estar alertas e identificar si alguien en nuestro equipo de trabajo está pasando por una situación difícil para tomar medidas.

1) Hay que aceptar la situación. Cuando estamos pasando por un periodo difícil es muy fácil caer en la tentación de hacernos los disimulados. Tenemos la creencia de que, haciéndonos los fuertes, todo saldrá adelante. Sin embargo, por más que le echamos ganas, no hay forma de lograr la velocidad que se requiere. Además, entre más nos resistimos a aceptar la situación, más estamos frenando la posible solución. Aceptar que algo anda mal no significa que nos estemos dando por vencidos, todo lo contrario, significa que somos conscientes de la realidad y que antes de poner en riesgo la actividad, preferimos levantar la mano para pedir ayuda.

Por supuesto, si alguien viene a pedirnos ayuda y nos informa que está pasando por un contexto que lo tiene descolocado, lo peor que podemos hacer es pedirle que le ponga entusiasmo para salir adelante. Si alguien da señales de auxilio, hay que ayudar.

2) Aprender a denominar las emociones. Cuando estamos rebasados por una emoción, es frecuente que saquemos el látigo y nos empecemos a azotar con pensamientos como: ya no soy bueno para esto, no soy capaz de seguir adelante y tendemos a ser fatalistas y deterministas. Es como si pensáramos que esa condición es permanente y generalmente es pasajera. Para enfrentar esas crisis, una buena idea es darles un nombre a las emociones. Cuando identificamos si estamos tristes, cansados, agobiados, frustrados, enojados estamos encontrando una base para poderlas enfrentar.

En el caso de que alguien de nuestro equipo se sienta desenfocado, es bueno propiciar espacios para que la persona pueda identificar cómo se siente.

3) Hay que recordar que nosotros seguimos estando en control. Sin importar cuál sea la situación que nos tiene desenfocados, acordarnos que seguimos teniendo opciones y que una opción es decir no puedo, baja los niveles de ansiedad. El Ser Humano no es una máquina, es totalmente válido hacer un alto y saber que esa es una opción que siempre estará a nuestro alcance. Es de gran alivio saber que en medio de una crisis uno puede decir ya basta y eso no significa que estemos llegando a un punto final.

Mostrar una actitud comprensiva cuando un integrante de nuestro equipo de trabajo viene con una dosis de agobio que le será imposible contener, propiciar políticas de empatía frente al dolor humano, refuerza al equipo de trabajo y genera círculos virtuosos. Nunca sabemos cuándo nos tocará ayudar o cuando ser ayudados.

4) La comunicación es la llave dorada de la solución. Hablar de lo que está sucediendo con nuestros superiores, con nuestros colegas y con nuestros seres queridos es empezar a dar pasos por la senda de la solución. Nadie nos puede ayudar si no se sabe lo que nos está sucediendo. Pero, se trata de hablar en forma profesional, es decir, si te sientes agobiado, triste, estresado, no hay que buscar psicólogos de pasillo, hay que renegociar fechas de entrega, delegar tareas, pedir que ciertas asignaciones sean trasladadas a otro integrante del equipo, hacerle saber al equipo de trabajo que no se estará disponible por un tiempo, explicando en forma discreta lo que está sucediendo. Por supuesto, no es aconsejable exponerse y quedar vulnerable pues el ámbito laboral puede ser muy duro y evidentemente, cuando alguien expones sus debilidades otros las pueden convertir en fortalezas.

5) Pedir ayuda y apoyo. Muchos de nosotros nos enorgullecemos de no molestar a los demás y ser autosuficientes. Estas son excelentes cualidades, pero a veces necesitamos pedir ayuda en forma explícita. Necesitamos decir con claridad qué es aquello con lo que necesitamos auxilio. También sirve compartir el peso de la responsabilidad de los proyectos con colegas, facultar a otros o formar equipos, en lugar de hacerlo todo por nuestra cuenta.

Si estamos pasando por una crisis personal, no tenemos por qué hacerlo solos. Es muy importante informar a nuestros subalternos y a nuestros superiores lo que está sucediendo. Si hemos sufrido una pérdida, hay que avisar; si estamos enfermos, no hay que hacernos los fuertes, hay que notificar. Es la forma profesional y responsable de abordar el tema.

Además, muchas empresas tienen protocolos de asistencia para estos casos. Probablemente, lo más difícil de todo durante una crisis son las palizas que nos damos a nosotros mismos, especialmente cuando no estamos cumpliendo con los altos estándares de trabajo o tiempo en casa. Annie McKee, autora del próximo libro Cómo ser feliz en el trabajo, dice lo siguiente sobre: “Si realmente quieres lidiar con estas épocas de crisis, debes dejar de intentar ser un héroe y comienza a preocuparte por ti y a ti mismo “.

Para ser verdaderamente compasivo, hay que empezar con uno mismo. No se puede dar apoyo si no comenzamos a hacerlo en primera persona. Especialmente, en períodos de agudo de estrés laboral, aceptar la situación, reconocerla con conciencia y compasión, observando y etiquetando emociones -sin suprimirlas o negarlas-, mantener el sentido de elección y control, comunicarse con sus colegas y seres queridos, y pedir ayuda cuando la necesite, es empezar a solucionar la crisis. Al tomar estas acciones, transitaremos la crisis con mayor facilidad y paz. Y, seguramente la resolveremos.

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