La lección del “gran jefe Toro Sentado”
Forbes - martes, 26 de mayo de 2015
Nadie está libre de ser escuchado de forma
subrepticia, para luego ser exhibido públicamente. El caso del “gran jefe Toro
Sentado” del INE es el más reciente de una larga serie de intervenciones
telefónicas clandestinas.
Una de las actividades humanas más antiguas es
la de buscar información de forma clandestina, con el fin de satisfacer ciertos
intereses, aun a costa del desprestigio o ruina de terceros. Robar cartas,
interceptar comunicaciones o escuchas clandestinas son sólo tres ejemplos de
esta actividad mejor conocida como espionaje.
En muchos casos, la información así obtenida se
maneja con gran discreción; en otros, el plan es difundir esa información; en
ambos casos es acorde a una estrategia delineada para el logro de un objetivo.
Cuando el plan es liberar la información, la mejor forma de hacerlo en la
actualidad es a través de los medios de comunicación institucionales y/o las
redes sociales, afectando por igual a políticos y a empresarios, lo mismo a
funcionarios que a sus familiares y amigos, o a artistas y deportistas.
El caso del “gran jefe Toro Sentado” del
Instituto Nacional Electoral (INE) es el más reciente de una larga serie de
intervenciones telefónicas clandestinas que en México se han revelado a través
de los medios de comunicación. Le precedió la conversación entre el directivo
de la constructora OHL, Pablo Wallentin, con el secretario de Comunicaciones y
Transportes del Estado de México, Apolinar Mena Vargas, que derivó en la
renuncia de ambos y en el inicio de una investigación.
Entre algunos de los casos más recordados
figuran:
Mal de muchos
Las intercepciones telefónicas no son
exclusivas de México ni están limitadas a políticos o gobernantes.
Rupert Murdoch, dueño de News Corporation, tuvo
que dar la cara cuando una de sus publicaciones, News of the World, fue acusada
de espiar conversaciones telefónicas. Los periodistas del medio intervinieron
el celular de una menor que fue secuestrada y luego asesinada en 2002.
En el 2007, un corresponsal y un investigador
del mismo medio fueron encarcelados por intervenir los celulares de los
empleados de la realeza británica para divulgar una historia sobre una lesión
del príncipe Guillermo.
El News of the World publicó su última edición
en julio de 2011, luego que se probó que había intervenido hasta 4,000
teléfonos, incluyendo el de Milly Dowler, la menor secuestrada y muerta, a cuyo
buzón de voz accedieron reporteros del diario cuando estaba desaparecida, para
generar “nota” respecto a su secuestro.
Por su lado, Dan Cooper, ex editor de noticias
de Fox News confesó en julio de 2011 que ayudó a diseñar una unidad denominada
“Brain Room” (una especie de cuarto de inteligencia), en donde se realizaban
labores de contrainteligencia sobre canales competidores, lo que incluía grabar
conversaciones telefónicas privadas. Asimismo, una red interna de supervisión
se encargaba de leer los correos de todos los colaboradores, para asegurar que
no estaban filtrando información hacia otros medios.
En noviembre de 2010, una reconocida agencia de
relaciones públicas del grupo Omnicom fue demandada en Washington, DC, por
Greenpeace, bajo el supuesto de haber empleado “medios ilegales” a fin de
obtener información confidencial sobre el grupo ambientalista, para anticipar y
frustrar algunas campañas que tenía planeadas. En la misma demanda se incluyó a
Fenton Communications, una firma de relaciones públicas enfocada a
organizaciones civiles.
Cualquiera puede intervenir teléfonos
Independientemente de las intenciones de hacer
este tipo de intervenciones clandestinas, la realidad es que la tecnología pone
al alcance de cualquier persona los elementos necesarios y a bajo costo para
lograrlo. Con un mínimo de 6,000 pesos (y de ahí hacia arriba) es posible
obtener, a través de internet, un discreto equipo para este tipo de trabajo.
Una empresa distribuidora de este tipo de
aparatos tiene, entre otros, un modelo denominado UHF Micro Lagarto Telefónico,
transmisor de conversaciones telefónicas que puede ser instalado en cualquier
ubicación a lo largo de la línea, dentro la caja donde ingresan las líneas, e
incluso dentro del mismo teléfono debido a su reducido tamaño. En el momento en
que la línea monitoreada permanece sin uso, el transmisor telefónico miniatura
adopta el modo stand by (sin transmisión), y en cuanto la línea es utilizada
transmite hasta un receptor una señal clara y cristalina de las conversaciones.
No requiere baterías, ya que se alimenta directamente de la tensión de la línea
telefónica. “Su uso es muy fácil y se entrega con un manual de instalación”,
explica el distribuidor.
Si lo anterior resulta difícil, existe un
micrófono UHF prolongador telefónico que se encuentra camuflado en una ficha
utilizada en las líneas telefónicas de cualquier casa o empresa. En su interior
se encuentra un microtransmisor que puede ser instalado en segundos en
cualquier ubicación a lo largo de la línea. No requiere de cortar cables;
simplemente se debe desconectar el cable que se encuentra conectado a la ficha
de la pared y conectar este adaptador, con lo que pasa totalmente inadvertido.
Pasa cualquier inspección ocular minuciosa y funciona sin baterías, pues se
alimenta directamente de la tensión de la línea telefónica.
Y si es necesario monitorear teléfonos
celulares, por un poco más de 35,000 pesos se puede obtener un Transmisor
Telefónico Ilimitado (TTI), diseñado para intervenir una línea telefónica vía
red celular GSM. Cada vez que la línea recibe o emite una comunicación, el TTI
llama en forma automática a un número telefónico previamente establecido
(Receptor), en donde se escucha y puede grabarse la conversación, sin importar
la distancia. Este sistema no requiere de conocimientos técnicos para su
instalación.
Pero aún más fácil es descargar una aplicación
espía para móviles denominada Mspy, que se ejecuta de forma indetectable,
proporcionando toda la información necesaria para realizar un seguimiento
exhaustivo y a distancia de todas las acciones que se realizan con el teléfono
vigilado, desde las llamadas entrantes o salientes, hasta actualizaciones del
calendario, historial de llamadas, mensajes de texto, correos y ¡mucho más!
Con todo lo anterior, es evidente que ni
entidades de gobierno, ni empresas privadas, ni agencias de relaciones
públicas, ni medios de comunicación y prácticamente nadie está libre de ser
escuchado subrepticiamente, para luego ser exhibido públicamente.
Sin llegar a extremos de paranoia, es
conveniente –especialmente quienes manejan información política, financiera,
empresarial, de seguridad o son personajes públicos– tener cuidado con lo que
se dice a través del teléfono… o hablar en clave, con la esperanza de que no
sea descifrada.
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