Los secretos científicos que esconden las
leyendas
BBC Mundo - jueves, 21 de mayo de 2015
Los
Luritja, una comunidad indígena de los remotos desiertos de Australia central,
solían contar la historia de una bola de fuego demoníaca que había caído en la
Tierra, proveniente del Sol, y que había matado todo lo que estaba a su
alrededor.
Los locales temían que si se acercaban a esa
zona, podían involuntariamente darle nueva vida a esta criatura.
La leyenda describe el aterrizaje de un meteoro
en el desierto central de Australia hace 4.700 años, dice Duane Hamacher,
astrofísico de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW, por sus siglas en
inglés).
El meteoro cruzando el cielo debió haber sido
un evento dramático.
Cuando se desintegró, grandes fragmentos de
roca rica en metales habrían caído sobre la Tierra con una fuerza explosiva,
creando decenas de cráteres gigantescos.
El sitio en el Territorio del Norte de
Australia, fue descubierto en los años 30 por buscadores de oro con ayuda de
guías luritja y lleva hoy día el nombre de Reserva Henbury para la Conservación
de Meteoritos.
Ola gigante
Hamacher, a cargo del programa de astronomía
indígena de la UNSW, dice que cada vez hay más evidencia de que las historias
aborígenes contienen claves sobre eventos ocurridos en el pasado lejano de
Australia.
El año pasado, el investigador viajó a Victoria
con el experto en tsunamis James Goff, de la misma universidad, para visitar a
la comunidad Gunditjmara.
"Ellos describen una ola gigante que venía
de lejos y que mató a todos excepto a quienes vivían en la cima de las montañas
y, de hecho, nombran los diferentes lugares en los que la gente
sobrevivió", explica Hamacher.
Él y Goff tomaron muestras de lugares entre 500
metros y 1Km tierra adentro y, en cada sitio, encontraron una capa de sedimento
oceánico a dos milímetros de profundidad, lo que indica que probablemente un
tsunami inundó el área hace cientos o quizás miles de años.
Las leyendas, como las que relatan el impacto
de un meteorito, pasan por un sistema de control, para que no se vayan
modificando con el tiempo.
Las muestras requieren un análisis más
profundo, pero para Hamacher el hallazgo es muy emocionante, ya que sugiere que
la leyenda puede llegar a ser cierta.
A principios de año, otro equipo de
investigadores presentó un estudio en el que argumentaba que las historias de
los aborígenes de las costas australianas podrían "constituir
observaciones genuinas y únicas" del aumento en el nivel de los mares que
ocurrió hace entre 7.000 y 11.000 años.
Nick Redi, experto en lingüística de la
Universidad de Nueva Inglaterra, en Australia, escribió el estudio junto al
geógrafo marino Patrick Nunn, de la Universidad de Sunshine Coast.
Proceso de verificación
Las historias que analizaron -documentadas en
tiempos coloniales- se refieren al incremento de los niveles del mar en las
zonas costeras que antaño eran secas.
Al mirar los récords históricos del aumento del
nivel del mar después del último período glacial, hace cerca de 20.000 años,
pudieron contrastar las historias con las fechas.
Según Reid, el aislamiento relativo de los
indígenas de Australia -que vivieron por aproximadamente 50.000 años sin
interferencias culturales- y la naturaleza conservadora de su cultura, podrían
explicar por qué sus historias tienen tantos detalles.
"Los aborígenes tienen creencias muy
particulares sobre la importancia de contar las historias como debe ser y por
la gente adecuada", dice.
También cuentan con un sistema rígido basado en
el parentesco a través de generaciones -en el que participan niños, adultos y
ancianos-para comprobar la veracidad de los hechos. Un método, explica Reid,
que no parece usarse en otras culturas.
Este conservadurismo extremo y la importancia
de la precisión pueden verse reflejados también en las pinturas sobre las rocas
y en dibujos y grabados, que suelen utilizarse para complementar las leyendas
orales, señala Les Bursill, antropólogo e integrante de la comunidad aborigen
Dharawal de Sídney.
"Las reproducen una y otra vez, y si
varían, aunque sea sutilmente, borran (los dibujos) y los vuelven a
hacer", dice.
Conocimiento secreto
Bursill no cree que las comunidades aborígenes
estén interesadas en compartir su conocimiento con la Australia moderna.
Los académicos no indígenas reconocen que estos
sospechan de los extranjeros.
Pero Hamacher cuenta que varias comunidades se
han acercado a su equipo para compartir sus historias.
Esta entrega, dice, debe retribuirse de modo
que beneficie a las comunidades indígenas.
Su equipo, por ejemplo, desarrolló una serie de
materiales educativos relativos a la astronomía, que ahora se usan en la
enseñanza en escuelas de localidades remotas.
Todo forma parte de una tendencia creciente a
reconocer que el conocimiento indígena tiene mucho que aportar a la comunidad
científica.
El problema, no obstante, es que las lenguas
indígenas están desapareciendo a un ritmo alarmante y eso dificulta el acceso
de los científicos y otros expertos al conocimiento ancestral.
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