Las mujeres con mayor educación son las que más
beben (los hombres, al revés)
El Confidencial - mayo de 2025
El consumo per cápita de alcohol
en la OCDE ha disminuido ligeramente en
los dos últimos decenios, pero el consumo excesivo de algunos colectivos se ha
agravado, y con él el impacto económico y social, con una tendencia
particularmente preocupante entre los jóvenes y las mujeres.
Esta es una de las principales
conclusiones del primer informe dedicado al alcohol por la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que evalúa en el 1 % del producto
interior bruto (PIB) las pérdidas sólo en el terreno laboral debidas al consumo
nocivo.
Sólo en Europa, el costo de la
delincuencia vinculada al alcohol es de 33.000 millones de dólares, mientras
que los accidentes de tráfico provocados por esta droga tienen un impacto
económico directo de 10.000 millones.
La bebida “es muy cara para las
sociedades”, destacó en conferencia de prensa el secretario general de la
organización, Ángel Gurría, que recordó que en dos décadas el alcohol ha pasado
de ser la décima a la quinta causa de mortalidad y de invalidez en el mundo.
Una escalada que no sólo tiene
que ver con la disminución del impacto de otros desencadenantes de muertes
(como ha podido ocurrir con el tabaco o con el sida), sino por el incremento de
los fallecimientos debidos al consumo excesivo de alcohol.
¿En qué país beben más?
En el conjunto de los países de
la OCDE (entre 1992 y 2012) el consumo de alcohol retrocedió un 2,5 %,
situándose hoy en 9,1 litros de alcohol puro per cápita y año.
Ese ligero descenso global en el
conocido como el “Club del mundo desarrollado” encierra notables evoluciones,
con bajas muy significativas del consumo per cápita en ciertos países del sur
de Europa, en particular Italia (-42,5 %), pero también en Francia (-23,6 %),
Eslovenia (-22,1 %), Grecia (-21 %), Portugal (-20,6 %) o España (-19 %).
En España el consumo medio de
alcohol anuales por adulto, se sitúa en mitad de la tabla (decimoctava posición
de 34), aunque por encima de la media global de la OCDE, por lo que se bebe que
los países de Europa del Este, Reino Unido, Alemania, Francia o Portugal; pero
más que Estados Unidos, Japón, Italia o México.
Bebe menos gente, pero más gente
bebe mucho
Pero más allá de estos descensos
del consumo per cápita, que la OCDE considera un cambio positivo, su
responsable de la división laboral y de asuntos sociales, Stefano Scarpetta,
hizo hincapié en una tendencia de fondo preocupante, como es el hecho de que
unos pocos colectivos concentren el grueso de la absorción de alcohol y de las
prácticas nocivas.
En términos generales, alrededor
de dos terceras partes del volumen total del alcohol es consumido por el 20 %
de las personas que más consumen, que obviamente son las que presentan un mayor
riesgo de dependencia y de caer en prácticas dañinas como tomar en una sola
sesión una gran cantidad de bebidas (lo que se conoce tecnicamente como tener
un atracón de alcohol).
Sobre la alcoholización rápida,
uno de las constataciones más preocupantes para la organización es que la
proporción de menores de 15 años que se han emborrachado han pasado, en los 20
años del estudio, del 30 % al 43 % entre los chicos y del 26 % al 41 % entre
las chicas.
Gurría se refirió en especial al
hecho de que hay una creciente prevalencia de consumos nocivos entre las
mujeres, y que paradójicamente las más afectadas son las que tienen niveles
educativos elevados, a diferencia de lo que ocurre con los hombres, un hecho
que puso en relación con el medio profesional en el que se mueven.
Ante este nuevo panorama, el
secretario general y el director de la división de asuntos sociales señalaron
que deben aplicarse políticas centradas en los colectivos más vulnerables ante
esos consumos dañinos.
Y subrayaron que esas políticas
deben incluir un abanico de medidas de eficacia probada si se aplican
conjuntamente, y que incluyen entre otras la fijación de precios mínimos o la
tasación de las bebidas, pero también la regulación de la venta del alcohol
(con restricciones a ciertos grupos o en ciertos lugares y momentos) y a la
prevención de comportamientos de riesgo con los médicos.
“La mayor parte de esas políticas
son rentables por sí mismas”, señaló Gurría, que añadió que incluso las más
costosas son “más eficaces que la inacción”.
Sobre la base de un análisis en
profundidad para Alemania, Canadá y la República Checa, los autores del estudio
han calculado que diferentes estrategias contra el abuso del alcohol
permitirían ahorrar entre 4,8 y 6 dólares por habitante y año en gastos sanitarios.
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