Todos Tras el Litio
Uyuni es una pequeña ciudad de 25.000 habitantes cercana a un extraño desierto de sal, prodigio de la naturaleza e imán de aventureros de Europa y América del Sur. Su estación de ferrocarril, cerca de la frontera con Chile, alberga los restos de un pasado más próspero: un cementerio de locomotoras y vagones. La infraestructura vial es precaria con sólo un hotel, en condiciones de recibir al turismo. Prolifera el tráfico de drogas y el contrabando. En este contexto la existencia de litio ha generado enormes expectativas y preocupación por el medio ambiente.
Uyuni es una pequeña ciudad de 25.000 habitantes cercana a un extraño desierto de sal, prodigio de la naturaleza e imán de aventureros de Europa y América del Sur. Su estación de ferrocarril, cerca de la frontera con Chile, alberga los restos de un pasado más próspero: un cementerio de locomotoras y vagones. La infraestructura vial es precaria con sólo un hotel, en condiciones de recibir al turismo. Prolifera el tráfico de drogas y el contrabando. En este contexto la existencia de litio ha generado enormes expectativas y preocupación por el medio ambiente.
El Salar de Uyuni es único mundo: tiene 12.000 kilómetros cuadrados, un espesor de 10 metros y se encuentra a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar. Es un punto que brilla de noche con el reflejo de la luna, rodeado de silencio y en donde la vida animal o vegetal es casi imposible. Lo cruzan fuertes vientos con temperaturas frías extremas [entre 30 y 40 grados bajo cero].
Bolivia tendría en el Salar de Uyuni, reservas de litio que triplicarían las existentes en el Desierto de Atacama [Chile] y que equivaldrían a la mitad de las reservas mundiales [dato todavía no certificado]. El litio es un metal blando, de color blanco plata, utilizado para fabricar medicamentos psiquiátricos [para el tratamiento del denominado trastorno bipolar] pero también de gran utilidad para fabricar aleaciones conductoras de calor para baterías eléctricas.
La importancia del litio radica en el cambio de paradigma energético ante la crisis mundial del petróleo y la ahora reconocida estrategia de los Estados Unidos en el discurso del Presidente Barack Obama de explorar “fuentes alternativas” ante el desastre petrolero del Golfo de México. Muchos gabinetes ministeriales de varios países y buró ejecutivos han orientado su mira al salar de Uyuni. Entre ellos: General Motors Corporation en Detriot.
GMC en The Economist, había anunciado ya en 2007, su “apuesta al litio” y se anticipó diseñando un automóvil [Chevrolet volt] con autonomía para viajar 64 km bajo el impulso de baterías tipo ion-litio, a partir de allí recién se activaría un motor a combustión de gasolina. La recarga llevaría 10 minutos de una toma común de 220 voltios. El auto además puede alcanzar una velocidad de 180 km/hora con un aceleración 0/100 en menos de 10 segundos. Es importante destacar que las baterías anteriores [hechas a base de niquel, cadmio o zinc] no superaban los 5 km de Autonomía.
Toyota [con su modelo Prius], Nissan [con el prototipo Pivo2], Dessault [en convenio con China para desarrollar el modelo Clevanova] Porche, Mercedes y Volvo han acelerado la competencia por los modelos alternativos desde 2007.
El interés por este metal blando boliviano fue anticipado ya en 1992, habiéndose calculado en aquel entonces que el interés comercial del recurso resurgiría en 20 años, profecía cumplida con notable exactitud. Por su parte el precio del litio se ha multiplicado por 10 desde 1998 hasta el 2006 y duplicado desde entonces hasta la actualidad.
Entre los interesados en el recurso boliviano se encuentra el controvertido grupo francés Bolloré, fabricante del coche eléctrico Blue car y socio de Eramet, grupo minero que explota el níquel de Nueva Caledonia y el manganeso en Gabón.
El Presidente de Bolivia Evo Morales ha impulsado la construcción de una planta piloto cerca del salar desde 2008 y se lleva invertido unos 8 millones de dólares en el emprendimiento. COMIBOL, empresa estatal boliviana es la que tiene hoy el control del proyecto.
Si se tiene en cuenta que las reservas de litio de Bolivia equivaldrían al 40% de las existentes en el planeta y que al día de hoy el salar de Atacama en Chile produce un 30% y Argentina un 10% del mencionado recurso, Sudamérica controlaría un 80% de la producción mundial. De países extra-continentales, sólo China tendría una producción relevante con un 13%.
Estos datos transforman a la región boliviana [junto a sus vecinas Chilena y Argentina] en un terreno de disputas internacionales por el control del recurso que será clave para el desarrollo del automóvil eléctrico.
La población de Bolivia, ha resistido un anterior intento en 1990 de la empresa estadounidense Litco [Litio Corporation] de trasladarse a la región para explotar el recurso. Movilizaciones populares lograron cancelar el proyecto, que en aquel momento no tenía la importancia estratégica que tiene en la actualidad. La desconfianza de la población es motivada por la experiencia histórica de un país rico en minerales y otros recursos naturales y cuyos dirigentes siempre administraron en beneficio de corporaciones extranjeras y en desmedro de sus pobladores.
Sin embargo, desde la asunción del Presidente Aymara Evo Morales, esta ecuación parece estar cambiando, al aumentar el porcentaje de las regalías que pagan las empresas que explotan el gas.
Morales, se ha reunido con diferentes líderes económicos y políticos mundiales, entre los que están George Soros, el Presidente de Rusia, Luiz Ignacio Lula da Silva [Presidente de Brasil] y los directivos de la francesa Bolloré. Su propuesta no es limitar el rol de Bolivia a la mera función extractiva, sino que apunta a la industrialización de su país en torno a la explotación del litio.
Eramet, Bollormé, Mitsubishi, y LG, entre tantos interesados, deben adecuarse a la nueva constitución Boliviana que impone una importante participación y control estatales, en la explotación de los recursos naturales. Habituados como están a explotar recursos en diferentes lugares del mundo maximizando sus ganancias a costa de todo o que se les permita hacer, muchos observadores de la política boliviana estiman que la nueva administración deberá precisar sus prioridades extremando cuidados de no cometer viejos errores.
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